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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El Podemos que queremos

En la organización se instalaron prácticas tremendamente verticales que ahora toca desterrar de nuestros hábitos

Ha comenzado oficialmente el camino hacia la segunda asamblea ciudadana estatal de Podemos, conocido popularmente como el segundo Vistalegre. Hace unas semanas sacamos el manifiesto firmado por más de cien activistas e intelectuales, cargos públicos e internos de Podemos, ciudadanos y trabajadoras, titulado Por una marea del cambio, por un Podemos en movimiento. Con él, nuestra intención es abrir un proceso de debate y reflexión sobre el nuevo ciclo político que se abre y cómo afrontarlo no solo desde Podemos sino también desde los movimientos y las organizaciones sociales.

Fruto de esta iniciativa, y apegada a sus líneas básicas de horizontalidad, democracia, descentralización, pluralidad y pluralismo en lo organizativo, hemos elaborado nuestra propuesta para el sistema de votación que se decide estos días en Podemos, Por Un Podemos En Movimiento. Entendiendo que esta primera votación puede marcar ya una forma diferente de entender Vistalegre, un nueva forma que recupere el desborde, la apertura y espontaneidad de los inicios. Tenemos la oportunidad de construir un Podemos cuyos procesos internos permitan y propicien que se refleje la pluralidad de voces e ideas que existen en los círculos, áreas y territorios desde el convencimiento de que las diferencias son un valor a cuidar y no un peligro que dilapidar. Estamos convencidas de que esta pluralidad es una de las mayores fortalezas de Podemos.

Por Podemos han pasado decenas de miles de personas, la mayoría de las cuales no se han quedado a participar regularmente

Podemos ha sido un revulsivo a la hora de construir espacios partidarios innovadores. Es el momento de no claudicar ante la tentación de la autocomplacencia. Algunos compañeros agrupados en la plataforma Claro que Podemos defendieron en Vistalegre un modelo jerarquizado, centralizado y "madricéntrico", en forma de "máquina de guerra electoral". Ese modelo se aprobó por abierta mayoría frente a quienes defendimos que para ganar, para aspirar a los mejores resultados, nuestra principal baza no era precisamente un aparato y una burocracia sino, muy al contrario, el desborde popular y la organización territorial. Poco después, las elecciones municipales refrendaron esta hipótesis del desborde.

Cuando decidimos descentralizar al máximo y dejar la herramienta en manos de los pueblos y las ciudades, sacamos los mejores resultados de todo el ciclo electoral, unos resultados históricos por una mezcla mágica: descentralización, confluencias, apertura participativa y el Podemos más comprometido con su entorno más cercano. Sin embargo, en la organización se instalaron prácticas tremendamente verticales que ahora toca desterrar de nuestros hábitos.

Afortunadamente no somos ahora los únicos que observamos esta necesidad. El problema es que estas prácticas son performativas, nos modelan, nos habitan y ahora hay que buscarlas sistemáticamente y desalojarlas de nuestra forma de hacer. Estas prácticas han borrado cierta frescura e irreverencia del Podemos que quería tomar el cielo por asalto, de un movimiento político y social decidido a inventar la política para ponerla al servicio de la mayoría social que esta sufriendo la crisis o que asiste atónita a la degradación de la ética pública.

En este tiempo, por Podemos han pasado decenas de miles de personas, la mayoría de las cuales, a pesar de haber votado a Podemos, no se han quedado a participar regularmente. Podemos ha sido capaz de movilizar a millones de personas en momentos puntuales, pero se ha mostrado menos capaz de proponer una política de lo "cotidiano", de generar comunidad, solidaridades y redes de apoyo mutuo. Y es evidente que Podemos no lo va a poder hacer solo, sino que tendremos que hacerlo con otros actores. Porque nosotros creemos que la democracia, los sindicalismos, la ecología social, los feminismos o el municipalismo no son palabras para una campaña, sino prácticas políticas para que sea la gente del común la que se auto-gobierne.

En este sentido, si el 15M abrió el ciclo político que posibilitó el surgimiento y desarrollo de Podemos, la vuelta a la movilización social se torna como una condición indispensable para vencer el bloqueo institucional actual y decantar la balanza hacia el camino del cambio político y social, permitiendo el desarrollo de procesos constituyentes que beneficien a la mayoría social. Desde la experiencia griega, se hace urgente repensar la Europa que necesitamos. Una Europa que no caiga en los repliegues identitarios de la extrema derecha xenófoba y que rompa con la gobernanza neoliberal y austeritaria. Para avanzar, precisamente, hacia otra idea de Europa vamos a necesitar fuerza y voluntad para desobedecer a las instituciones europeas y a los poderes financieros sobre las que se ha construido.

Ante todo, nos parece fundamental conseguir un buen ambiente de debate dentro de nuestro joven proyecto

Creemos que estas ideas deben liderar el Podemos que viene. Apostamos por un rumbo coherente, con un programa que dispute la democracia también en la economía, recuperando ideas fuerza como la renta básica o la recuperación para el bien común de los grandes monopolios eléctricos o financieros. Con la gente del común en el centro, es el momento de prepararnos para ganarle a la gran coalición. Afortunadamente, cada vez son más las voces que reconocen los límites de una estructura partidaria excesivamente jerárquica y centralizada.

Por eso, nuestra propuesta en esta primera fase del Vistalegre II está basada en un método de elección proporcional que garantiza el pluralismo (Dowdall), ya empleado con éxito en Ahora Madrid o en En Marea. Creemos que los equipos deben defender desde la honestidad sus propuestas políticas diferenciadas —para evitar caer en un debate únicamente de caras— y que los documentos ético y organizativo podemos debatirlo en una primera fase, porque merece una discusión y cuidado especial dada la necesidad e importancia de que cambiemos esta máquina electoral, por un partido-movimiento que potencie el desborde. También hemos querido incluir la necesidad de limitar la acumulación de poder dentro de Podemos, generando contrapesos con la idea de incluir la medida una persona-un cargo interno.

Pero ante todo, nos parece fundamental conseguir un buen ambiente de debate dentro de nuestro joven proyecto. Evitar desgarros y dramas, cuidar lo que hemos construido en común: en esa tarea pondremos todo nuestro empeño.

Miguel Urbán es eurodiputado de Podemos. Teresa Rodríguez es parlamentaria andaluza y secretaria general de Podemos Andalucía.

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