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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Pactos y exclusiones

La estrategia postelectoral del PSOE limita las alternativas de gobernabilidad en España

La dirección del PSOE ha decidido dejar libertad a sus candidatos a las elecciones municipales y autonómicas del próximo 24 de mayo para pactar con quien necesite, con dos excepciones: prohíbe acuerdos con Bildu y descarta pactos con el PP. Esas son las líneas rojas marcadas por los dirigentes socialistas, recibidas con críticas por parte de algunos candidatos del Partido Popular, que llegan a recordar el Pacto del Tinell. También estos días se ha conocido la estrategia poselectoral de Ciudadanos, que descarta cualquier acuerdo de Gobierno si ellos no son la lista más votada en el Ayuntamiento o la comunidad autónoma correspondiente.

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Los programas electorales y las estrategias de acuerdos posteriores son libres y dependen de la voluntad de cada partido. Sin embargo, en un momento en el que el diálogo y el consenso son prioritarios para la gobernabilidad en todos los estamentos de España (Ayuntamientos, comunidades autónomas y Gobierno central), no parece lo más indicado marcar unas líneas rojas tan tajantes como ha hecho el PSOE antes de que se inicie la campaña electoral.

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Es comprensible que se quiera enviar un mensaje rotundo a los electores del País Vasco y Navarra de que con Bildu no irán a ninguna parte, pero tiene poco sentido descartar cualquier acuerdo con el PP, por considerarlo su adversario. ¿Qué hubiera sucedido en el País Vasco en 2009 si el PP no hubiera facilitado la formación de un Gobierno socialista encabezado por Patxi López? Se hubiera perdido la ocasión de romper con la hegemonía nacionalista e iniciar una nueva etapa que condujo, entre otras cosas, al debilitamiento y posterior alto el fuego de ETA.

Los partidos políticos tienen que aprender a escuchar al electorado, que es el pueblo soberano al que piden su voto y al que van a representar. Las encuestas de los últimos meses y los resultados de las elecciones al Parlamento andaluz están dejando meridianamente claro que los españoles quieren cambiar el modelo de dos fuerzas hegemónicas y dar paso a nuevos partidos que compartan el poder. Los sondeos también indican que el espectro de centro es el que aglutina mayor número de electores.

En esa tesitura, ¿por qué renunciar a priori a posibles acuerdos que faciliten la gobernabilidad solo por considerar adversario a un partido concreto? En el juego democrático todos los partidos son adversarios, pero también pueden ser aliados en busca de una estabilidad cada vez más necesaria en nuestro país. Hay muchos acuerdos posibles para formar Gobiernos con votos a favor o abstenciones (el propio PSOE lo está sufriendo estos días en Andalucía), o consensuando programas sobre la base de renuncias mutuas. ¿Por qué cerrar todas las puertas al diálogo con un determinado partido?

En estos nuevos tiempos los líderes políticos deberían plantear su estrategia electoral y poselectoral con apertura de miras y visión de Estado.

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