Blatter, fin de trayecto
La inhabilitación del presidente y de Platini obliga a elecciones inmediatas
Con más parsimonia de la deseable, la FIFA anuncia algunas decisiones encaminadas a mejorar la imagen del fútbol mundial. El Comité de Ética de la organización inhabilitó ayer durante 90 días (ampliables a otros 45) al presidente, Joseph Blatter, y al vicepresidente y presidente de la UEFA, Michel Platini, al parecer, mejor jugador que directivo. El surcoreano Chung Mong-joo, candidato a presidir la FIFA (Platini también quería presentar su candidatura), queda suspendido por seis años. La causa está en los 1,8 millones de euros que habría recibido en 2011 de la FIFA el directivo francés, con la anuencia de Blatter, por supuestos trabajos sin especificar. Es la manida e increíble excusa de las asesorías verbales.
La inhabilitación implica en primera instancia el final del trayecto político para Blatter y Platini. El hasta ahora presidente debería haber hecho mutis por el foro en mayo, cuando las autoridades judiciales americanas destaparon la red de sobornos y corrupción, a cuenta de las obras y concesiones de los Mundiales de fútbol a Rusia y Qatar, en la que estaban implicados varios de sus directivos más próximos. Pero eligió la peor opción: presentarse a una elección escandalosa que ganó, verse obligado a dimitir casi de inmediato y arrastrar públicamente su magro prestigio para orquestar unas nuevas elecciones en febrero no ya como candidato sino como muñidor político en defensa de los intereses de una organización minada por la corrupción.
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Blatter no puede estar en la FIFA un día más; su presencia implica someter el prestigio del fútbol mundial al albur de los resultados en las investigaciones por trampas que rodean al inhabilitado. El caso de Platini también apunta a una liquidación de su carrera. Ni la FIFA ni la UEFA pueden permitirse el lujo de contar con un presidente señalado por cobros que no tienen explicación. La salida más lógica es que olvide o le hagan olvidar su candidatura.
El problema inmediato es que hay que construir la FIFA sobre nuevas bases, es decir, mediante una depuración de las prácticas de soborno que solo puede hacerse excluyendo radicalmente a casi todos los directivos actuales. No está claro quiénes pueden dirigir la organización de nueva planta, sin sobornos, ni intereses contractuales ni comisiones. La segunda línea de directivos (caso de Ángel María Villar, presidente de la Federación Española de Fútbol y primer vicepresidente de la UEFA) ofrece pocas garantías de competencia y estabilidad y debería ser descartada radicalmente.
Para los restos que todavía queden en pie de la FIFA, devastada por Blatter y sus directivos, es cada vez más urgente convocar unas elecciones inmediatas, con candidatos que no formen parte del entourage de Blatter, Platini y el numeroso equipo de comisionistas; porque el fútbol no aguanta en esta situación hasta febrero.
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