Un americano en el huerto urbano
Por Pilar Sampietro
¿Qué hace un americano de Carolina del Norte paseando ocioso entre los solares de Barcelona?
Cualquiera pensaría en una nueva forma de turismo, pero Wil investiga aquí lo que ya no existe en su tierra: esa organización ciudadana y verde con necesidades de cambiar y mejorar el espacio que habitan.
El movimiento Green Guerrillas nació en América, los primeros huertos urbanos en el mismo centro de Manhattan y el solar más grande organizado y cultivado en ciudad, en Los Ángeles, hace más de una década. Entonces ¿qué encuentra Wil Weldon aquí que no haya vivido allí? El nuevo movimiento colaborativo y social atrae a este investigador y periodista hacia la Península.
En Barcelona busca y encuentra diferentes tipologías de huerto urbano y descubre que no sólo se trata de sembrar semillas o embellecer un lugar, porque mientras las plantas crecen o se organiza el huerto pasan cosas importantes. Las relaciones entre vecinos y vecinas se cohesionan, crece el intercambio entre generaciones y algunos encuentran un trabajo qué hacer mientras esperan un futuro que los salve del desahucio.
Wil llegó a la ciudad de la mano de la Asociación Jiwar y su programa de residencias internacionales. Bajo el prisma de la relación entre arte y sociedad nació el proyecto “Construyendo vecindades” del que Wil Weldon forma parte con su experiencia de mapear algunos de los huertos urbanos de Barcelona. Ha documentado pequeños videos, que cuelga en la red, de proyectos como el de Can Masdeu y su principio de transformación urbana y social, a los pies de la montaña de Collserola, donde se cultiva para la comunidad pero también se deja un espacio hortícola para los vecinos y vecinas del barrio cercano. O el Huerto del Forat de la Vergonya, en el Barri de la Rivera, uno de los pioneros en resistir al cemento en pleno centro urbano, que sigue dando frutos y verduras ecológicas.
Su cámara se pasea por la experiencia del huerto terapéutico de la Asociación Jiwar, tras el Jardín del Olokuti en el Barri de Gracia. Allí educadores sociales trabajan en el huerto junto a personas con problemas mentales de ARAPDIS, una entidad para ayudarles en su reinserción social. Wil llega hasta el Huerto de la Sagrada Familia, una de las experiencias hortícolas del Ayuntamiento de la ciudad, en el que diferentes parcelas son cultivadas por personas jubiladas y una de ellas es mantenida por presos en tercer grado de reinserción. Wil se asombra ante el trabajo ambiental en las escuelas, son cada vez más las que apuestan por un huerto escolar donde enseñar diferentes materias in situ, así pasa en la Escuela Montseny del Barri de Vallcarca y su Aula Ambiental. Y luego descubre la experiencia de HortLab, una iniciativa emprendedora que ofrece diseños de sistemas complementarios para huertos urbanos.
Wil dice que hay mucho que aprender de lo que está pasando aquí. Una cosa es cultivar tu propio huerto para acceder a comida sana y otra cultivar en la calle para conocer a otras personas, para relacionarte, para compartir, eso es lo interesante de los huertos urbanos que nacen a este lado de mundo. En Estados Unidos hay una gran preocupación por la comida de calidad, ecológica, sana y cercana y falta ese contacto humano y social que la crisis ha propiciado de nuevo en nuestra casa. Puedes ver el trabajo de Wil Weldon en la web de la asociación www.jiwarbarcelona.com
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