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La paradoja y el estilo
Columna
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La convención

El abrazo que protagonizaron esta semana Mariano Rajoy y Ana Pastor es una oda a la amistad, al amor como Dios manda y a sus hijos: el poder y el éxito

Mariano Rajoy felicita a Ana Pastor en el Congreso.
Mariano Rajoy felicita a Ana Pastor en el Congreso.Uly Martin
Boris Izaguirre

Puede que Mariano Rajoy se vuelva invisible en medio de la contienda política y que consiga alianzas sorprendentes con demostrada habilidad. Pero, en lo que más me parezco a Mariano Rajoy es en que yo también soy de tener buenas amigas. Las venero, las coloco en un pedestal y me dedico a cultivar ese interés mutuo, igual que Mariano, como acaba de demostrar colocando a Ana Pastor al frente del Congreso. El abrazo que protagonizaron esta semana es una oda a la amistad, al amor como Dios manda y a sus hijos: el poder y el éxito. Se le ve casi más emocionado en ese abrazo que durante el beso a Viri, su esposa, en el balcón durante la noche electoral. Todo indica que Mariano ve House of Cards y que de ahí rescata ideas, como la de reunirse en secreto con los nacionalistas catalanes y dar así el sorpasso.

Cristiano ha aprovechado los momentos de soledad para tomar el sol en el yate.
Cristiano ha aprovechado los momentos de soledad para tomar el sol en el yate.©GTRESONLINE (GIM)

Rajoy y los nacionalistas son una pareja fuera de lo común, pero más cohesionada que la de Lionel Messi y Cristiano Ronaldo, que han veraneado en la misma isla, Ibiza, pero con yates muy distintos, tanto en diseño como en actitud y protocolos. El yate de Messi es más familiar, un campamento con hijos, sobrinos, cuñadas y tías, barrigas cerveceras, ropa y toallas dejadas a secar en la popa o colgando en cualquier parte con un cierto aire de parrilla en permanente elaboración. En cambio, en el yate de Cristiano todo es cool, millennial y entre amigotes. Son hombres en diferentes estados de depilación y tonificación. Reaparece su amigo el boxeador marroquí y ese otro, menos conocido, pero al que le gusta presumir de panza y calva ofreciendo una especie de cable a tierra a la estratosférica atmósfera en la que gusta disfrutar el astro del balón. En ese ambiente diferente, Cristiano ha recurrido a la alta tecnología usando un bañador confeccionado con un tejido que deja pasar los rayos solares permitiendo el bronceado integral. ¿Pueden imaginarlo? Debido a ese capricho se ha abierto el debate de si es erótico el bronceado total o es más sexy la marca blanca protectora. Mi amigo Miguel, que no toma el sol, se ha manifestado radicalmente promarca blanca de bañador, “nada como el bronceado de albañil”. Mientras que en centros de estética femeninos, alguna valiente ha manifestado que prefiere el bronceado integral. Pero todos estamos de acuerdo en que el futbolista está llevando el homoerotismo a otro nivel, a la cultura de masas.

Precisamente, en América y en la conquista por la Casa Blanca se ha producido una situación extrema: la esposa de Donald Trump, Melania, plagió parte del discurso de Michelle Obama en la convención demócrata de 2008 en su intervención en la reciente convención republicana. Melania debe de estar pasándolo mal, pero en la serie House of Cards siempre nos muestran cómo quedar en ridículo puede convertirse en un éxito si sabes levantarte, reírte un poquito del traspié y que un mal inicio no siempre significa que no vaya a haber mejor final.

Donald Trump y Melania en la convención republicana en Cleveland.
Donald Trump y Melania en la convención republicana en Cleveland.J. Scott Applewhite (AP)

Antes de ese final, podríamos repasar las esposas de Trump. Empezando por Ivana, la primera, exesquiadora olímpica de la desaparecida Checoslovaquia. En los ochenta, Ivana y Donald eran la imagen del despiporre, el gasto exuberante, los trajes largos de lamé dorado y hojarasca de tela y alambres en un solo hombro. Los reyes de Mar-a-Lago, una suntuosa villa mezcla del Hotel de París de Montecarlo y una nave espacial complicada. Harto de sol y dólares, Donald se enamoró de su segunda esposa, Marla, también buena esquiadora, durante un viaje de esquí en Aspen. Ivana pidió el divorcio y mantuvo en vilo a millones de trabajadores que deseaban saber cuántos millones le arrebataría al millonario. El divorcio catapultó a Ivana a la portada de ¡Hello! y a un puesto entre los 10 divorcios más caros de la historia. Ella regresó a Europa, se enamoró de un italiano más joven, ofreciendo quizás una imagen pelín caricaturizada de sí misma. Marla Maples también tuvo portadas y un delicioso reportaje en ¡Hola! con su hija Tiffany junto al magnate e inmensos platos de cereales transgénicos y cartones de leche sobre una mesa de mármol anaranjado. Un poquito después, también se divorció aportando sobre Donald la leyenda de mal carácter y de que quería más a sus edificios que a su familia. Trump estuvo sin novia, pero se hizo propietario del concurso de belleza Miss Universo, hasta que sus inclinaciones centroeuropeas le llevaron hacia Eslovenia y hasta Melania.

Repasando la historia sentimental de Trump nos damos cuenta de que en una carrera presidencial también existen pequeños divorcios. Como los de Mariano con Ana Mato y, más recientemente, con María Dolores de Cospedal. Melania y Donald dieron así el sorpasso y Ana y Mariano, unidos, pudieron ganar su convención.

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