_
_
_
_
PORQUE LO DIGO YO
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Serrat

Mantenerse durante medio siglo como una gloria nacional y no haber parecido nunca un imbécil es una buena definición de grandeza

Foto de archivo de Joan Manuel Serrat.
Foto de archivo de Joan Manuel Serrat.

En 1977 Joaquín Soler Serrano entrevistó a Joan Manuel Serrat en A fondo, un tesoro de la televisión. Serrat, a sus 34 años, era un fenómeno popular y contaba ya con una gran reputación. Hacía cinco años que Vázquez Montalbán había escrito un libro sobre él y hacía seis de aquella barbaridad de disco que incluye Mediterráneo, Lucía, Pueblo blanco, Tío Alberto, Qué va a ser de ti, La mujer que yo quiero o Esas pequeñas cosas.

La entrevista dura 75 minutos. Mientras fuma, Serrat recorre su vida, con una calma y un desparpajo apabullantes. De entrada, evoca a sus padres, un obrero con un sueldo base de 53 pesetas y un ama de casa de Belchite que, a sus veintitantos años, huyendo de los bombardeos de la guerra, entró a pie en Barcelona, al frente de un montón de niños que había recogido por los pueblos de Aragón.

Volver a esa charla nos sumerge en la tele más honda de los setenta y brinda una perspectiva muy curiosa sobre Serrat y su tiempo. “España necesita escuelas. Cuando las haya, la mayoría de los problemas, desaparecerán”, deja caer. Pero no todas sus palabras contienen tanta clarividencia: “Me cuesta mucho establecer una relación duradera. A una mujer le resulta muy difícil aguantarme”. A continuación, se enamoró de Candela Tiffón, una superclase que le aguanta desde hace casi 40 años.

Serrat nos sobrevuela desde siempre y es una alegría verle hoy, a sus 73, con ese brío, sin dar la impresión de estar de vuelta de nada. Mantenerse durante medio siglo como una gloria nacional y no haber parecido nunca, siquiera por un instante, un imbécil, es una buena definición de grandeza.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_