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Perros, gatos y políticos deshonestos

¿Existe de verdad 'la loca de los gatos'? ¿Aceptarías una ley que prohibiera a los políticos dehonestos? Estas y otras rarezas en el Cosas que no sabíamos de IDEAS

Los amantes de los gatos tienen menos amigos en Facebook. El gigante norteamericano de las redes sociales se ha propuesto descubrir si la leyenda de la mujer de los gatos, solterona de avanzada edad que vive rodeada de felinos, pero sin contacto con los humanos, es cierta. Tras cruzar los datos de más de 160.000 perfiles de amantes de los gatos —localizados gracias a un sistema que estudia las publicaciones en la red social y discrimina aquellas que no interesan—, pueden asegurar casi con rotundidad que la leyenda es cierta. El 30% de los usuarios que aman a los felinos están solteros, frente al 24% de los que prefieren a los perros. Además, también han descubierto que la gente que prefiere a los gatos suele tener de media 26 amigos en Facebook.

Tailandia prohibirá a los políticos deshonestos

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Aunque parezca el sueño utópico de muchos ciudadanos desencantados con la política, es una realidad. La Junta Militar de Tailandia pretende establecer un nuevo sistema que impida a los políticos que considere deshonestos ejercer como representantes de la sociedad. La cuestión es cómo se valorarán los límites de la honestidad: estos parámetros serán determinados por una serie de burócratas al servicio del Estado y tendrán que ser aceptados por la población en referéndum para que entren en vigor.

La villa olímpica de 1980 es hoy una prisión federal

La villa olímpica de Nueva York, construida para los participantes de los Juegos de Invierno de 1980, se convirtió apenas seis meses después del fin de la competición en una cárcel federal. Los deportistas de élite que correteaban por los pasillos fueron sustituidos por jóvenes delincuentes; las cómodas habitaciones que habían albergado, entre otros, a los jugadores del equipo de ­hockey soviético —que ese año se alzó con la medalla de oro— se transformaron en celdas. Un segundo uso del edificio que los americanos habían previsto desde un primer momento, ya que no querían que, tras la competición, se transformara en un recuerdo deslucido, como ocurre con muchas construcciones que se realizan explícitamente para la celebración olímpica.

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