“Agua, tierra y jóvenes: en África solo faltan políticas”
La directora general adjunta de la FAO cree que hay que explorar "todas las opciones" para asegurar la seguridad alimentaria en los próximos años: también el uso de la biotecnología
De alguna forma, las motivaciones de esta mujer ya aparecían definidas en su partida de nacimiento, expedida en Cabo Verde el 29 de mayo de 1959. Maria Helena Semedo es mujer, africana y procede de un pequeño Estado insular.
El archipiélago del Atlántico que la vio nacer es uno de los 39 países encuadrados en la plataforma SIDS (Pequeños Estados Insulares en Desarrollo, por sus siglas en inglés), junto a Maldivas, Jamaica, Samoa o Fiji, entre otros. Y Semedo les presta una atención especial. Por sus propias características, todos son territorios “muy vulnerables” que en muchos casos se ven obligados a destinar gran parte de su presupuesto a combatir los desastres, en vez de invertir en su propio desarrollo. Sin embargo, al estar clasificados muchos como países de renta media, no son una prioridad a la hora de recibir ayudas del Banco Mundial.
Exministra de Cabo Verde y ahora directora general adjunta de la FAO (la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), es perfectamente consciente de la problemática común de estos enclaves. “Hay que tener en cuenta que en estos casos las infraestructuras, como un aeropuerto, no valen para todo el país. Así que la necesidad de inversión muchas veces se multiplica por el número de islas, sin que se pueda justificar por el tamaño de la población”, lamenta.
Otra fuente de preocupación es la nutrición: “Se ven obligados a importar casi toda la comida, el precio se encarece y se tiende a comprar lo más barato, que no suele ser lo más sano”. Esto hace que gran parte de los habitantes de estos SIDS desarrollen diabetes, obesidad o tensión alta. El gasto en atención sanitaria crece y limita aún más las cantidades que se pueden destinar a desarrollo. Por ejemplo, en 2010 más del 70% de los mayores de 15 años tenían sobrepeso en las Islas Cooks, Micronesia o Nauru.
La responsable de Recursos Naturales advierte de las dificultades de los pequeños Estados insulares en desarrollo
Los Estados Insulares además están muy preocupados por el cambio climático. Tanto por los efectos que la subida del nivel del mar puede tener en sus costas como por las consecuencias para sus fuentes de alimentación. En este punto, la coordinadora de recursos naturales de la FAO cree que el uso de la biotecnología puede ayudar a “adaptar la producción agrícola a las necesidades climáticas”.
Esa cuestión, el uso de tecnología para producir alimentos, genera encendidos debates, pero Semedo insiste en establecer una diferenciación: “Biotecnología y alimentos transgénicos no son lo mismo”, enfatiza. “La biotecnología es mucho más que los organismos genéticamente modificados: son los biopesticidas, las vacunas, el biofertilizante…”.
Según su dirigente, el objetivo de la FAO —que en febrero celebró un simposio internacional sobre el tema— está muy claro: abrir un espacio neutral para el debate, discusión que pide que sea “técnica y no ideológica”. Semedo dice entender todas las posturas, pero insiste en que hay que explorar todas las opciones. “Sin recurrir a los transgénicos, hay muchas vías para resolver el problema de la seguridad alimentaria”, asegura. Y el uso de tecnología, ya sea avanzada o no, es una de ellas.
Otro reto que no hay que obviar es asegurarse de que esa tecnología sea segura y, más aún, “accesible para todos, incluidos los pequeños agricultores”, que generan cerca del 70% de la producción mundial. Porque el reto es enorme: “En lugares como África hay que doblar la producción de alimentos”.
Y es en ese continente, en su continente, donde esta economista de formación pone muchas esperanzas. “África tiene agua, tiene tierras y tiene una población joven. Solo faltan políticas e iniciativas”. Y defiende que en ese futuro que empieza a tomar forma —con líderes mejor formados, y tasas de crecimiento económico positivas— las mujeres tienen que desempeñar un papel importante. Pero para eso hace falta que, como ha ocurrido en su país, no se las discrimine en cuanto a la educación. "En Cabo Verde, ante la inmigración de los hombres, las mujeres asumieron el liderazgo de las comunidades”, recuerda. Hace un cuarto de siglo, ella misma fue una de las que dio un paso al frente al meterse de lleno en política. Como antigua miembro del Parlamento de su país, lamenta que en la Asamblea caboverdiana solo haya ocho mujeres (poco más del 10%). Y se refiere a Ruanda —el Parlamento con más mujeres del mundo, hasta un 63% en la cámara baja— como un ejemplo en este sentido.
‘La biotecnología debe ser segura y accesible, también para los pequeños agricultores’
Fue en 1990 cuando distintos movimientos ciudadanos de la antigua colonia portuguesa consiguieron llevar adelante un proceso de apertura política que acabó con el sistema de partido único. Semedo recuerda la ilusión de conseguir avances de aquellos días. En 1991 se celebraron las primeras elecciones, y la economista, que salió elegida por el MPD (Movimiento por la Democracia), fue una de las dos primeras mujeres en entrar en el Gobierno del archipiélago. Ocupó sucesivamente las carteras de Pesca y Agricultura, Asuntos Marítimos y Turismo, hasta que su partido quedó fuera del Ejecutivo en 2001, y pasó a ser parlamentaria rasa.
“Pero en el Parlamento había mucha discusión y poca acción”, rememora sobre sus dos años como legisladora (2001-2003). “Y a mí lo que me gusta es actuar”. Así que no lo pensó dos veces y pasó a ser representante de la FAO en Níger. De ahí, a encargada de la oficina regional del África Occidental hasta coordinar esta organización de Naciones Unidas en el continente africano, antes de llegar a su cargo actual.
En todo este tiempo ha podido analizar las fortalezas y debilidades africanas. En el haber, que la sociedad civil “es más consciente de su poder de influencia en las cuestiones políticas, y va por delante de los políticos, muchos se han quedado obsoletos”. En el debe, que falta alcanzar un equilibrio en los avances económicos y sociales. “Se ha avanzado, pero de forma desigual: hay dos Áfricas distintas en cuanto a los niveles de educación y pobreza”. Por eso Semedo pide “repensar” el modelo de desarrollo y lamenta que organizaciones como la Unión Africana tengan que acabar centrándose más en asuntos de guerra y paz y menos en el desarrollo de los Estados miembro.
Cuando se le pregunta por el modelo a seguir, vuelve a referirse a Ruanda. “Funciona, porque es un país con en el que hay una visión clara de lo que se quiere hacer, un liderazgo efectivo y una apuesta por el poder de las mujeres”. Otra cosa es el de la democracia, sobre la que reflexiona alguien que contribuyó a instaurarla en su propio país: “En África se tiende a aplicar directamente el modelo occidental, cuando en Europa llevó siglos dar con un sistema que realmente funcionara”.
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