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Ciudadanos, un proyecto para España

Nuestras reformas políticas irán junto a un nuevo modelo económico y social

Las etiquetas y las definiciones encasilladas en torno a los partidos políticos han marcado la política tradicional hasta nuestros días. Sin embargo, el histórico eje de la izquierda y la derecha se ha quedado atrás ante los nuevos desafíos a los que nos debemos enfrentar los políticos del siglo XXI. Nosotros defendemos, como ocurre en otros países de Europa, que la socialdemocracia y el liberalismo pueden ser defendidos sin entrar en contradicciones, sino todo lo contrario, cogiendo lo mejor de cada uno. No podemos regirnos por criterios de hace siglos ni convertirnos en organizaciones sectarias, porque la libertad sin igualdad es insostenible y la igualdad sin libertad es insoportable.

Ante la repetida pregunta “¿qué es Ciudadanos?”, la respuesta es clara: no somos sólo un partido político, sino un proyecto para España. Como saben, Ciudadanos nace de una plataforma civil, de un conjunto de ciudadanos que deciden dar un paso hacia adelante para cambiar las cosas. Personas que han trabajado en el sector privado y en los servicios públicos, que saben lo que es tener una nómina o tener que pagarla, que tienen una hipoteca o han tenido que pedir un crédito, en definitiva, el reflejo de la clase media y trabajadora que ha levantado España y que ha soportado, también, el mayor peso de la crisis. Pero participar en política exige respetar las reglas del juego, por eso Ciudadanos toma la forma de un partido político, no para repartirse cargos a dedo o para crear una estructura opaca en sí misma, sino para dotar a esa plataforma civil del instrumento jurídico adecuado para poder ser una palanca de cambio. Porque los partidos no pueden ser fines en sí mismos, sino instrumentos para cambiar las cosas y defender los intereses de los ciudadanos.

Pero un partido español sin un proyecto para España no tiene sentido. Ese ha sido precisamente uno de los principales problemas en la política española de los últimos años. Adolfo Suárez, Felipe González y el propio Aznar, cada uno con sus luces y sombras, sus aciertos y sus errores, sí tenían un proyecto para la mayoría de españoles: la Transición democrática, la modernización de nuestro país y la entrada en Europa y en el euro fueron algunas de las metas que abordaron con notable éxito. Sin embargo, desde los Gobiernos de Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy España navega a la deriva, sin rumbo, sólo con proyectos de partido y ausente de proyectos de país. Los dos viejos partidos se han preocupado más en salvar el crédito de sus organizaciones obsoletas que en los ciudadanos. Obsesionados por mantener sus cuotas, se han olvidado de proponer y de gobernar para todos olvidando que los que no piensan como ellos son también compatriotas. Ciudadanos sí tiene un proyecto para España. Un proyecto para levantar este país y recuperar la confianza de los ciudadanos, sin gritar, sin mentir y sin prometer quimeras. En definitiva, un cambio profundo, pero sobre todo, un cambio sensato.

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Hay que volver a poner de moda la libertad, la igualdad y la solidaridad

Nuestro proyecto está sustentado en tres pilares: fortalecer nuestros valores civiles, llevar a cabo las reformas democráticas y políticas que necesita España y cambiar nuestro modelo económico y social hacia una economía del conocimiento que nos proporcione prosperidad y justicia social.

Hay que volver a poner de moda en España la libertad, la igualdad y la solidaridad. Se ha demostrado que cuando los países no son capaces de mantener su democracia con buena salud se genera un caldo de cultivo ideal para que afloren los nacionalismos y los populismos. Sin duda, el mejor antídoto contra los que quieren romper España, o volver a las políticas que han fracasado en las últimas décadas en Europa, es que los valores democráticos estén presentes en nuestra sociedad, en las escuelas, en las universidades, en los Parlamentos, en los medios de comunicación y en las empresas.

Esos valores democráticos no tendrán una larga esperanza de vida si no ponemos en marcha las reformas que España necesita. Y esas reformas no las van a llevar a cabo los que quieren que todo siga igual. No las van a impulsar los que han creado durante años auténticas bandas organizadas de corrupción de espaldas a los ciudadanos. Por eso el primer paso de nuestra reforma será abrir los partidos a la sociedad sin miedo al talento, hacerlos trasparentes, con democracia interna e impulsar un pacto nacional contra la corrupción que firmen todos los partidos políticos para que esta lacra que es la corrupción sea incompatible con la democracia. Necesitamos tener una justicia independiente y que en nuestro Estado de derecho exista una verdadera separación de poderes y no haya impunidad por llamarte Pujol, Bárcenas, Urdangarin o Chaves. Por otro lado, el mapa político actual no es el mismo que el de la Transición, por eso proponemos una ley electoral justa y proporcional para poder escoger a nuestros representantes en listas abiertas y en la que todos los votos valgan lo mismo. El dinero público es sagrado y hay que gestionarlo como si fuera el nuestro, queremos racionalizar los recursos y que los ciudadanos sepamos a qué se destinan nuestros impuestos con unas Administraciones públicas al servicio de todos, sin burocracia y sin duplicidades. Y por último, un pacto nacional por la educación, pensando en toda una generación y no en una legislatura, en la que los partidos nos pongamos de acuerdo en lo más importante para una nación: la formación de buenas personas, buenos profesionales y buenos ciudadanos.

Sabemos que la ilusión es más poderosa que el miedo

Nuestras reformas políticas irán acompañadas de un nuevo modelo económico y social que convierta a España en un país que compita con las naciones más avanzadas en innovación, conocimiento y formación de profesionales y no con las naciones con mayor precariedad laboral. Nuestras propuestas abordan los asuntos económicos y sociales sin complejos, sin cortoplacismos y pensando más en el interés general que en los votos.

Finalmente apostamos por un modelo de crecimiento que sustituye la precariedad laboral por una mayor productividad devolviendo a la clase media y trabajadora al lugar que merece con propuestas sensatas y viables, sin soluciones mágicas ni ocurrencias.

Nuestro proyecto para España lo mueve la esperanza, aparcando el enfado y la venganza. Nosotros elegimos soñar y trabajar, porque sabemos que la ilusión es más poderosa que el miedo. Ha llegado la hora de dejar de dar la espalda a nuestro país. Como dice Stephen Covey: “Los individuos, las familias, los equipos y las organizaciones forjan su propio futuro creando primero un proyecto. No se limitan a vivir al día sin un propósito claro en mente”. Porque es legítimo resignarse y seguir confiando en los de siempre, pero también es legítimo soñar y querer el cambio para España.

Albert Rivera es presidente de Ciudadanos.

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