Cojines amarillos
Bertín Osborne está en un momento dulce de su carrera y Pedro Sánchez, más bien, en uno crucial
Resulta muy entretenido que la televisión sea el escaparate, batidora de ideas y agitador de la contienda electoral. Me ha encantado comprobar que Bertín Osborne y Pedro Sánchez tienen en común la masculina necesidad de colocarse un cojín entre las piernas cuando hablan a calzón quitado. Llamó la atención que los cojines fueran iguales y amarillos: demuestra que en esa decoración hay una querencia por la simetría. Soy enemigo de tanta simetría en la decoración, ese recurso solo es admisible en palacios como Versalles. Reducida a un salón, se vuelve mediocre.
La exposición televisiva de los candidatos a presidentes genera debates tan interesantes como: ¿Qué incita tanto a dos varones a ponerse un cojín entre las piernas mientras hablan? Posiblemente tenemos una incomodidad con la entrepierna. Una inseguridad o una necesidad ancestral de proteger o cubrir esa parte de la anatomía. A veces creo que es carencia de amor maternal o una sobredosis de ello. Pero es curioso que dos personas de edades e ideologías distintas como Osborne y Sánchez compartan esa querencia por el cojín. Bertín está en un momento dulce de su carrera y Pedro más bien en uno crucial. Y el amarillo del cojín, un color controvertido, tiñe la magia televisiva en campaña electoral. Transforma cualquier discurso en entretenimiento. Se ha sustituido el debate político por la humanización del candidato. Y sin debate los candidatos se vuelven personajes y el voto un intercambio de simpatías.
El entretenimiento se ha convertido en una almohadilla protectora para nuestros políticos, un salvavidas. A lo mejor Sánchez necesitaba ese airbag para frenar las palabras del barón socialista Emiliano García-Page, pronunciadas durante un desayuno público en el Hotel Ritz, el preferido de Carolina Herrera cuando está en Madrid. García-Page aseguró que el problema del PSOE es que “no tiene, no tenemos claro qué errores hemos cometido”.
Tras el paso por El hormiguero de Albert Rivera, han criticado a Pablo Motos que hubiera estado más simpático con él que con Pablo Iglesias. Una sonrisa de más en un programa de humor puede generar gruñidos en las redes. Rivera, encantado, sonríe como si estuviera a punto de comerse un buen trozo de pastel. Quizás debería recortar el largo de sus trajes. El que lució en El Hormiguero le daba un aspecto como de miembro de los Avengers en plan civil. Con acortar un poquito la americana, estrechar las solapas y el escote, Rivera se vería más bien como Enrique Ponce cantando en una boda de tronío, donde cada vez se cuentan más votos a su favor.
Es cierto que ahora, en la era de los cojines protectores, el discurso se propaga hacia los tejidos y la piel hasta difuminarse por completo. Es un recurso bien pensado: hay que caer bien sin concretar nada. Además, evita que veamos al presidente desgastarse en situaciones más agresivas. Es muy soberbio por parte de Rajoy el no acudir a ningún debate, pero también es favorable a la moda de los programas como cojines protectores. “¿Para qué ir a un debate a pasarlo mal si puedo mostrar mi lado humano con Bertín o María Teresa?”, nos parece decir detrás de su puro. Con María Teresa nos deleitará recordando fútbol y boleros, algún momento ye-yé y con Bertín podrían hablar sobre la situación penal de Isabel Pantoja, que ya ha cumplido la mitad de su condena. La reina de la copla, que arremolina votantes, a lo mejor vuelve a casa a tiempo para las elecciones y también para Navidad. La gran duda sobre su libertad es si conservará las amistades que ha hecho en el centro penitenciario. En especial esa directora de Alcalá de Guadaira, que ha sido su apoyo, su cojín amarillo, en estos duros meses de prisión antes de sentarse en un plató de televisión.
Otro tema de conversación entre Bertín y Mariano podría ser lo de moda que está Barcelona y su club de fútbol. Madonna hizo sus dos conciertos allí y aprovechó para agarrarse a Jon Kortajarena como si fuera el nuevo cojín de toda una generación. Los fans comentaron que se emocionaron cuando la reina del pop pronunció Kortajarena sin equivocarse. Un día antes, la 6ª Gala de la Fundación Lucha contra el Sida recaudó más de 800.000 euros e impuso su alfombra roja como uno de los eventos del año en la ciudad. Tenía de todo, desde Albert Rivera sonriendo hasta Eugenia Martínez de Irujo disfrutando. La constatación que esta temporada el glamour se ha vuelto un cojín amarillo, tan importante para la alta sociedad y la política como para la televisión que nos da la comodidad que necesitamos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.