_
_
_
_
CLAVES
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Robots al acecho

El problema no reside ya en que habrá menos trabajadores, sino menos empleo

Máriam Martínez-Bascuñán
Una mujer camina junto a un robot
Una mujer camina junto a un robotREUTERS / THOMAS PETER

Asistimos a un debate sobre el futuro de las pensiones en un momento en el que la natalidad, las estructuras familiares y la esperanza de vida de las personas hacen peligrar su viabilidad. Sin embargo, vinculamos su sostenibilidad con la pirámide poblacional y la creación de empleo sin tener en cuenta las insospechadas posibilidades y peligros abiertos por la cuarta revolución industrial. El problema no reside ya en que habrá menos trabajadores, sino menos empleo. La digitalización y la robotización no sólo crearán menos puestos de trabajo de los que destruyen, sino que producirán alteraciones profundas en la misma idea de trabajo, en las clases medias y trabajadoras, en las costumbres sociales y en nuestra propia visión sobre el mundo.

Tal y como explica Andrés Ortega en su muy sugerente libro La imparable marcha de los robots, esta “Segunda Era de las Máquinas” o de la “Industria 4.0” implica, entre otras cosas, que las máquinas sustituirán trabajos que hasta ahora se consideraban propios de las clases medias y trabajadoras. A pesar de la poca atención que dicho fenómeno recibe de las instancias políticas, este cambio de paradigma está ocurriendo ya: en menos de dos décadas se podría ver afectado entre el 40% y 60% de la fuerza laboral europea.

Ante este panorama, ¿qué sentido tienen las reivindicaciones acríticas de pleno empleo que se hacen desde los sindicatos?¿O la llamada a la movilización de la clase obrera desde determinados partidos políticos? Si la mayoría de los trabajos que conocemos en la actualidad podrán ser desempeñados por robots, ¿por qué pretender que lo sigan haciendo personas? Y si las personas no trabajan, ¿qué ocurre con ese valor que veníamos confiriendo al trabajo, la entrega a una carrera o la autorrealización personal? Quizás ha llegado el momento de desvincular empleo y trabajo para cumplir la utopía marxista del homo faber que trabaja por el placer de la creatividad sin alienación; de encontrar por fin un sistema económico justo realmente adaptado a la gran revolución digital. Y mientras tanto ¿en qué piensa la clase política? En el futuro… de las pensiones. @MariamMartinezB

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_