Vivir tras la muralla marítima
Yakarta se hunde. Para evitarlo, las autoridades trabajan en la construcción de una fortificación
“Cada dos años tengo que elevar el suelo para evitar que mi casa se inunde”, cuenta Lukman. Él y su esposa Rifka lo están quitando de su vivienda. El nuevo será un metro más elevado, a la misma altura que el nivel del mar con marea alta. “Si la madera de mi suelo antiguo no basta, lo quito de casas y barcos abandonados. Muchos propietarios estaban hartos y se han ido de aquí”, completa Lukman. De 41 años, es uno de los últimos pescadores en la bahía de Yakarta. Con su esposa y sus cuatro hijos habita una vivienda sobre palos que él construyó en la tierra arcillosa, justo detrás del dique que cierra el pólder Pluit en el norte de la ciudad. El pólder fue desaguado en 1981, en el marco de un enorme proyecto para ganar tierra al mar. Es el más antiguo del país y tiene una bomba de drenaje y un estanque donde se acumula el agua sobrante.
“En el 2013 hubo una enorme inundación”, dice Ibu Sarmini. “Ahora con cada aguacero la calle principal se inunda y se produce un embotellamiento de tráfico”. Con su esposo y cuatro hijos, Sarmini, de 38 años, también vive en un asentamiento en la orilla de Waduk Pluit, donde sufre las consecuencias de las inundaciones. Dos veces al día viaja con su motocicleta a determinados lugares en la ciudad para vender jamu, una mezcla tradicional de hierbas medicinales de la isla de Java que ella misma elabora. “Antes del 2007 nunca las sufrimos de manera tan grave”.
Los diez millones de habitantes de la metrópolis están acostumbrados a la época de lluvia (de noviembre hasta abril), cuando el agua que baja de las montañas provoca el desbordamiento de los ríos. El problema se agrava con los atascos de plásticos y demás residuos domésticos. Sin embargo, como consecuencia del cambio climático, la lluvia se intensifica. Las graves inundaciones son ahora un fenómeno que se repite cada año.
En 2007 el agua subió por encima de la estrecha fortificación marítima de hormigón y creció entre 1,5 y siete metros en las calles de Yakarta. Hubo 2,6 millones de personas damnificadas, de las cuales 340.000 tuvieron que abandonar sus hogares. A esta cifra se añadieron 70 muertos y 200.000 enfermos por falta de higiene. El Banco Mundial estimó los daños económicos en 800 millones de euros. “El agua llegó hasta aquí”, dice Sarmini mientras señala una línea sucia en la pared de su comedor, un metro y medio por encima del suelo.
La inundación confirmó la advertencia de los expertos: la ciudad de Yakarta, con 30 millones de habitantes y una de las conglomeraciones más densamente pobladas del mundo, se está hundiendo de manera acelerada. Debido al desenfrenado crecimiento económico, al aumento de la población y a la falta de regulación, se extrae excesiva agua del subsuelo de Yakarta. Ello genera el hundimiento del suelo y de la ciudad por debajo del nivel del mar, a un promedio de 7,5 centímetros al año. En el norte, más cercano al mar, donde viven Lukman y Sarmini, se midió recientemente una bajada de 25 centímetros.
“Si no se hace nada, es posible que en el 2025 Yakarta esté cinco metros más bajo que en el 2008”, señala Jan Jaap Brinkman en su oficina en el centro de la ciudad. Brinkman es ingeniero del instituto neerlandés Deltares, especializado en el control de agua. Vive y trabaja desde hace 20 años en la capital indonesia. “Sí, el nivel del mar sube como consecuencia del cambio climático”, dice. “Pero el mayor problema es que Yakarta se hunde". Según las autoridades el 40% de la ciudad está por debajo del nivel del mar.
La marea viva del 2007 fue una total sorpresa para los habitantes. En aquel tiempo Brinkman trabajaba para un consorcio neerlandés que poco antes de la catástrofe había sido contratado por las autoridades indonesias para buscar una solución al problema de las vías navegables. Brinkman y sus colegas llegaron a la conclusión de que las excesivas inundaciones desde el mar pueden ser pronosticadas por la posición de la luna y que se repiten cada 18 o 19 años. Así, se prevé la próxima para 2025.
