Portugal sin mayorías
La victoria insuficiente del centroderecha abre un nuevo escenario de pactos
L as elecciones del pasado domingo en Portugal han supuesto el primer respaldo popular en Europa a la receta ortodoxa para combatir la crisis económica. Durante cuatro años, el primer ministro Pedro Passos Coelho ha aplicado los compromisos adquiridos con el FMI, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea para salvar económicamente al país. Era el tercer rescate en 40 años de democracia.
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La dureza de las medidas hacía difícil pronosticar un triunfo para la coalición de centroderecha que gobernaba el país. Hace un año, cuando António Costa llegó a la dirección socialista tras la crisis que llevó a la cárcel, acusado de fraude fiscal y corrupción, al ex primer ministo José Sócrates, el PS ganaba por 13 puntos en las encuestas. El triunfo socialista parecía claro; la duda era si con mayoría absoluta. Pero el resultado de las urnas se ha concretado en una victoria por seis puntos de la coalición de Gobierno, que en todo caso, pasa de 132 a 104 escaños en una cámara de 230 diputados, con lo que se queda sin mayoría absoluta.
Para dar la vuelta a los sondeos y lograr el 38,5%, el centrista Passos Coelho hizo una campaña sobria, basada en el mensaje de que lo peor del ajuste había pasado pero que era arriesgado cambiar. Todo lo más que ofreció, junto con su socio de coalición, el Centro Democrático y Social, fue suavizar algo los recortes. Costa prometió rebajar el IVA de la hostelería del 23% al 13%. Según Passos Coelho, el país no se lo podía permitir. Su apuesta a favor de “mantener el rumbo” ha sido apreciada por el electorado, mientras que el buen arranque de Costa se fue diluyendo durante la campaña para desembocar en una subida notable, pero insuficiente, de escaños.
Al margen del ascenso socialista, el éxito electoral en la izquierda se lo apunta el Bloco de Esquerda, que pasa de 8 a 19 escaños y le gana la partida al tradicional Partido Comunista, que mantiene prácticamente la misma representación. La suma de los tres —socialistas, comunistas y Bloco— supera en escaños a la coalición ganadora.
El dilema del Partido Socialista es tender la mano hacia el Bloco y el PC o apoyar al centroderecha. Lo último equivale a entrar en la lógica de la austeridad, en contra de la voluntad de sus electores; y lo primero ha sido ya descartado por Costa, que ha dicho que no va a contribuir a que se forme “una mayoría negativa”, posición responsable y comprensible aunque solo sea por la disparidad de programas económicos con el Bloco y los comunistas. El PS es partidario de la “austeridad moderada” y los otros dos quieren acabar con ella.
El problema de Passos Coelho es que esa mayoría de izquierdas que no va a gobernar sea suficiente para impedir que lo haga él. En ese caso, habría seis meses de Gobierno en funciones antes de celebrar nuevas elecciones, y nadie puede garantizar resultados muy distintos a los del domingo. Solo una posición del PS que implique un acuerdo tácito de respaldo temporal a Pasos Coelho —con el compromiso de moderar los recortes pendientes— superaría el actual callejón sin salida y podría evitar los riesgos de inestabilidad derivados del equilibrio parlamentario de fuerzas.
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