_
_
_
_
CONVERSACIÓN GLOBAL
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

No se puede ser más argentino que el Papa

Francisco abre debates en su país con gran impacto y como si estuviera presente

Carlos E. Cué

Es difícil imaginar a alguien más argentino que el papa Francisco. El hombre que domina una organización con más de 1.000 millones de fieles en todo el mundo no quiere abandonar su esencia radicalmente porteña, del barrio de Flores. Y en su país, que no pisa desde que fue elegido —su primer viaje está previsto para 2016, después de las elecciones—, todos los caminos conducen a él. El Papa opina de casi todo, abre debates sociales —el último, sobre la oportunidad de dar un chirloa los niños cuando se portan mal—, manda cartas a políticos, llama a periodistas, da entrevistas. Y últimamente se ha especializado en contar chistes de argentinos.

Un pueblo orgulloso y nacionalista como este no dejaría que cualquiera se burlara de él. Pero el Papa es diferente. Es tan argentino que a él todo le está permitido. El último, en una entrevista a La Voz del Pueblo, de Tres Arroyos, al sur de la provincia de Buenos Aires, era demoledor e irreverente. “Los embajadores de los países se fueron a quejar a Dios porque a los argentinos les había dado tantas riquezas y a ellos solamente una. Y Dios contestó: para balancear les di los argentinos”, se reía Bergoglio. Entre risas, el Papa siempre mete mensajes políticos: “Argentina es un país de oportunidades perdidas”, decía. En otra entrevista contó cómo se suicida un argentino: subiéndose a su ego y tirándose desde ahí. Rafael Correa, el presidente de Ecuador, relató que el Papa se burló hasta de sí mismo: “La gente pensaba que por ser argentino me iba a llamar Jesús II en vez de Francisco”.

Bergoglio asegura que no está nada pendiente de Argentina. Es el mensaje oficial en el Vaticano. Pero todo lo que hace lo desmiente. Y en Argentina viven esperando su próxima aparición. “La verdad que es lamentable que en nuestro pueblo existan cosas como las barras bravas. Yo viví el tiempo del fútbol amateur, en la campaña del 46 yo tenía nueve años y siempre iba a la tribuna, nunca a la platea. Lo peor que se le decía al árbitro era vendido, infeliz, idiota, y de ahí no subía”. Otros tiempos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_