Los asesores constataron que no solamente es necesario el mantenimiento de los actuales canales y ríos. Si la tierra sigue hundiéndose al mismo ritmo, el terreno debe ser protegido mejor contra inundaciones. De lo contrario, se producirá una catástrofe mayor en el 2025. Después de la marea viva del 2007, las autoridades indonesias pidieron al Gobierno holandés desarrollar una estrategia y un plan concreto para proteger a Indonesia y específicamente a Yakarta ante el peligro.
En el 2011 el Gobierno holandés impulsó la creación de un consorcio con oficinas de asesoramiento en ingeniería holandesas y el instituto de investigación Deltares. Este consorcio presentó un plan completo para desarrollar la línea costera y protegerla contra las inundaciones: National Capital Integrated Coastal Development (NCICD). El propósito es desaguar extensos terrenos y construir en los próximos 30 años una nueva fortificación marítima. El coste de todo el proyecto se estima en unos 30.000 millones de euros.
Para financiar el plan se construirá frente a la costa una nueva ciudad mediante unas islas artificiales dispuestas en forma de la mitológica Garuda, el símbolo nacional de Indonesia, la síntesis de un ser humano y un águila. En el 2015 se dio a conocer que las empresas holandesas de dragado Boskalis y Van Oord construirán al menos una de las islas, un proyecto de 350 millones de euros.
La primera fase, que se está llevando a cabo en la actualidad, consiste en la protección de Yakarta contra las subidas del mar mediante el fortalecimiento de los diques a lo largo de la actual línea costera y el aumento de la capacidad de drenaje de la ciudad. Al mismo tiempo se mejorará la depuración de las aguas residuales y el abastecimiento de agua. En la segunda y tercera fase del proyecto (2018-2025) se construirá la gran fortificación marítima que protegerá a Yakarta ante una inundación en caso de marea viva. El proyecto abarca, además, una enorme capacidad de almacenamiento para el exceso de agua de río y suministrará agua sin purificar a la ciudad para hacerla potable posteriormente. En el 2030 como tarde se iniciará la construcción de un enorme estanque de agua dulce para el norte de Yakarta, para evitar que los ríos se estanquen como consecuencia del hundimiento de la tierra y desemboquen en el mar por la fuerza de la gravedad.
Un problema enraizado en el pasado
En 1616, los holandeses colonizaron la actual Indonesia y Jan Pieterszoon Coen fundó Batavia. Mediante el existente amplio sistema de canales en el delta, el agua del río Ciliwung fue llevada al mar. En el siglo XVIII el estuario de Batavia, admirado por los canales de color verde esmeralda, empezó a estancarse. Los buques de carga ya no podían navegar hasta los almacenes y astilleros tierra adentro porque los canales carecían de suficiente profundidad. La salud pública empeoró rápidamente porque se tiraba de todo al agua: cadáveres, residuos domésticos y excrementos. Las autoridades construyeron un nuevo centro, tierra adentro y, cuando el campo, situado fuera del casco antiguo, fue declarado seguro, la clase alta se mudó hacia el sur.
A lo largo del tiempo gran parte de la antigua Batavia se convirtió en astilleros. En los años setenta del siglo pasado se construyó una esclusa en el río Ciliwung para detener el continuo encenagamiento de la desembocadura del río, la bahía de Yakarta.
“Allí está el mar”. Alda, una colegiala de 12 años, señala una punta de mástil en la lejanía. Alda vive con su madre y padrastro en una habitación de madera contrachapada construida por ellos mismos en el histórico edificio de Pasar Ikan (El antiguo mercado de pescado), originalmente una isla situada entre las viejas murallas de Batavia y el puerto de Sunda Kelapa. En este lugar los holandeses controlaban la entrada a la ciudad desde el río Ciliwung. Pero con el tiempo la línea costera se desplazaba y Pasar Ikan se convirtió en un mercado de pescado.
