Una Constitución demasiado roja y demasiado larga
La Ley Fundamental portuguesa frena la acción de gobierno, pero no hay acuerdo para cambiarla
En Portugal, recortar sueldos de funcionarios, cerrar bares una hora antes o escribir ótimo en lugar de óptimo es inconstitucional o puede llegar a serlo. El pasado año, el Tribunal Constitucional (TC) dictó 1.738 sentencias, ocho veces más que el español, en un país con cuatro veces menos de ciudadanos.
Gran parte del frecuente recurso a que el TC lo resuelva todo se debe a una Carta Magna desarrollada bajo los efectos de la Revolución de los Claveles de 1974. A favor del texto —aprobado por el Parlamento en 1976, pero nunca sometido a referéndum— hay algo impagable: que el país lleve votando en libertad y democracia 40 años, tras medio siglo de dictadura. Para que aquel texto saliera adelante hubo que contentar a todos, de la extrema izquierda a la derecha. La Constitución de 1976 es excesivamente prolija —el triple de palabras que la francesa, el doble que la española— y pretenciosa, pues aspira a regularlo todo.
Si originariamente perseguía una “sociedad sin clases”, tras desbravarse en siete ocasiones mantiene cómo repartir los latifundios a los pequeños agricultores o explicita que “el Estado no puede programar la educación y la cultura según directrices filosóficas, ideológicas o estéticas…”, palabras más que suficientes para pleitear por la inconstitucionalidad de la nueva ortografía.
Al margen de ideologías, la Constitución da pie al caos jurídico y administrativo que, algunas veces, impide gobernar —especialmente a partidos de centro derecha— y en otras muchas ralentiza un simple cambio normativo.
Es año de elecciones y celebraciones. Se cumplen 40 años de la Asamblea que redactó la Constitución; en otoño se elegirá Parlamento, y en enero, presidente. Y la Carta Magna figura entre los temas de debate.
En privado, los partidos a la derecha del Comunista hablan de necesidad de un cambio profundo del texto, pero en público ninguno lo plantea, sabedores de que la iniciativa no gozaría de quórum o les quitaría votos. Gobierne quien gobierne, hoy o mañana, en Portugal el arma más efectiva de la oposición seguirá llamándose Constitución.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.