No solo la acción militar derrotará a Boko Haram en Chad
La actividad de Boko Haram en Chad ha disminuido bastante en los últimos meses, “queda un poco de peligro, sobre todo de atentados y de infiltraciones en la parte del lago Chad a causa de las pequeña islas que hay allí. El lago está desapareciendo y están surgiendo islas, y en esa zona tienen alguna base los terroristas y, de vez en cuando, aprovechan para hacer un atentado en algún mercado. En los últimos han utilizado niñas que envían engañadas a comprar y luego las hacen explotar a distancia. De todas formas, lo que es claro es que el país está ahora un poco más tranquilo”. Quien habla así es el padre Salvador Romano (Sant Feliu de Codines, Barcelona, 1945) misionero javeriano que lleva trabajando en ese país desde 1982.
Comenta Salva, que es como todo el mundo le conoce, que la razón de esta mejora de la seguridad del país se debe en gran parte a que Chad “tiene un ejército muy fuerte, muy bien preparado, son verdaderos guerreros del desierto, con muchos medios, y que cuenta con el apoyo de la Unión Europea y Estados Unidos para luchar contra ese terrorismo. Son ellos los que desde el punto de vista militar están un poco acabando y limitando la cosa”.
Este es el aspecto militar del problema porque no hay que olvidar que “Boko Haram surge porque Nigeria había abandonado mucho el norte del país”. Hay un fuerte problema social del que se sirven los terroristas para reclutar a los jóvenes e imponer sus doctrinas también en Chad, al igual que sucede en los otros países vecinos como Camerún y Níger. “Chad es un país que no tiene futuro tal y como está ahora mismo”, explica Romano, “está siendo saqueado a causa de la corrupción, unos dicen saqueado que por una cierta tribu, que por un cierto clan… Bueno, está siendo saqueado por unos pocos, lo que significa que el resto de la población vive en la pobreza. Además, la educación es un engaño porque los jóvenes llegan a terminar sus estudios y consiguen sus diplomas pero no tienen el nivel que han de tener. Tiene expectativas pero no logran hacer nada, no consiguen un trabajo. Es por esto que las ciudades se encuentran llenas de jóvenes que están allí sin hacer nada, que sobreviven como pueden, que no tienen nada, por lo que cuando encuentran a alguien que les ofrece dinero, que les ofrece una oportunidad de ser jefes, de ser algo, le siguen sin pensárselo dos veces y Boko Haram se aprovecha de eso”.
“En la zona que yo estoy, en Pala, me decía el comisario de la policía que a los jóvenes que Boko Haram recluta les ofrecen 100.000 francos cfa. (152 euros) al momento de unirse a ellos y les prometen que además tendrán dinero, que tendrán armas, que serán… y claro los jóvenes se dejan engañar”, continúa Salva. Por eso mismo, él cree que “hasta que no se resuelva la situación política y social, del norte de Nigeria pero también la de Chad, hasta que no se resuelva el problema de los jóvenes y estos puedan encontrar trabajo y tener una educación de calidad… no se terminará con Boko Haram. La juventud no ve futuro, ese es el grave problema y el país que no se ocupa de ellos. El ejército puede eliminar las células de Boko Haram actuales pero volverán a surgir otras sino se remedia la vida de los jóvenes ya”.
La situación del país no tiene pinta de que vaya a cambiar en un corto plazo. El pasado 10 de abril el presidente chadiano, Idriss Déby, era reelegido por sexta vez con el 61,56 % de los votos, mientras que la oposición acusaba de fraude al proceso electoral. Déby “tiene el apoyo de Europa y de las grandes potencias porque se dice que puede controlar la región. Por ejemplo, en la República Centroafricana el presidente de Chad puede controlar a los seleka, si hubiese salido otro presidente quizás todo el proceso de paz de ese país no hubiera seguido adelante. Eso hace que también haya un poco de desencanto en la ciudadanía, la gente dice que no hay nada que hacer, que no se pueden cambiar las cosas, porque como todos los grandes apoyan al presidente no se le puede cambiar”.
