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MIRADOR
Columna
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Regeneración

Mientras los españoles volvíamos a la rutina el Gobierno en funciones y el partido que lo sustenta volvieron a demostrarnos lo mucho que valoran nuestro sentido del humor

Julio Llamazares
El EXministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, durante su intervenCión en la inauguración del Segundo Encuentro sobre economía digital.
El EXministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, durante su intervenCión en la inauguración del Segundo Encuentro sobre economía digital.EFE

La demostración de que Rajoy hablaba en serio al referirse a la regeneración política en su discurso de investidura es que, al minuto de terminada fallidamente ésta, su Gobierno propuso para representar a España en el Banco Mundial al exministro José Manuel Soria. Da el perfil exigido para el cargo se apresuró a decir María Dolores de Cospedal, la secretaria general del Partido Popular, lo que nos lleva a pensar que para ocupar aquél hay que tener dinero en un paraíso fiscal y negarlo hasta dos veces cuando los periodistas te lo pregunten.

Así comenzó san Pedro y míralo en el cielo, de portero, diciendo quién puede entrar y quién no. La propia María Dolores de Cospedal empezó su ascensión al suyo cuando entró a colaborar con otro exministro, el ínclito Ángel Acebes, aquél que intentó convencer a los españoles de que los atentados del 11-M en Madrid no eran lo que parecían. También la Cospedal dio el perfil según parece, pues desde entonces no ha dejado de ocupar cargos en su partido, incluso de simultanearlos, posibilitándonos a sus compatriotas espectáculos tan impagables como su explicación del despido en diferido de su tesorero Bárcenas, sólo al alcance de una abogada del Estado como es ella.

Otra abogada del Estado, su compañera e íntima rival Soraya Sáenz de Santamaría, preguntada sobre el nombramiento del exministro Soria para representar a España en el Banco Mundial, prefirió, como suele hacer, despejar balones y decir que no era un tema de su departamento; es decir, que la regeneración de la política española, de la que su presidente acababa de hablar en el Congreso postulándose como su valedor, a ella ni fu ni fa, como las mujeres al catalán Peret. Le faltó ponerse a bailar como en El Hormiguero, el programa de televisión que la lanzó a la fama, no la rumba de Peret, que hubiera quedado feo, sino la adaptación de aquella otra canción de la posguerra franquista que anunciaba la llegada del popular medio de entretenimiento: “¡La regeneración pronto llegará, / yo te cantaré y tú me verás…!”.

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Pues eso: que, mientras los españoles volvíamos a la rutina, al trabajo que nos permite seguir pagando el sueldo de nuestros políticos, incluidos aquellos que tienen dinero oculto fuera del país, el Gobierno en funciones y el partido que lo sustenta (¿o es al revés?) volvieron a demostrarnos lo mucho que valoran nuestro sentido del humor dándonos un ejemplo práctico de lo que para ellos es la regeneración política. El paso atrás que han dado luego en su decisión no anula esa consideración, pues fue provocado por la misma oposición obtusa que se niega a dejarles seguir regenerándose una legislatura más.

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