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PUNTO DE OBSERVACIÓN
Columna
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Empiezan las aberraciones

Es un error pretender que un Gobierno en funciones no se someta al control del Congreso

Soledad Gallego-Díaz

El problema en este momento político español no es la incertidumbre o la posible celebración de unas nuevas elecciones. El problema es que empiezan a aparecer aberraciones, graves errores de entendimiento, muy peligrosos y lamentablemente protagonizados por políticos experimentados. La peor aberración de esta semana, corregida solo en el último segundo, ha sido pretender que un Gobierno en funciones no está sometido al control del Congreso, cuando es esa cámara la que tiene que vigilar que el Gobierno en funciones cumpla con sus exigencias competenciales, es decir, que no se exceda de lo que está autorizado en el artículo 21 de la Ley Orgánica del Gobierno.

El catedrático de Derecho Constitucional de la Autónoma de Madrid Juan José Solozábal lo explicó muy claramente: entre las atribuciones del Gobierno cesante figura, además del despacho ordinario de los asuntos públicos, los casos de urgencia y los “de interés general”, como podría ser una declaración o un acuerdo de la Unión Europea sobre refugiados. “Habrá que evitar”, añadió Solozábal, “que un Gobierno en funciones sea más incontrolado que otro en plenitud de facultades y, sobre todo, que se deje sin efecto la vigencia del régimen parlamentario con un gobierno, que aunque en funciones, dejaría de tener el contrapeso democrático y quedaría así exclusivamente al albur del control jurisdiccional”.

Evidentemente, en una situación de interinidad, el Gobierno en funciones no puede ser cesado, pero eso no impide el control parlamentario, imprescindible, en asuntos de interés general. Lo increíble es que se haya dudado de algo tan elemental y que se haya estado a punto de producir una suspensión constitucional del régimen parlamentario.

La aberración jurídica se rectificó finalmente, pero queda el hecho de que fue defendida por el secretario de Estado para las Relaciones con las Cortes, que se supone que debe saber de qué habla, y por asesores directos de Rajoy, que actúan como sus voceros.

De lo que se trata aquí, además, es de algo políticamente insoportable: el tosco comportamiento del que empiezan a dar muestras bastantes políticos y del tono desabrido o ridículamente infantil que adopta el propio presidente en funciones ante cualquier propuesta de un Parlamento legalmente constituido. Si el estado de ánimo del presidente Rajoy está tan deteriorado que sus reacciones sobrepasan lo tolerable por la educación y la sensatez, lo mejor sería que pensara si está en condiciones de cumplir sus obligaciones.

El éxito del PP estribó durante muchos años en ser una organización política capaz de aglutinar a todo lo que se encontraba a la derecha del PSOE

El Partido Popular necesita con urgencia reaccionar y comprender que la estrategia seguida en los últimos años ha sido un fracaso, porque fracaso es quedar aislado, no poder atraer a ninguna otra fuerza parlamentaria. El éxito del PP estribó durante muchos años en ser una organización política capaz de aglutinar a todo lo que se encontraba a la derecha del PSOE. “Esa capacidad está hoy absolutamente en entredicho y ese es un problema de primera magnitud (…). Cuando esto fracasa y es evidente que en las últimas elecciones, fracasó, el proyecto se viene abajo”, reconoció el ex ministro popular Gabriel Elorriaga en el espacio de entrevistas de centro-derecha que promueve el grupo critico popular Floridablanca.

“El PP se encuentra en una encrucijada de verdad, donde probablemente hay que cambiar muchas cosas, personas e incluso ideas“, asegura Elorriaga, para quien muchos militantes tienen la impresión de que “la organización ha quedado capturada por sus dirigentes”. “Da la sensación de que quien alcanza la dirección tiene tal cantidad de instrumentos en su mano que depende solo de su voluntad que el partido no se encastille”, explica. Hay prisa, antes de que las aberraciones proliferen.

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