“El ébola no ha terminado todavía”
Desde 2013 es jefe de comunicación de Unicef en Guinea y como tal ha vivido toda la crisis de la enfermedad que ha afectado a 28.000 personas y matado a 11.299
Timothy La Rose es un experto en comunicaciones, medios sociales y prensa, conferenciante y escritor. Desde 2013 es el jefe de comunicación de Unicef en la República de Guinea y como tal ha vivido toda la crisis del ébola desde su inicio hasta la actualidad. Antes de unirse a la organización de la ONU encargada de la infancia, La Rose fue jefe de prensa de la Oficina de las Naciones Unidas para la cuestión de los niños y los conflictos armados. Hablamos con él a su paso por Madrid, de regreso a Conakry, en la sede de la organización en España.
Pregunta: ¿Cómo es la situación en los tres países más afectados por el ébola, Guinea, Sierra Leona y Liberia, ahora mismo?
Respuesta: Los tres países más afectados por el ébola han mejorado mucho. Se han conseguido importantes logros. En Liberia y Sierra Leona hace semanas que no tenemos ningún caso nuevo [En Sierra Leona, tras recibir el alta del hospital la última enferma; se confirmó un nuevo caso el pasado domingo 30 de agosto] y en Guinea quedan solo unos pocos. Nos sentimos contentos con esta nueva situación, pero el ébola todavía no se ha terminado, hay que seguir trabajando sin bajar la guardia. La gran preocupación que ahora tenemos es abordar lo que va a suceder a partir de ahora, sobre todo en los que se refiere a la salud. Prevemos que pueda producirse un resurgimiento de enfermedades que hasta ahora estaban controladas, como la malaria, por ejemplo. Por eso, todavía queda mucha tarea por hacer y si no la hacemos estaremos poniendo en riesgo la salud de la población, especialmente la de los niños que son el grupo de la población más vulnerable. No podemos esperar a otra crisis como esta. Tenemos que empezar ya a reconstruir los servicios de salud de los tres países y para ello necesitaremos una gran inversión.
Una de las razones por la que este brote ha afectado tanto a estos países y no a otros donde también se han registrado casos de ébola, como Malí o Nigeria, es porque sus sistemas sanitarios estaban en muy malas condiciones a pesar de los muchos esfuerzos hechos en este campo, especialmente en Liberia y Sierra Leona tras las guerras que sufrieron. Si hubieran tenido un sistema más fuerte posiblemente se hubiera podido luchar contra el ébola de forma diferente. Por eso enfatizo que si no les ayudamos a construirlos las cosas pueden complicarse en un futuro muy próximo.
P. ¿Cuáles son los efectos que está teniendo esta epidemia en la sociedad?
Ahora, el gran problema es la falta de medicinas y el resurgimiento de algunas enfermedades como la malaria o el sarampión
R. Solo en Guinea tenemos más de 6.000 huérfanos que han perdido uno o ambos padres; y el total en los tres países juntos se eleva a más de 19.300. En Guinea, que es el país que más conozco, tenemos la suerte de que casi todos los niños y niñas han sido acogidos por la familia extensa. Pero esto supone una carga adicional para las familias, a las cuales ya les cuesta criar a sus propios hijos. Imagine lo que supone cuando a un hogar en el que hay cinco niños, llegan otros cinco. Además, los menores que pierden a sus padres están traumatizados, por eso desde Unicef les damos apoyo psicosocial. En Guinea más de 1.100 niños y niñas ya lo han recibido. Y también les proveemos con ropa, comida, material escolar… para rebajar la carga que suponen para las familias de acogida.
Ahora, el gran problema es la falta de medicinas y el resurgimiento de algunas enfermedades, principalmente porque no pudimos llevar a cabo campañas de vacunación o de prevención durante la crisis del ébola. Además, la gente tenía miedo de ir a los centros de salud porque pensaba que si iba allí no iba a salir. Por eso tenemos que prepararnos para poder afrontar cualquier brote. Y ya los estamos viendo, como sarampión o meningitis, por ejemplo. Si tuviéramos un servicio de salud fuerte, o al menos lo que teníamos antes de esta crisis, sería más fácil luchar contra estas enfermedades.
P. ¿Qué papel han jugado las prácticas tradicionales y la cultura en la transmisión del ébola?
R. Guinea es un país con una gran diversidad cultural y con distintas tradiciones. Es verdad que algunas de las prácticas tradicionales han ayudado a la propagación de la enfermedad, como los entierros. Por eso, desde un primer momento Unicef se comprometió con los líderes de todas las religiones para buscar prácticas seguras que estén respaldadas por el Corán o la Biblia. También hemos trabajado estrechamente con los curanderos tradicionales porque todo lo que hacemos afecta a la comunidad y estas personas son parte de ella. Si no es así, si no se cuenta con la comunidad, si no se entienden las tradiciones, no sirve de nada el trabajo que se hace. Por eso era importante contar con los curanderos tradicionales —ya que la gente acude a ellos— y explicarles y convencerles de que algunas prácticas tenían que cambiar, especialmente los entierros. Muchos de los contagios se han producido por la forma dar sepultura a los muertos. Ha habido que enseñar a todos que ‘así es cómo se hace ahora’ y ha costado cambiar sus tradiciones. Ha sido muy difícil, muchas veces a la gente le cuesta entender los cambios de costumbres porque siempre han hecho las cosas de esa manera.
P. La comunidad internacional ha sido acusada de reaccionar demasiado tarde y de dar una respuesta muy lenta a la crisis del ébola. ¿Está usted de acuerdo con esto?
R. Yo puedo hablar de la respuesta dada por Unicef, que es lo que conozco. Desde el primer momento hemos estado sobre el terreno en los tres países distribuyendo clorina a los hospitales, por ejemplo. Enseguida, también, empezamos a sensibilizar a la población sobre la necesidad de lavarse las manos, de tener cuidado. Es verdad, insisto, que si estos países hubieran contado con sistemas de salud más fuertes, la respuesta hubiera sido distinta.
P. Quizás una de las lecciones aprendidas en esta crisis es que África puede ayudar a África. Los países del continente se han volcado con la ayuda a la región enviando personal sanitario, medicinas y materiales. ¿Qué piensa de esto?
África ha demostrado que no se queda sin ayuda si nosotros no estamos allí
R. Por supuesto que ha sido así. Hemos visto claramente a África ayudando a África. Ya lo habíamos visto en otras formas, como misiones de paz u ofreciendo apoyo financiero ante crisis, pero esta vez hemos experimentado claramente el potencial de África volcándose. África ha demostrado que no se queda sin ayuda si nosotros no estamos allí.
P: ¿Piensa que un brote de ébola como este se puede repetir en la región?
R: No estoy tan preocupado por eso —creo que sería difícil—, como con el hecho de que tenemos tres países que tienen sus sistemas de salud bajo mínimos y si queremos prevenir un nuevo brote de ébola o de cualquier otra enfermedad, tenemos que reforzarlos. La gente está muriendo de malaria, de malnutrición, de sarampión… y si queremos hacer bien nuestro trabajo tenemos que controlar esas enfermedades, no es fácil, pero tampoco es imposible.
Eso significa que hay que invertir dinero en estos tres países. Por ejemplo, solo en Unicef Guinea tenemos un déficit de 40 millones de dólares en el presupuesto de este año y necesitamos el dinero para seguir luchando contra el brote de ébola y para empezar a reconstruir el sistema de salud. Espero que haya gente que piense que es mejor dar los 40 millones ahora que no en el futuro tener que invertir mucho más.
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