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Cómo la tecnología le plantó cara al racismo (y estuvo a punto de ganar)

Estudios en psicología han demostrado gracias a la realidad virtual que engañar al cerebro reduce el racismo

En las cocinas de El Bulli se ha utilizado tecnología propia de la criogenia, como es el nitrógeno líquido, para elaborar platos. En la moda lo que ahora revienta los índices del must son los ponibles o prendas con inserciones de microchips, moda inteligente. Si el fin justifica los medios cuando la creatividad sale a desfilar, no es del todo sorprendente que en 2015 un estudio sobre psicología y racismo se haya valido de una herramienta tradicionalmente explotada por la industria de los videojuegos, la realidad virtual, para arrojar conclusiones que sí impactan. Un estudio desarrollado entre la Universidad de Barcelona y la Universidad de Londres (Royal Holloway) ha demostrado que hacerle creer al cerebro que habitas en un cuerpo de otro color provoca una disminución importante del “sesgo racial implícito”. O lo que es lo mismo, se ha demostrado que ponerse en la piel del otro funciona.

Hacerle creer al cerebro que habitas en un cuerpo de otro color provoca una disminución importante del “sesgo racial implícito”

La próxima vez que se te pase por la cabeza aquella frase hecha de “ponte en mi piel” vas a tener que andar con ojo antes de espetarla, el profesor Mel Slater de la Universidad de Barcelona y London University College junto a otros colegas ya han demostrado que se puede, y que funciona. “Es sorprendente que después de pocos minutos en la realidad virtual con un cuerpo negro, se pudieran producir cambios en algo tan profundo como los prejuicios raciales. No sabemos la duración de dichos cambios. En este momento hacemos más estudios para conocer si los cambios son de larga duración. Todavía no tenemos los resultados”, nos cuenta el profesor Slater. “Había estudios diferentes a la par, en la Universidad de Londres (Royal Holloway) el profesor Manos Tsakiris hizo experimentos con una mano de goma negra, y nosotros con la realidad virtual donde sustituimos el cuerpo real con el cuerpo virtual. Encontramos resultados similares: que personas blancas con una mano de goma negra o un cuerpo virtual negro tienen una reducción en sesgo racial implícito contra las personas negras.”

Que la realidad virtual consigue engañar al cerebro y jugar con la percepción de aquello que somos es algo que conocen bien los programadores de videojuegos y gamers. Es la misma premisa de la que parten estos estudios psicológicos para la investigación de los componentes sociales de los que se sirve el racismo para ampliar sus dominios, pero no solo se queda ahí, “existe un amplio campo y tengo un interés particular sobre cómo el cuerpo puede transformar actitudes, comportamientos y sentimientos que también podrían tener aplicaciones médicas en el futuro”, nos explica el profesor Mel Slater. El uso creativo de una herramienta como la realidad virtual para investigaciones de corte psicológico llena de orgullo a la industria del videojuego, una industria muchas veces tildada de frívola y reducida al mundo de los marcianitos. “Investigar es caro, y el hecho de poder acceder a tecnologías tan avanzadas como la realidad virtual es todo un lujo que no habría sido posible sin los videojuegos. Si los desarrolladores no supieran que alguien iba a pagar por esa tecnología no existiría, pero es nuestra industria y hay que sacar pecho por ello”, recalca Diego Martínez González, redactor en medios especializados como Mundogamers, XGN y gamer profesional.

Si jugar a ser otro es suficiente para demostrar las superficiales argucias de las que se sirven armas de destrucción masiva como el racismo, es esperanzador imaginar lo que se podría conseguir si en lugar de jugar a ser otro se juega a educar. Una herramientas tan popular y tradicional como la empatía podría servir para desmontar prejuicios, ilusiones erróneamente construidas por la herencia social o hábitos que se pueden modificar tirando de imaginación. O como concluye Mavi Sánchez Vives, investigadora ICREA en el IDIBAPS (Instituto de Investigación Biomédica Augusto Pi i Sunyer) de Barcelona y coautora de este estudio: “precisamente nuestros estudios y los de otros demuestran que la percepción de nosotros mismos, y de nuestro aspecto/raza en nuestro cuerpo virtual, influye en cómo percibimos a los demás. Nuestros estudios en realidad virtual muestran que nuestra identificación con un aspecto físico como el color de la piel es modificable, al menos en tiempos cortos. Es decir, es una demostración de que si nos identificamos más con el otro y si mejoramos nuestra empatía puede disminuir el racismo.”

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