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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Europa amenazada

La ‘Trumpeconomics’ empuja a Bruselas hacia la expansión fiscal

Vitor Constancio, vicepresidente del BCE
Vitor Constancio, vicepresidente del BCEEFE

Vítor Constancio, vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE) ha convertido en un clamor, teñido de pánico, lo que ya era una evidencia desde 2012: “Europa necesita políticas económicas más expansionistas”. Es decir, que la expansión monetaria instaurada por el BCE no es suficiente para sacar al euro de la fase de crecimiento débil, para conjurar la amenaza de deflación y para combatir el desempleo (10%, el doble que en Estados Unidos). Constancio no clama en vano. El nuevo presidente estadounidense, Donald Trump, parece dispuesto a cambiar drásticamente las reglas de la economía global. Si las áreas del dólar, el yen, el euro y el yuan caminaban lenta, pero firmemente, hacia una reducción del proteccionismo, Trump amenaza con cerrar el espacio del dólar, levantar barreras arancelarias y combatir el mercado global (con especial fijación contra China). Otro universo económico.

La alarma del BCE transmitida por Constancio debería dirigirse en primer lugar a Berlín, con copia a los aliados económicos de Alemania. Los posibles planes de Trump permite ver claros, en términos políticos, algunos errores cometidos por la Unión Europea. El primero y más grave es que la libertad comercial no puede darse por sentada; durante décadas las autoridades económicas europeas han actuado como si el libre flujo comercial fuese irreversible. Pues bien, ahora sabemos que es reversible. Y, al menos de 2007, Alemania y sus aliados del Norte han actuado en contra de los intereses comunes de la Unión, favoreciendo ajustes en los países periféricos para aumentar los flujos financieros hacia el centro y el norte de la Unión al tiempo que se frenaba el crecimiento económico y el empleo.

Editoriales anteriores

Trump propone un paradigma de inspiración proteccionista que costará millones de empleos a toda la economía mundial (ante el que han saltado las alarmas del BCE) y de expansión fiscal. Promete un estímulo inversor interno de 1 billón de dólares en infraestructuras y rebajas de impuestos. La mezcla (estímulos a la inversión con restricciones arancelarias) resulta explosiva. La alarma de Constancio (“se abre un periodo de incertidumbre económica anormal”) es correcta, pero más que lamentaciones exige respuestas. Es probable que a medio plazo el mejunje proteccionista resulte nocivo para la economía americana (más déficit, más deuda), pero a corto plazo frenará cualquier expectativa europea de más crecimiento y más empleo. Washington dispone de dos o tres años de plazo para maniobrar y cambiar de política económica; Bruselas carece de margen, porque va con un trienio de retraso.

La guerra global que se deduce de la trumpeconomics no es una broma cuya respuesta pueda demorarse, como se ha hecho hasta ahora con la peligrosa mezcla de casiestancamiento con casideflación. Es cuestión de supervivencia de la Unión. Quizá la voz de Constancio y la expansión fiscal de Trump cambien la disposición de Berlín; sobre todo porque ahora también la economía alemana está atacada. Repitámoslo: Europa necesita un plan de choque de inversión pública, financiado con dinero común, respaldado por los colaterales de la deuda. Trump pone a Bruselas en la tesitura de aquí y ahora.

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