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Tentaciones

El Comecocos devora Barcelona

El padre del Pac-Man visita el Gamelab que transforma a la ciudad condal en la capital del píxel por tres días. Tentaciones estará allí para contártelo

Fotograma de 'Pixels', la comedia 'videojueguil' de Adam Sandler.
Fotograma de 'Pixels', la comedia 'videojueguil' de Adam Sandler.

Que si la pizza amarilla que se traga fantasmas. Que si el brujo albino de mala hostia, espada de plata y buen corazón. Que si la tía que llega a casa pa descubrir lo de su hermana. Que si el capo del terror, el que parió Resident Evil. Barcelona ya no es una ciudad de cristal, asfalto y brisa marina. De mañana al viernes, los tres días que dura el Gamelab, será una urbe de píxeles, shaders y polígonos. De fantasía descocada e intimismo gafapasta. De las mil y un caras del videojuego que se toman un respiro tras el chaparrón mediático del E3 para convertir Barcelona en capital del décimo arte. Esto es Gamelab, el ágora para los que quieren oír a los Sócrates del joystick. Y en Tentaciones te lo vamos a contar día a día. 

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El capo de este año es Toru Iwatani. Sí, japonés. Sí, padre de ese bicho amarillo chillón que cumple ya 35 años: el PAC-MAN del que huirá Adam Sandler en la venidera Pixels. Pero también estarán otros genios del sol naciente. Shinji Mikami, el que acuñó lo de survival horror allá por 1996 con una casa llena de zombis llamada Resident Evil para la mítica Capcom, la del Hadouken del Street fighter. Ahora se lo monta por su cuenta, pero sigue demostrando que lo suyo es aterrar con The evil within. De tierra de bushidos llegará otro ronin ilustre, aunque tal vez menos mediático más allá del microverso gamer. Goichi Suda, que se firmó el Sin City del videojuego con Killer 7, allí donde el noir hardboiled se arrejunta con el manga. Lo próximo del genio que juntó piruletas y motosierras será Let it die, que habrá que jugárselo con el mando de una Play 4 y la app de smartphone que lo acompañará. Y como contrapeso de tanto genio nipón, otro de los mitos vivos del medio, el que grabó a su hermano porque las animaciones de la época no le convencían. Jordan Mechner, mago del Prince of Persia, también hechizará Barcelona.

Pero no solo de mitos vive el Gamelab. Los nuevos chicos del barrio también pegan fuerte. Chicos como Steve Gaynor el que se ganó el BAFTA demostrando que se podía estrujar el corazón del jugdador con un solo personaje, una trama queer y una casa vacía. Como Konrad Tomaszkiewicz, el polaco que está rompiendo el mercado con el juego que dirige, The witcher 3. Wild hunt, que ha vendido 4,5 millones de juegos a 60 pavos la pieza. Como Tom Jubert, que filosofea en The swapper y The Talos principle sobre lo mundano y lo divino en ambientes de ciencia ficción que parecen el sueño húmedo de un Asimov. Como Richard Marks, gurú del nuevo casco de realidad virtual de Sony, aquel que lleva el nombre del señor de los sueños, Project Morpheus. 

Habrá también lugar para los españoles. Para las decenas que moverán sus trabajos y escucharán a sus ídolos —este es un foro solo para los que sueñan con ganarse el pan con el videojuego, un pase por los tres días de conferencias en el hotel Barceló Sants cuesta 150 euros— y para los que ya han demostrado que lo valen y jugarán por llevarse los Goya del videojuego, las anaranjadas pulgas que honran al primer videojuego español de la historia. Este año suenan dos nombres, los dos renovadores en la forma y en el fondo. Carlos Coronado, que ha triunfado en la crítica internacional con su tormentoso viaje mental salpimentado de puzles MIND: Path to Talamus (seis nominaciones). Y Luis Díaz, creador de Missing traslation (cuatro nominaciones), un juego en el que hay que aprender, literalmente, un lenguaje alienígena. Quién sabe. Tal vez en 35 años vuelvan al Gamelab, con las canas y las arrugas del que ya sabe, para que se hable de lo suyo como se habla hoy del Pacman.

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