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La trituradora

Quien denunció el caso del 3% fue la concejala de Esquerra en Torredembarra, Montserrat Gasull: ¿Esquerra es “el Estado”?

Xavier Vidal-Folch

Las coartadas, justificaciones y juramentos de Artur Mas y acólitos sobre el caso del 3% se revelan falaces más/menos a las 24 horas.

El registro de la sede de CDC fue una “puesta en escena desproporcionada”. Al contrario: fue provechoso: los papeles/hilillos de la trituradora de papel contenían evidencias de las astillas.

“Yo y mi partido somos objeto de caza mayor”. Erróneo: de momento ha caído solo caza menor, los dos tesoreros convergentes, el segundón de las adjudicaciones de obras de la Generalitat. Ni siquiera se ha llegado —todavía— al Arquitecto.

Hubo “sobreactuación y exageración” de la fiscalía y la Guardia Civil en la detención de los tesoreros Andreu Viloca y (el ex) Daniel Osàcar (que fue secretario particular, ay, de Mas). Mixtificación: la prisión sin fianza dictada por el juez (no son los fiscales ni los guardias quienes deciden eso) contra el primero, el triturador; y la libertad con cargos para el segundo, tras tratársele con la delicadeza debida a los ancianos, indican exactamente lo contrario.

“El sistema de adjudicaciones [en los concursos de obra pública] es transparente, da garantías y no deja margen a la discrecionalidad”. A la inversa, como señalan las gestiones de Viloca anotadas en su agenda, los pagos paralelos de comisiones injustificadas y la repetición de paganos.

Todo lo actuado son “montajes” del Estado contra el secesionismo (Mas), que constituyen una auténtica “guerra sucia” (Jordi Turull). Alucinaciones, al menos parciales. Quien denunció el caso del 3% fue la concejala de Esquerra en Torredembarra, Montserrat Gasull: ¿Esquerra es “el Estado”? ¿Y esta Montse es la autora de la “guerra sucia”? Y el juez instructor es el del Vendrell y se llama Josep Bosch i Mitjavila, no Pepe Bosque Mediavilla. Otra cosa es que otros se froten las manos y aventen las brasas. Pero brasas hay. Y autóctonas.

Las brasas están delimitadas por el cruce de la frondosa trituradora; la inequívoca agenda del tesorero encarcelado; la caja fuerte del empresario dadivoso con sus porcentajes bien calculados; y los correos electrónicos borrados a toda prisa, recuperables en el disco duro. Así que esta camada no es nativa digital, y su jefe se autotritura la credibilidad cada vez que habla. Como confiesa la Señora de Liechtenstein: “¡Si solo ha salido una mínima parte!”.

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