“Hay que decir que de vez en cuando suceden cosas buenas”, afirma Salva, “como que por primer vez en África se ha juzgado y condenado al antiguo presidente del Chad, Hessène Habré. Esto puede ser una señal para decir que, tal vez, los jefes de estado africanos no pueden hacer lo que les dé la gana, que habrá una justicia. Creo que esto afectará muy positivamente a la sociedad chadiana porque algo se está moviendo en el país. En las últimas elecciones se despertó un poco una conciencia y la gente decía que hay que unirse, que hay que salir de este agujero… Eso, unido a este juicio, que en Chad ha tenido una gran publicidad, y el hecho de que a Habré lo haya juzgado un tribunal africano y condenado a cadena perpetua, es una señal muy fuerte para los gobiernos de África y sobre todo para los ciudadanos, que les dice que algo se puede hacer. Esto puede despertar la sociedad un poco, y por eso es un paso muy importante”.
Sin embargo, “estamos muy lejos de que en Chad suceda algo parecido a lo que pasó en Burkina Faso en 2014, por ejemplo”, continúa Romano, “porque el presidente chadiano cuenta con un gran apoyo de las fuerzas armadas, por eso mismo la situación es diferente en los dos países. Pero lo importante es que algo, aunque sea poco, se ha despertado y decimos que no ahora pero dentro de unos años habrá una reacción gracias a la cual se podrá llegar a una cierta democracia”.
Salva es consciente de que para realmente cambiar las cosas en Chad hay que trabajar mucho con los jóvenes, primero ofreciéndoles una educación de calidad y luego creando oportunidades laborales para ellos. Pero también piensa que hay un problema mucho más profundo: “los jóvenes rechazan la cultura de los ancianos, con los valores que esa cultura transmitía. El modelo que quieren es el que ven en la televisión y en las películas que llegan allí, que tiene unos valores superficiales y muchas veces contravalores. Ellos quieren ser modernos y quieren ser como en esas películas. Como consecuencia, hay una falta de valores en la juventud chadiana enorme, Si esto es así, cómo luchar contra la corrupción, cómo luchar por la igualdad entre hombre y mujer, cómo inculcar a los jóvenes la idea de que el país puede crecer cuando falta una base cultural de valores y eso es muy grave y es muy difícil de corregir”.
Desde la Iglesia católica, que es minoritaria en el país, “se están creando centros culturales, con bibliotecas, con salones de actos, con proyecciones, con encuentros, con conferencias con conciertos, con actividades deportivas… es una manera, primero de quitar a los jóvenes del alcoholismo que es uno de los graves problemas que tienen. Es terrible, porque cuando no hay nada se reúnen en los bares donde beben y beben. El hecho de que vengan a estos centros donde no hay alcohol y se divierten ya es algo. En Pala hay tardes que tenemos hasta un millar de jóvenes. En muchos lugares donde estamos, además de en las escuelas trabajamos con este tipo de actividades de formación para los jóvenes. Además estamos incrementado esos centros culturales y sus actividades: las conferencias, los encuentros, poner a disposición de los jóvenes libros. Hemos encontrado algunos voluntarios, incluso profesores de bachillerato, que se prestan gratuitamente a dar conferencias, a explicar algún libro… Todo eso pueda ayudar a abrir un poco la mentalidad de estas personas, es ya un primer paso”, explica el misionero.
En esos centros también se educa sobre el VIH/SIDA a los jóvenes, otra de las prioridades de la Iglesia en Chad. “En los centros culturales se intenta, al igual que con los grupos que últimamente se han creado alrededor de un monitor, formado por nosotros, para informarles sobe el SIDA. Cuando la mentalidad como es allí es que eso te cae encima como la lluvia, si te toca te toca, cuesta mucho intentar cambiar esa forma de pensar, porque no basta con decir usa el condón y se acabó, no, hay que cambiar la mentalidad y eso no es nada fácil, se necesita mucho tiempo para conseguirlo. Tenemos actualmente 27 monitores que hemos formado para que reúnan a los jóvenes en los distintos poblados y les hablen de eso y les informen y les formen y les ayuden a salir un poco de esa mentalidad”.
“Así, poco a poco, en Chad se están creando condiciones para mejorar la situación de los jóvenes y evitar el desánimo que muchas veces les afecta y que les hace caer en cosas como el alcoholismo o unirse a grupos terroristas como Boko Haram o los selekas de la República Centroafricana. Son pequeños pasos, nos gustaría hacer mucho más, pero los fondos no llegan para eso, así que hacemos lo que podemos”, concluye Salva.
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