Beyoncé, el vacío y la prensa
La diva del R&B protagoniza varias portadas de revistas pero lleva más de un año sin conceder entrevistas
Lo llaman “la Biblia de la moda”. Es el número de septiembre del Vogue estadounidense. El único con un documental propio. Por su cantidad de páginas, su peso y su portada. La más codiciada que este año ha logrado la gran reina de la música, Queen Bey, Beyoncé o, como dicen, en su titular Just B(Simplemente B). Pero su prestigio también viene por el contenido, y las fotos de portada que siempre van acompañadas de un extenso perfil de su protagonista y una larga entrevista, de esas que solo publicaciones como la que dirige Anna Wintour pueden conseguir.
Sin embargo, en este número de septiembre de Vogue, Beyoncé guardó silencio como lleva haciendo desde hace más de un año. A las fotos que le hizo Mario Testino le acompaña un texto escrito por la periodista Margo Jefferson que no tuvo ningún contacto con la diva o su equipo. “Me lo plantearon definitivamente como… llámalo un artículo de opinión si quieres”, cuenta Jefferson en el artículo de The New York Times que primero señaló las reservas de la cantante.
La última vez que Beyoncé apareció en la portada de Vogue, en marzo de 2013 (la primera vez lo hizo en 2009), sí les concedió entrevista y, probablemente, una de las últimas que ha hecho. Como señala el New York Times, en algún momento entre la primavera y diciembre de 2013 cuando publicó su último disco, Beyoncé dejó de hablar con la prensa. No se pierde ningún evento, alfombra roja o celebración, pero en mayo un miembro de su equipo le confirmó a un periodista que la diva del R&B no ha respondido a una pregunta en más de un año. En este tiempo, de todas las portadas que ha ocupado sólo la revista Out logró que les contestara un cuestionario por mail.
Si las incógnitas sobre su silencio ya rondaban entre la prensa estadounidense e internacional, el número de Vogue las ha rematado. ¿Por qué Beyoncé ha dejado de conceder entrevistas? No lo necesita, cree Margo Jefferson, que para su artículo en la revista de moda ha entrevistado a amigos de la artista y reflexionado sobre el concepto actual de diva. “Seguramente ella estudió qué tan efectivas fueron sus entrevistas hasta ahora. Puede que haya decidido que no contribuyeron tanto a la imagen que pretender dar como lo hacen otras cosas. Es una decisión perfectamente razonable”, dice Jefferson.
Recelosa de su intimidad
El control absoluto de su imagen no era algo nuevo. Su documental en HBO fue la prueba definitiva. Y es sabido que Beyoncé guarda un archivo de todas sus apariciones en prensa, web y televisión por pequeñas que sean. Las redes sociales también juegan a su favor, ya que permiten a los famosos dirigirse a sus fans sin tener que pasar por la prensa. Y Beyoncé es bastante activa, en concreto en Instagram, donde hasta hace unos días era la persona con más seguidores, casi 44 millones —acaba de superarla, por poco, Kim Kardashian—, con los que comparte prácticamente solo imágenes, no palabras. Quizá por eso, en una estrategia de silencio coherente, también dejó de publicar en Twitter, casi al mismo tiempo que dejó de conceder entrevistas.
La profesora de la Universidad de Yale, Daphne A. Brooks, dice al New York Times que la inaccesibilidad de Beyoncé es un privilegio que se ha ganado con mucho esfuerzo, y que consigue que el público se fije antes en su arte que en ella misma. Sin embargo, otros medios critican su silencio, precisamente, en la era del movimiento #BlackLivesMatter. Creen que Beyoncé podría ayudar con su voz a dar más visibilidad a las desigualdades y abusos que aún vive la población negra en EE UU. Pero tanto ella como su esposo Jay-Z han optado por ayudar sin darse publicidad. Porque no la necesitan. Como ella misma dijo en una de sus últimas entrevistas en GQ: “Soy más poderosa de lo que mi mente puede llegar a digerir o entender”.
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