Wang después de Balenciaga

“Yo no voy a estar aquí siempre. Balenciaga ya era relevante cuando yo llegué y debe seguir siéndolo cuando me vaya. Mi labor es hacer que su legado evolucione hasta el siguiente capítulo”. Estas palabras, pronunciadas por el diseñador Alexander Wang durante su visita a España en marzo, cobran hoy especial significado. El 31 de julio Kering, el grupo empresarial al que pertenece Balenciaga, confirmaba el rumor que llevaba semanas agitando los mentideros de la moda: el creador estadounidense abandonaba la casa francesa de la que era director creativo desde 2012.

En un comunicado de prensa, la presidenta de la firma, Isabel Guichot, reconocía que “la expansión de la marca durante los últimos años era un testimonio de su exitoso trabajo”. Wang (San Francisco, 1983) prefería dejar que los hechos hablasen por él. Un día después de que se diese a conocer su salida de Balenciaga inauguraba en Londres la tienda más grande con la que su firma homónima cuenta hasta el momento. Esta decisión vino a reforzar una de las múltiples teorías que se han manejado en torno a su marcha: la de que Wang desea centrarse en el desarrollo de su propia firma. Mimada por los medios estadounidenses, creció el año pasado un 20% y es una de las pocas con el potencial necesario para convertirse en una gran compañía textil a imagen de la erigida por su compatriota Michael Kors. Según la publicación especializada WWD, el californiano ya estaría negociando la entrada del primer inversor externo en la que hasta ahora era su empresa familiar. Se trata de General Atlactic, un grupo neoyorquino con participación en Airbnb y BuzzFedd, entre otros negocios.

Ahora los rumores se centran en quién sucederá a Wang después de que presente su última colección para la casa francesa en octubre en París. Las apuestas se dividen entre quienes aseguran que Balenciaga fichará a otro joven talento como Juliene Dossena, actual director creativo de Nina Ricci, y los que creen que apostará por un miembro de su equipo de diseño actual, como hizo Gucci tras la salida de Frida Giannini al confiar en Alessandro Michele.