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Tribuna
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Pendientes del petróleo

Debemos hacernos a la idea de que el precio del crudo no se va a recuperar a corto plazo

El mundo entero está pendiente del precio del petróleo, que no deja de caer e inquieta a mercados y Gobiernos. El crudo ha bajado casi un 70% desde el máximo de 115 dólares el barril en 2014, y debemos hacernos a la idea de que no se va a recuperar a corto plazo. El brentseguramente volverá a acercarse a los 45 dólares este año, cuando los precios baratos obliguen a cerrar parte de la producción norteamericana, pero para que subiera más tendría que pasar algo muy inesperado que interrumpiera el suministro. La producción en EE UU está disminuyendo, pero no tanto ni tan deprisa como preveían muchos analistas, y con las nuevas tecnologías es posible volver a incrementarla rápidamente para aprovechar la subida de precios, así que los precios volverían a caer. Además, el fin de las sanciones contra Irán puede hacer que aumente sus exportaciones en un millón de barriles diarios antes de que acabe el año. Irak también está produciendo más. Y Libia, pese a sus dificultades, sumará entre 200.000 y 300.000 barriles diarios en primavera.

La verdad es que ningún Gobierno tiene motivos reales para frenar la producción con la esperanza de que suban los precios. Si Arabia Saudí recorta la suya, probablemente reducirá su cuota de mercado, pero los precios no subirán, porque otros aprovecharán para producir más. Rusia, acosada por las sanciones y en recesión, no tiene motivos para producir menos. Irán lleva años esperando a vender más petróleo y eso es lo que va a hacer, aunque sea a un precio más barato.

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Y además, ahora que el mundo rebosa petróleo, es probable que se frene el crecimiento de la demanda, de unos 1,7 millones de barriles diarios en 2015 a 1,1 o 1,2 millones en 2016. El motivo es, sobre todo, la desaceleración económica en China y otros mercados emergentes.

¿A qué país deben preocupar más los precios? Como es lógico, los problemas de Rusia serán el centro de atención. El Gobierno de Putin obtiene la mitad de sus ingresos de las exportaciones de energía. Pero todavía dispone de mucho dinero en efectivo: más de 350.000 millones de dólares en reservas internacionales. Además, Rusia tiene una ratio favorable entre deuda y PIB que le facilita la obtención de más dinero, y su tipo de cambio flexible ayuda a amortiguar el golpe fiscal de los bajos precios del crudo. Por si fuera poco, Putin tiene un 82% de índice de aprobación. Puede dormir tranquilo por ahora.

Los saudíes deberían preocuparse más. El Gobierno posee aún más de 600.000 millones de dólares en reservas, pero son 100 millones menos que hace un año, y, a no ser que la familia real sea capaz de introducir reformas fundamentales en su economía (que no parece probable), llegará un día en el que se les acabará el dinero que necesitan para subvencionar la vida de sus ciudadanos como hasta ahora. Esto coincide con el ascenso de su rival, Irán, la pérdida de confianza en Estados Unidos como aliado y las tensiones crecientes en la familia por el próximo proceso de sucesión.

Ahora bien, si hay un país que puede sufrir una verdadera crisis en 2016 es Venezuela. El presidente, Nicolás Maduro, se enfrenta a una grave crisis económica, la escasez de todo tipo de productos, el Congreso controlado por una oposición cada vez más enfadada y quizá un referéndum para apartarlo del poder. El petróleo pesado venezolano se vende a unos 24 dólares el barril, y será difícil evitar algún tipo de impago de la deuda. Es posible que veamos pronto a Maduro buscando casa en La Habana.

Pero no todo es malo. El miedo a las crisis, a veces, puede empujar a los dirigentes a adoptar actitudes constructivas ante sus retos políticos. Si las facciones libias no colaboran para construir y sostener un Gobierno de unidad, ninguna de ellas se beneficiará de los ingresos de las exportaciones de petróleo recién restablecidas. La paz podría aumentar dichas exportaciones hasta 400.000 barriles diarios a mediados de año. Además, el petróleo barato, los ajustes económicos y el riesgo de agitación social pueden generar una modesta apertura política en Argelia cuando el veterano presidente, Abdelaziz Buteflika, se retire y deje paso a un sucesor. Claro que esas esperanzas no servirán de nada si los precios bajos duran tanto como para crear graves problemas a largo plazo en economías emergentes como Rusia, Arabia Saudí, Brasil, Nigeria y otras.

Ian Bremmer es presidente de Eurasia Group y autor de Superpower: Three Choices for America’s Role in the World. Pueden encontrarlo en Twitter @ianbremmer.

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.

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