“Y allí está el río”, dice Alda mientras pasea por el terreno donde se amontonó el sedimento del río. “Este es uno de mis lugares favoritos para jugar". Pero no se baña en el agua, dice con cara de asco. “Está demasiado sucia. Me da picor y se me irrita la piel".
Cerca de Pasar Ikan está la plaza Fatahillah, en medio de Kota Tua, el centro del antiguo Batavia. La mayoría de los edificios coloniales está en ruinas; queda un solo canal pues los demás han sido cegados. Sumari (49) trabaja como guía turística. Hace 20 años se mudó de Jepara, en el centro de Java, a Yakarta, en busca de trabajo “solamente con una bicicleta y una maleta”, relata Sumari. “Primero trabajaba como taxista con la bici, pero después restauraron la plaza Fatahillah y prohibieron el tráfico motorizado. Llegaron muchos más turistas y comencé a trabajar como guía”.
Con sus amigos Sumari creó una pequeña empresa de guías turísticos con bicicletas holandesas. En su tiempo libre, leyó libros y aumentó su conocimiento acerca de la historia de Batavia. “A la gente le gusta escuchar historias del pasado para poder hacerse una idea de cómo se vivía aquí”, dice Sumari. Le da vergüenza el mal estado de la antigua ciudad, pero aún así es capaz de mostrar su belleza. “Mira aquí”; Sumari señala desde su bicicleta el agua turbia del Kali Besar (el llamado canal grande). “A la gente les gustaba reunirse aquí, era un bulevar grande. Podría ser como antes, pero ahora hay un olor terrible por el agua estancada".
Sumari sigue su camino a lo largo del río hacia Sunda Kelapa. Pasa por Pasar Ikan, la casa de Alda, y por el lugar donde Ibu Sarmini vende frecuentemente su jamu. Es difícil imaginarse que en estos edificios desmoronados alguna vez fueron almacenadas las mejores especias. “Huele, esto es kretek".(una mezcla aromática de tabaco y clavo de olor) Sumari se ríe. Dos horas después, la plaza Fatahillah está repleta de gente. Es una de las pocas zonas peatonales de Yakarta donde se reúnen muchos jóvenes, artistas callejeros y vendedores ambulantes. En las calles adyacentes hay edificios maravillosamente restaurados, como la antigua sede del gobernador, actualmente un museo, el célebre café Batavia y el museo Wayang con la lápida sepulcral de Jan Pieterszoon Coen.
Sumari está encantado con el renovado interés por la antigua ciudad. Sueña con que esta zona, con sus canales y puentes, algún día vuelva a cumplir su antigua función y que la ciudad respire, una vez más, como en los tiempos de la antigua Batavia. Parece satisfecho. Al igual que la mayoría de los habitantes de Yakarta, no es consciente de la gravedad del hundimiento de su ciudad. Es posible que dentro de 30 años su querido Kota Tua esté sumergido en el agua.
Para Sarmini y su familia la situación es distinta. Desde la época colonial el sistema de canales y diques drenan no solamente el agua sino también grandes cantidades de basura. “Lo único que podemos hacer es tirarla al estanque”, suspira Sarmini. Las consecuencias se aprecian en el canal cerca de su casa. En los barrios ricos de Yakarta la basura es recogida por empresas privadas, pero en los humildes es vertida en edificios vacíos o en canales y ríos que en la época de lluvia sirven de procesadores de basura. Los desperdicios se amontonan río abajo causando el estancamiento de los canales de desagüe y de las bombas de drenaje.
