Crecimiento estable
Las dudas sobre la formación de Gobierno frenarán la recuperación
La formación de una mayoría de Gobierno es un factor básico de estabilización del crecimiento económico en España. Esa es la lectura entre líneas del informe de previsiones económicas del Fondo Monetario Internacional (FMI) difundido ayer, en el cual se corrigen al alza las previsiones españolas de crecimiento: concretamente dos décimas para 2016 (del 2,5% anunciado en octubre al 2,7% estimado ahora) y una décima para 2017 (del 2,2% al 2,3%). Es una preocupación explícita en el Foro de Davos que hoy comienza; España es la cuarta economía europea y todo lo que pueda influir en su evolución, para bien o para mal, es relevante para los inversores internacionales.
La corrección optimista del FMI indica que reconoce a España una elevada capacidad de crecimiento al menos durante los próximos dos años. En parte porque todavía no se han alcanzado los niveles de inversión y consumo previos a la crisis; en parte porque el FMI considera que el hundimiento del precio del petróleo beneficiará al consumo; y en parte porque el crecimiento español, superior a la media europea, se fundamenta en una caída de las rentas salariales que se mantendrá al menos hasta 2018. El Fondo puede errar por décimas en los pronósticos concretos, pero no suele equivocarse en las tendencias.
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Pero el factor que no puede evaluar el organismo internacional es el político. Un Gobierno estable es la primera condición para prolongar periodos de crecimiento. Las instituciones internacionales y los foros de inversión siguen con atención las negociaciones para formar Gobierno tras las elecciones del 20 de diciembre. A muy corto plazo, las expectativas de inversión directa y de confianza en la deuda no se verán afectadas por la espera; pero pasado un periodo prudente, si se hace evidente la imposibilidad de llegar a un acuerdo que permita la investidura de un candidato sólido con un programa viable, el desacuerdo pasaría una factura que no sería barata. Es improbable que ese coste se manifieste en un encarecimiento drástico de la deuda; el BCE tiene hechos los deberes. Pero sufrirían la inversión directa y el empleo; y, por tanto, habría consecuencias sobre el crecimiento.
El peor escenario a efectos económicos es la repetición de elecciones. Demoraría la formación de un nuevo Gobierno al menos hasta el tercer trimestre del año; en consecuencia, España no podría afrontar la tensión independentista en Cataluña (otro daño colateral para la calidad de la economía) ni negociar los ajustes presupuestarios y un nuevo plan de estabilidad; en ese caso, los recortes adicionales de gasto para 2016 tendrían que aplicarse en pocos meses. La estabilidad presupuestaria pública necesita con cierta urgencia un nuevo calendario de ajuste del déficit que proporcione margen a la acción pública en inversión y estabilizadores sociales.
Es improbable que las expectativas de crecimiento para este año y el próximo se vayan a conseguir al margen de la estabilidad política. Esa es la razón económica para evitar unas nuevas elecciones. Cuanto antes se forme un Gobierno, antes se podrán despejar las dudas que se ciernen sobre el crecimiento.
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