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De la creatividad a la copia

El nuevo ritmo de la moda ha hecho que el plagio no sea solo patrimonio de las marcas ‘low cost’. Dos diseñadores sacan los colores a las firmas de lujo

Propuesta de la colección de verano 2013 de Balenciaga. A la derecha, propuesta para el verano de 2017 de Jacquemus.
Propuesta de la colección de verano 2013 de Balenciaga. A la derecha, propuesta para el verano de 2017 de Jacquemus.l'estrop

La coolhunter y gurú de las tendencias Li Edelkoort volvió a poner el dedo en la llaga. Lo hizo en Voices, el encuentro que organizó el portal especializado The Business of Fashion a principios de mes. Reservado a los pesos pesados de la industria, solo se asiste previa invitación. Edelkoort ofreció allí una charla en la que de nuevo repasó algunos de los puntos que dan cuerpo a su polémico manifiesto Anti-Fashion, con el que sentencia que la moda como sistema, tal y como lo conocemos, está acabada.

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Uno de los principales motivos de este estado crítico tiene que ver, según su tesis, con la falta de ideas. Y es que, si en el pasado, explicó, diseñadores como Cristóbal Balenciaga o Yves Saint Laurent fueron capaces de idear prendas revolucionarias que “cambiaron la forma en la que caminamos, nos mostramos y flirteamos”, actualmente el reciclaje se ha impuesto. La exploradora de tendencias sostiene que la novedad ha dejado de ser un activo, y los departamentos de diseño buscan ideas en prendas vintage que reinterpretan y descontextualizan una y otra vez en una fórmula que parece no agotarse pero que devuelve propuestas cada vez más descafeinadas. El pronóstico de la experta a esta situación no suena alentador: “Con esta falta de innovación conceptual, el mundo está perdiendo la noción de lo que es la moda”.

La cuenta de Instagram @diet_prada, creada hace un par de años por dos diseñadores anónimos en activo, ilustra con sarcasmo este proceso de reciclaje del que hablaba Edelkoort hace unos días. Lejos de caer en lo fácil, Diet Prada no busca los clones en las compañías de moda rápida, sino que le saca los colores a las marcas de lujo con réplicas y parecidos más que razonables acompañados de textos llenos de ironía. Todo empezó cuando consultando los desfiles en la Red se percataron de que muchas de las presuntas nuevas propuestas estaban inspiradas en el trabajo de otros diseñadores. La presión por las ventas en un mercado cada vez más competitivo e inestable es, según sus autores, el principal motivo de esta práctica de apropiación de ideas ajenas.

Dos líneas rojas

Obsolescencia inducida

E.V.

Hay quienes ven en la copia masiva la solución perfecta para la generación de nuevos deseos en la industria del lujo. Son los que hablan de obsolescencia inducida: las copias reiteradas de una prenda original empujan a toda la industria a refrescarse continuamente.

Lo explica bien el editor de Wired Chris Anderson en su libro de 2009 Gratis: "La mística del diseñador queda destruida por la ubicuidad barata, y los consumidores con criterio deben empezar la búsqueda de algo exclusivo y nuevo". Siete años después el problema radica en que quizá estos clientes en busca de lo diferente ya no sepan donde hacerlo.

“La gente tiene que vender, así que hay muchísimas marcas que probablemente sientan que pueden contar más con el éxito probado de otros que con su propia creatividad”, dicen. Varios son los diseñadores de la industria del lujo que en los últimos años se han quejado de que tienen menos tiempo para desarrollar sus ideas. Y es que de dos colecciones al año las marcas de lujo han pasado a ofrecer hasta ocho en el nuevo ritmo que empresas como Inditex han impuesto (las tiendas de Zara reciben novedades dos veces por semana). La línea que separa la inspiración de la copia es compleja, pero para los responsables de Diet Prada hay líneas rojas: “Hay una gran diferencia entre Miuccia Prada inspirándose en una chaqueta de los cincuenta para copiar la silueta y estas nuevas marcas que están haciendo pieza por pieza copias de conjuntos completos con la intención de vender mucho”.

Ante la copia hay división de posturas: los que la condenan o los que se sienten honrados. Aunque, al final, las más perjudicadas son las firmas más pequeñas y de diseñadores emergentes. Y es que si Internet les ha ofrecido la posibilidad de mostrar y vender de forma más fácil y económica sus productos, también las ha expuesto de un modo más directo al plagio y a las réplicas.

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