El palafito de Lukman está en medio de otras moradas, justo por encima del nivel del mar, en una esquina de la bahía de Yakarta cerca de la antigua fortificación marítima. Su barco de pesca está a dos minutos caminando por los muelles. Dos veces al día controla sus redes de pesca tendidas junto a los últimos manglares de la zona. “Antes todo era bosque”, explica. Lukman señala una península llena de rascacielos con apartamentos de lujo. “La gente tenía miedo de vivir aquí por los ladrones y los monos”. En sus redes ya no encuentra pescado, sino basura de plástico a menudo cubierta de una gruesa capa de suciedad. Lukan navega hacia la otra orilla de la bahía, donde hay unas sospechosas empresas de elaboración de pescado. “Me afilié a la asociación de pesca en señal de protesta contra los residuos químicos que se vierten”, explica. Más adelante, junto a la fortificación marítima está la bomba de Pluit, que vierte el agua desde el estanque Waduk Pluit en la bahía. “Si llueve, está mucho peor. La bomba tiene que funcionar día y noche para verter las aguas residuales de Yakarta en la bahía”, dice Lukman. “La gente es tan codiciosa... Cosechan del mar como si fuera de su propiedad, pero entretanto nuestra tierra se hunde en las aguas".
Lukman tiene que pescar cada vez más mar adentro debido al agua contaminada de la bahía, pero su barco no es resistente a la fuerza del océano. Por ello se alegra de ayudar esporádicamente en el de su amigo. Muchos de sus colegas pescadores utilizan ahora sus naves para llevar de excursión a los turistas. Lukman no piensa hacerlo: su libertad es más importante que el dinero.
La fortificación marítima, esa estrecha construcción de hormigón, tiene que proteger la ciudad ante el creciente nivel del mar. “Yakarta es como un acuario pero a la inversa: el agua está afuera, dentro está el aire”, dice Victor Coenen, director de proyectos del NCICD. “El norte de Yakarta se hunde y se convierte en una cuenca y nosotros lo rodeamos de un muro para prevenir que entre el agua. Una cuenca con cuatro millones de habitantes y tenemos que garantizar su seguridad. Todo un cometido".
La unica solución para Yakarta es construir una línea de protección del litoral formada por estanques de agua almacenada, bombas de drenaje y esclusas de retención, opina Coenen. “La pregunta es: ¿quieres construir esa línea en el mar o en la tierra? Nosotros opinamos que debería ser en el mar, porque no hay que tener en cuenta el entorno urbano. Puedes construir donde quieras y tienes más tiempo para evacuar a la gente si algo va mal.”
Pero persiste otro interrogante: cómo se procura que el agua residual que llega de la ciudad a la bahía sea limpia. El gobernador de la capital, Basuki Tjahaja Prunama, se muestra preocupado. Cita la fortificación marítima Saemangeum de 33 kilómetros de largo en Corea del Sur. “Incluso los coreanos tienen problemas, aunque en su caso solo se trata de dos ríos. Yakarta tiene 13 ríos altamente contaminados".
No solamente Tjahaja se preocupa por la calidad del agua. Debido al plan de cerrar la bahía, el apodo popular del NCICD es "el gran tanque séptico". Coenen reconoce el problema. “Si no actuamos ahora, pronto tendremos por toda la región estanques de inundación muy contaminados o un enorme depósito residual frente a la costa. Sea como sea, la calidad del agua se debe mejorar porque los estanques de almacenamiento son una parte imprescindible de cualquier variante del plan".
A tiro de piedra de la casa de Sarmini se ven las máquinas de dragado, que sacan una capa de cinco metros de residuos y lodo del estanque Waduk Pluit. Se había formado una montaña porque éste sólo tiene dos metros de profundidad pese a que debería contar con cinco como mínimo, según Coenen. Hace 16 años, cuando Sarmini hizo construir su casa, vivía muy poca gente en la zona. Ahora el terreno edificable es cada vez más escaso, por lo que aumentó considerablemente la densidad de la población a lo largo de Waduk Pluit y los ríos y canales. Para restablecer la función del estanque de almacenamiento y limitar el riesgo de inundación en la zona, el Gobierno comenzó a dragar la orilla y desalojó muchas viviendas para posibilitar la circulación del agua.
Un poco más lejos se hallan un flamante nuevo centro comercial y el parque de eventos Jokowi (en honor al ex gobernador de Yakarta y actual presidente de Indonesia, Joko Widodo). Hace tan solo dos años era una comunidad con casas como la suya, afirma Sarmini. “No sabemos a dónde fue toda esa gente, solo que algunos viven ahora en las afueras de la ciudad.” A corto plazo Sarmini no teme perder su vivienda, pero se muestra escéptica. “Es muy bonito que el Gobierno luche contra las inundaciones, pero si las viviendas tienen que desaparecer a favor de centros comerciales, supuestamente para garantizar nuestra seguridad, yo estoy en contra.”
