Maltratadas hasta la muerte
Cada 32 horas, una mujer es asesinada en Argentina como consecuencia de la violencia de género Una realidad contra la que se ha movilizado la sociedad civil
Miriam sufrió abusos y malos tratos. Le golpeaban su marido, su yerno, sus suegros y sus hijos. Hasta llegaron a cortarle la cara con unas tijeras. A Paula, su marido la ataba con alambre y le daba descargas eléctricas. Laura tenía un cáncer de útero y su pareja no le dejaba ir al hospital para seguir un tratamiento que le aliviara el dolor y le posibilitara una cura. Belén fue arrastrada desnuda hasta la calle por su novio, quien la obligó a quedarse toda la noche sin ropa a la intemperie frente a la puerta de su casa. Por la mañana, apareció él con sus hijos y les incitó a insultarla.
Estos son solo algunos casos de violencia de género de los muchos que ocurren en Argentina. "Y ni siquiera pensamos que puedan estar pasando”, lamenta Soledad Benegas, directora de la Fundación Sobran Motivos de la ciudad Mendoza. Desde su organización, dan refugio a mujeres que viven atrapadas en una espiral de maltrato y violencia por parte de sus parejas.
Marcela duerme bajo el techo de esta casa de acogida después de 14 años de matrimonio marcados por los golpes y las humillaciones. “Fue a partir del octavo año que empecé a denunciar. Desde el comienzo conviví con violencia, pero por desconocimiento y por vergüenza, a veces una no denuncia”, balbucea con dificultad. “No tenía adónde ir, porque él conocía los poquitos lugares dónde sabía que iría a buscar ayuda. No tenía trabajo ni cómo dar de comer a mis hijos. Hay un vacío muy grande el día después de la denuncia; si no tienes un lugar seguro dónde esconderte, se genera una persecución y un hostigamiento constante por parte del agresor. Así que, al final, una acaba volviendo a casa por miedo y falta de recursos para subsistir”.
Hasta hace poco las palabras feminicidio y femicidio no se usaban en Argentina. La prensa informaba de "crímenes pasionales", calificando erróneamente este tipo de homicidio como un impulso de amor descontrolado.
La prensa informaba de "crímenes pasionales", calificando el asesinato de mujeres como un impulso de amor descontrolado
“Hace apenas unos años se aprobaron las leyes hoy vigentes respecto a los diferentes tipos de violencia contra mujeres, como la Ley de Protección Integral a las Mujeres o la Ley contra la Trata de Personas, en contra de la explotación sexual. La incorporación del delito de femicidio al Código Penal, que es el agravante de homicidio por la condición de mujer, no tuvo lugar hasta 2012. Así pues, a pesar de todo el sufrimiento de tantas mujeres, hace pocos años que se reconoce como delito la violencia hacia la mujer en el ámbito familiar e institucional”, explica Benegas. “Poco a poco, se ponen en funcionamiento todas aquellas medidas de protección que establecen estas leyes para asistir a las mujeres. Hoy por hoy, por ejemplo, al agresor acusado de un delito se le asigna un abogado gratuito que le ayuda y le lleva todo el proceso judicial. La mujer, en cambio, queda desamparada; si no tiene recursos está en desventaja. La nueva ley contempla cambiar esta realidad para ofrecer patrocinio jurídico gratuito a las mujeres, y que no solo las asesore, sino que las acompañe en el litigio y eliminar esa desigualdad respecto de los hombres”.
Son muchas las tareas pendientes y demasiados los casos de mujeres atormentadas. Además de la falta de un registro de agresores que evite la reincidencia, hay carencia de estadísticas oficiales que contabilicen los asesinatos. Mientras, las cifras van en aumento. Según el recuento del Observatorio de Femicidios de la asociación civil bonaerense La Casa del Encuentro, basado en las publicaciones de los medios de comunicación, cada 32 horas muere una mujer en Argentina por violencia de género. En 2014, 277 mujeres fueron asesinadas por el simple hecho de ser mujeres. Estos crímenes dejaron a 330 personas sin madre, de los que 200 son menores de 18 años.
Violencia mediática
Desde que el lema 'Ni una menos' empezó a escucharse en las calles argentinas y escribirse en las redes, en el país no deja de hablarse de asesinatos machistas.
El pasado miércoles 3 de junio tuvo lugar una concentración para exigir el fin de la violencia de género. La convocatoria se llevó a cabo en todo el país, con movilizaciones en más de 70 ciudades argentinas y traspasando fronteras con marchas en países vecinos como Chile o Uruguay. Es la primera vez que el pueblo argentino sale a la calle a gritar contra los feminicidios, alertado por el aumento de asesinatos y desapariciones de mujeres.
Por desconocimiento y por vergüenza, a veces una no denuncia Marcela, víctima de violencia de género
“Mendoza es la sexta provincia del país con el índice más alto de mujeres muertas en manos de sus parejas”, afirma Belén Real, abogada de la fundación Sobran Motivos. La manifestación coincidió con la visita a Mendoza de la presidenta de la nación, Cristina Fernández de Kirchner, que a su llegada a la ciudad condenó a través de Twitter la violencia de género. “Estamos ante una cultura devastadora de lo femenino”, escribió; calificando el “piropo” como acto “grosero, soez y bajo” y criticando la influencia mediática de algunos programas televisivos de alto índice de audiencias en los que las mujeres son expuestas y tocadas en público generando una “cosificación” de la mujer.
Kirchner también cuestionó el tratamiento de las noticias sobre algunas de las chicas muertas, sobre las cuales se objetaba su manera de vestir o los ambientes que frecuentaban. “¿Cuántas veces leíste en letra de molde describiendo el asesinato de una joven qué ropa llevaba puesta, o si le gustaba ir a los boliches (discotecas)?”, cuestionaba la mandataria. Tampoco olvidó en su discurso respecto a la movilización, a algunos jueces de los que, según dijo, “mejor ni hablar". "Apenas seis meses de condena para un hombre que molió a golpes en la calle a una mujer”, sentenciaba.
“La marcha ha llamado a toda la sociedad a reflexionar y concienciar de cómo culturalmente nos estamos manejando con el tema de la violencia. Todo esto es un problema cultural que tiene que ver con desnaturalizar determinadas conductas o actitudes que están muy instaladas socialmente, que no reconocemos como violencia, aunque lo sea. Son hechos cotidianos, palabras… distintos modos o vínculos en las relaciones, que finalmente solo identificamos como violentos cuando se produce una tragedia. Pero todos estos femicidios están precedidos de indicios de violencia, con los que cotidianamente nos desenvolvemos. Son los que hay que desarraigar”, sostiene Benegas.
El debate está en todas partes. El reclamo de que no se produzca ni una muerte más está presente en carteles colgados en escaparates, bares, en el transporte público, en postes publicitarios e incluso brilla escrito en la señalización vial. El enfado es compartido por muchas mujeres y hombres que demandan un cambio urgente de la situación.
Nota: Los nombres de algunas mujeres son ficticios para preservar su identidad.
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