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Tentaciones

El artista que hizo un disco con los sonidos (escatológicos) de su cuerpo

Matthew Herbert se grabó comiendo, durmiendo, teniendo sexo o defecando y, con ello, compuso su nueva obra, 'A Nude'. Él mismo nos explica las motivaciones de su "provocación"

Matthew Herbert
Matthew HerbertFacebook

Matthew Herbert nunca ha sido conocido por su jovialidad, pero esta vez su semblante impenetrable está más que justificado. El productor británico, capaz de armar una canción en base a cualquier sonido conocido, acaba de llegar a Madrid en plena resaca del Brexit. "La historia que ha triunfado es que los inmigrantes vienen a quitarnos lo nuestro", cuenta con cara de preocupación. "Es como el comienzo del fascismo. Ya no es solo que salgamos de la UE, es que se repite la historia. Eso es lo verdaderamente aterrador".

Para alguien que ha construido su carrera en base a discos conceptuales y la convicción de que todo lo que hacemos es político, resulta imposible abstraerse del presente. "El mundo va realmente mal: el Brexit, Trump, las armas nucleares, el cambio climático... Todo es un desastre", lamenta. En este momento de descomposición y desconexión, él se ha fijado en el mínimo común denominador de nuestra especie: el cuerpo humano. Su nuevo disco, A nude (the perfect body), utiliza exclusivamente sonidos de su organismo. Y su origen es fundamentalmente escatológico. "Pensé en cuál sería el sonido que más rechazo me produciría, y descubrí que sería el de un camionero cagando al lado de mi casa. Y me pregunté por qué. No quiero resultar grosero, pero… todos cagamos. La reina, Donald Trump, Nigel Farage, yo… Hay algo democrático en eso. El cuerpo de otra persona puede ser un paisaje extraño pero, al mismo tiempo, nos resulta familiar".

«Todos cagamos: la reina de Inglaterra, Donald Trump, Nigel Farage, yo... Hay algo de democrático en eso»

Además de deposiciones, A nude incluye pistas dedicadas al sonido que hacemos al dormir, comer, movernos, despertarnos o corrernos. Si alguien no pilla el elemento transgresor, él se apresura a aclararlo: "¿Cuándo fue la última vez que pegaste tu oído al cuerpo de otra persona?", interroga. "Hay algo en ese gesto casi tabú: acercarte mucho al espacio personal de alguien. Yo lo siento casi como una provocación, en un momento en el que la política nos separa. Es como decir: 'acércate más, más…".

En una época en la que muchos músicos han dado un giro social, para Herbert su condición política es algo inevitable. "Yo no hubiese podido hacer un disco sobre alguien haciendo caca hace 150 años", aclara. "Lo puedo hacer porque tengo la tecnología necesaria, una fuente estable de electricidad y no estoy en una zona de guerra, demasiado ocupado huyendo para salvar mi vida. Así que creo que tenemos la obligación de reflejar lo que está pasando". Incluso si, como habitante del primer mundo, ser coherente resulta imposible. "Estamos rodeados de contradicciones", asume. Un ejemplo: ha llegado en avión a Madrid, para actuar en el festival Mulafest, en vez de un medio de transporte más ecológico. "Habría venido en tren, pero el concierto empezaba demasiado pronto. Y el tren habría pasado por Francia, usando energía nuclear. Estamos metidos en un autobús que va en la peor dirección posible. Puede que yo esté en la parte trasera golpeando el cristal e intentando bajarme, pero sigo dentro. Todos somos unos hipócritas, yo como el que más, pero intento cuestionarme siempre si estoy haciendo lo correcto".

«Yo no hubiese podido hacer un disco sobre alguien haciendo caca hace 150 años»

En efecto: si el presente es tenebroso, para Herbert el futuro no se presenta mucho mejor. ¿Hay alguna esperanza, Matthew? "Lo único que podemos hacer es cambiar las cosas desde uno mismo, con decisiones del día a día que tienen un impacto enorme. Por ejemplo, la mayor industria del mundo se basa en lo que comemos. Me encanta que me hayan traído comida vegetariana orgánica al camerino. Si no me como todo y se tira, al menos un animal no habrá perdido la vida. Pero eso no es suficiente. Necesitamos cambios profundos y fundamentales. Y grandes ideas. Para eso necesitamos salir a la calle. Y elegir a otro tipo de políticos".

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