Según Sarmini es muy fácil contener el peligro de inundación: dejar de verter basura y mantener limpias las zonas verdes. Y está decepcionada con las autoridades. “Harían mejor en ayudarnos a eliminar nuestra basura y darnos agua potable saludable. Así podríamos juntos hacer algo bonito de Waduk Pluit, como era antes.”
El kampung (la comunidad) colindante al barrio de Alda ha recibido el apodo "kampung acuario" porque las casas están muy por debajo del nivel del mar, junto al puerto de Sunda Kalepa, que está rodeado de una fortificación marítima. Al caminar por las calles se puede curiosear en el interior de las casas a través de las ventanas del primer piso. Un poco más allá se ve que las autoridades alzan el camino de acceso más importante con medio metro de hormigón. Se nota dónde vive la gente más acomodada: quien puede pagarlo, levanta su casa hasta el nivel de la calle. En caso de tormenta, las de los menos afortunados se inundan; primero los de la calle y luego los que están en el centro del acuario.
Actualmente un 60% de los habitantes de Yakarta utiliza agua de la bomba para uso doméstico. “Si en los próximos años podemos reducir de manera importante el hundimiento del terreno, no se necesitaría la construcción de la fortificación marítima grande. Pero para ello hay que dejar de bombear agua subterránea”, dice Jan Jaap Brinkman, experto de Deltares. “El problema es que no existe ningún plan en caso de inundación de la Gran Yakarta y el Gobierno y las autoridades regionales todavía tienen que decidir qué medidas del NCICD quieren implementar".
Expertos de Deltares, científicos indonesios y el Gobierno de Yakarta están de acuerdo sobre una cosa: no hay tiempo que perder. Todos argumentan que con una buena gestión de la tierra y del agua se puede frenar el hundimiento del suelo dentro de cinco o diez años. Pero para ello se requiere voluntad y fuerza política. Basándose en la asesoría de los expertos y con el fin de reducir el consumo, la administración municipal de Yakarta ha decidido aumentar los impuestos sobre el uso de agua subterránea y superficial en la ciudad.
En el norte de Yakarta se aprecia la construcción de una valla para reforzar la actual fortificación marítima de hormigón muy cerca de la casa de Lukman. Es la primera fase del proyecto del NCICD y todo parece indicar que falta muy poco tiempo para que Lukman y sus vecinos tengan que abandonar sus hogares. Pero desde hace algún tiempo las obras están paralizadas: falta presupuesto para terminarla. El proyecto ha sido muy criticada porque amenaza la existencia de los pescadores, pero es cierto que muchos kilómetros mar adentro el agua está negra como consecuencia de la polución proveniente de la basura que Yakarta vierte directamente al océano.
“Yo creo que un proyecto como el de la gran fortificación marítima es la única solución si queremos que el agua de la costa vuelva a tener color azul claro”, dice Victor Coenen del NCICD. “Los desperdicios flotantes y el agua contaminada deben ser acumulados y purificados antes de desaparecer en el océano".
“Si mi casa tiene que desaparecer, yo voy a vivir en una casa flotante en el mar. ¡Solo!”, lamenta Lukman. No se puede imaginar otra vida que la del pescador, dice: lo era su padre, igual que su abuelo. “Lo llevo en la sangre. He comenzado en la construcción, pero terminé en la pesca.” Parece que no le importa que en el futuro tenga que faenar en agua dulce. ¿Qué sabe de la gran fortificación marítima? “Sí, he oído hablar de ello”, resume. “Lo leí en un diario en el que estaba envuelta mi comida.”
Este reportaje de la fotógrafa Cynthia Boll forma parte de un proyecto sobre el hundimiento de Yakarta y las consecuencias para los habitantes.
Aquí encontrará sus relatos y más información sobre las causas y las posibles soluciones:
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