Hay que luchar contra las dolencias crónicas, también en países pobres
El coste para la salud y la economía mundial si no se previenen y tratan las enfermedades no transmisibles se estima descomunal
Las enfermedades no infecciosas, crónicas o también conocidas como non communicable disease (NCD) actualmente causan más muertes que todas las otras causas combinadas. Se calcula que las defunciones achacables a estas dolencias aumentarán de los 38 millones en 2012 (cuando ya representaban el 68% de los 56 millones de defunciones del año) a los 52 millones para 2030.
Es importante destacar que de los 38 millones de muertes por NCD en 2012, más del 40% (16 millones) fueron prematuras (de personas menores de 70 años) y en su mayoría (82%) se produjeron en países de renta media-baja.
Si atendemos a las causas, las cuatro NCD más importantes son las relacionadas con problemas cardiovasculares, diabetes, enfermedad respiratoria crónica y cáncer. Y son las responsables del 82% de todas las muertes por dolencias no transmisibles.
La magnitud del problema que suponen las enfermedades no infecciosas, fue lo que obligó a convocar, en el 2011, la segunda asamblea general de Naciones Unidas dedicada a salud. Fue una reunión de más de 190 países que sirvió para consensuar la gravedad de la situación y definir una estrategia de acción global para la prevención y control de estas dolencias en el período 2013-2030. El plan: reducir en un 25% las muertes prematuras en 2025. Para conseguirlo se han establecido nueve objetivos voluntarios que se pueden resumir en estos: disminuir el consumo de tabaco, combatir las dietas insanas, disminuir el uso no dañino del alcohol y favorecer el ejercicio físico.
La segunda reunión general para tratar las NCD se celebró en 2014 con el propósito de fijar metas a alcanzar durante 2015. En el 2018, está previsto que la asamblea General de las Naciones organice una tercera reunión para analizar los progresos de los objetivos voluntariamente pactados para el 2025.
Se ha establecido el objetivo de reducir un 25% el número de muertes prematuras causadas por enfermedades no transmisibles
Las enfermedades crónicas que no se trasmiten persona-persona son de larga duración, en general de progresión lenta y normalmente se sobreentienden como las patologías de los países ricos, a consecuencia de un progresivo envejecimiento de la población y el descenso de las enfermedades infecciosas. Pero esta percepción queda muy lejos de la realidad actual, ya que el 82% de los 16 millones de muertes prematuras en el mundo por NCD, se produjeron en países de renta media-baja.
Los niños, los mayores y los adultos son todos vulnerables a los factores de riesgo que favorecen las enfermedades no transmisibles. Estos factores como la globalización de los estilos de vida, las dietas insanas, la urbanización no planificada y el envejecimiento mundial ayudan a aumentar la hipertensión arterial (primer factor de riesgo cardiovascular), los niveles de lípidos (colesterol), el sobrepeso, la obesidad y la diabetes.
Además, la población de los países pobres es más vulnerable a estos factores de riesgo. Como ejemplo basta mencionar el rápido incremento de la obesidad en la población infantil, desproporcionado respecto a los países ricos. Hay que sumar a esta realidad que estos países tienen sistemas de salud muy precarios o inexistentes para implementar las medidas preventivas y de tratamiento. Esto conlleva que las personas tengan que dedicar parte de sus escasos ingresos económicos a tratar estas patologías, incrementando todavía más su precaria situación económica. Así, la población de las naciones ricas tienen unas cuatro veces más de probabilidades de contar con una cobertura de las NCD por parte las aseguradoras médicas que las pobres.
Para hacer frente a esta epidemia hace falta la implicación de todos los sectores de la sociedad: políticos, formativos, agrícolas, sanitarios... Con un ámbito de actuación local, pero necesariamente combinado con una visión global del problema. Esto pasa obligatoriamente por incidir en los factores de riesgo que tengan un impacto comprobado sobre la salud, y cuya prevención y tratamiento sean asumibles económicamente. Esos factores están identificados y solo falta la voluntad política. Invirtiendo entre uno y tres dólares por persona al año, los países pueden implementar medidas preventivas y conseguir una disminución dramática de las enfermedades y muertes por las enfermedades no infecciosas.
Turquía ha conseguido un descenso relativo de consumo de tabaco del 13,4% desde 2008 a 2012
Ejemplos de países o regiones que han iniciado tales medidas están teniendo resultados muy positivos. Solo con penalizar o prohibir todo lo que facilite el consumo de tabaco, prevenir los ataques de corazón y los accidentes vasculares cerebrales, estimular la lactancia materna, promover programas nacionales de dietas sanas (disminuir la ingesta de sal y favorecer un mayor consumo de grasas poli insaturadas), estimular el ejercicio físico, implementar la detección y tratamiento precoz de la hipertensión arterial y programas de prevención del cáncer de cérvix, entre otros.
Así, Turquía, con su política anti tabaco ha conseguido un descenso relativo de consumo del 13,4% desde 2008 a 2012. Argentina, Brasil, Chile, México y Estados Unidos están estimulando a las industrias para disminuir la cantidad de sal de las comidas envasadas y del pan. Argentina ya lo ha reducido un 25%.
De forma más desglosada, los nueve objetivos voluntarios globales propuestos son:
- Reducir el 25% de muertes prematuras secundarias a las NCD.
- Conseguir una reducción relativa del 10% del uso no saludable de alcohol en el contexto de cada nación.
- Disminuir en un 10% el sedentarismo.
- Rebajar en un 30% la ingesta media de sal (aconsejable: 5-6 gramos al día)
- Lograr una reducción relativa del 30% de fumadores con edades mayores de 15 años.
- Rebajar en un 25% la prevalencia de hipertensión arterial o contener su incremento según las circunstancias de cada país.
- Evitar el aumento de la diabetes y la obesidad.
- Potenciar que un mínimo del 50 % de las personas puedan tener acceso a fármacos y control (incluyendo control de la glicemia), para la prevención de las enfermedades cardiovasculares ( infarto y accidente cerebral vascular).
- Conseguir que un 80 % de la población tenga acceso a la atención medica básica y medicinas esenciales, incluyendo genéricos, que se precisan para las enfermedades NCD en el ámbito público y/o privado.
En la próximas décadas, si no empezamos a implementar soluciones para luchar contra enfermedades como la hipertensión o la diabetes, el coste para la economía mundial podría ser descomunal: 47 billones de dólares para 2030 según un estudio del World Economic Forum. Es mucho lo que está en juego, sobre todo, la salud.
Xavier de las Cuevas es el responsable de cooperación del Colegio de Médicos de Barcelona.
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