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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Todo por resolver

Es desolador abrir el curso político con otra investidura parlamentaria sin perspectiva de éxito

Mariano Rajoy habla durante el pleno de investidura parlamentaria del 30 de agosto.
Mariano Rajoy habla durante el pleno de investidura parlamentaria del 30 de agosto. Uly Martín

Sabedor de que hoy puede encontrarse con una respuesta dura por parte de Pedro Sánchez y de que fracasará sin la abstención de los socialistas, Mariano Rajoy omitió ayer calificativos y alusiones al PSOE, pero tampoco gastó un gramo de energía a la hora de ofrecer concesiones que le ayuden a sumar los apoyos que le faltan. Tras lograr la nada despreciable cifra de 170 votos parlamentarios y quedar a seis de la mayoría absoluta, mucho más que los 131 que logró Pedro Sánchez en la anterior legislatura, el voto negativo del PSOE condena la operación a la derrota. Habremos asistido así a una escenificación del fracaso, trasladando a la ciudadanía la frustración de empezar el curso con la exasperante sensación de bloqueo que presidió el anterior. ¡Qué gran fracaso de toda la clase política!

Editoriales anteriores

Más que un programa de gobierno, el candidato se ofreció al Congreso como conductor de un conjunto de pactos de amplio alcance que ataquen problemas de mayor cuantía, desde la unidad de España hasta la igualación de los españoles a la hora de recibir servicios públicos, la sostenibilidad de las pensiones, la educación, la violencia de género o la presencia de este país en los debates europeos. Es verdad que en todos esos terrenos hacen faltan acuerdos, pero quien convoca a la tarea sin negociaciones previas debe tener fuerza y credibilidad para hacerlo, y esa no es la posición de Rajoy, dada su resistencia al diálogo durante el tiempo en que gobernó con mayoría absoluta.

Para seguir en el poder, Rajoy tiene que dar señales de rectificación y autocrítica en aspectos muy importantes, y no lo hizo. Agradeció varias veces a Ciudadanos el pacto de investidura alcanzado con el Partido Popular, pero apenas dedicó su atención a las medidas de regeneración de la vida pública acordadas con el partido de Albert Rivera; y además pasó prácticamente de puntillas por las reformas institucionales pactadas entre ambas fuerzas. Todo ello desde la plena conciencia de que carece de fuerza por sí mismo para llevar a cabo un proyecto político, pero de que tampoco existe alternativa y de que hay varios corresponsables.

Y ahí está el nudo gordiano de la situación. La dificultad para encontrar la salida es precisamente la ausencia de alternativa. Rajoy se ofrece como jefe de la única opción política viable, frente a la cual dijo que solo podría desplegarse un Gobierno "de mil colores", radical e ineficaz, y amenazante para la unidad territorial de España, en alusión implícita a lo que podría representar una alianza del PSOE, Podemos y fuerzas nacionalistas e independentistas.

En ausencia de una alternativa clara, el empleo de expresiones como la que utilizó Pedro Sánchez, calificando su reunión previa con Rajoy de "perfectamente prescindible", son una ofensa a la ciudadanía. Guste o no, hay que agotar las posibilidades de desbloquear la situación. Encerrarse en que el único objetivo es derrotarle resulta inaceptable: hay que dar una salida a la situación política, sin alimentar la desconfianza de los españoles en un sistema de partidos que fracasará si se muestra incapaz de encontrarla.

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