Sobre la violencia en el deporte
Desde que nací soy aficionada al Atlético de Madrid, creo que es la herencia más especial que me podía dejar mi padre. De ahí que disfrute enormemente cada vez que piso el Calderón. Veo las caras de emoción, las ganas de fútbol de la gente… y quiero que mis futuros hijos también lo vean algún día. Pero lo que no quiero es tener que pisar la que es mi casa, como es la de todos los atléticos, e ir con miedo. No quiero tener que salir corriendo de la celebración de un título porque unos energúmenos hacen lo que no deben, ni tampoco tener que andar con mil ojos un día de partido.
Estoy cansada de ver cómo cada jornada los ultras de todos los equipos mezclan deporte con política. El fútbol no entiende de izquierdas ni de derechas, sino de hermanamiento y de ganas de disfrutar con el juego. Estoy avergonzada de que por unos delincuentes quede manchada para siempre la imagen de toda la afición. Lo que más me molesta es su actitud y que digan ser aficionados de mi equipo. Para mí son impostores. El único color que estos individuos defienden es el rojo de la sangre que provocan en cada incidente.
Hay que desenmascararles, y que no se camuflen entre los que de verdad amamos el fútbol y a nuestros equipos.— Cristina Redondo Aranguez. Parla, Madrid.
Otro encontronazo entre ultras de equipos de fútbol acababa con una muerte. No soy muy aficionado a este deporte, pero me sorprenden las posiciones que algunas partes afectadas han tomado al respecto. Los clubes se desmarcan, justificando que hechos que pasaron antes de un partido de fútbol entre hinchas (ultras, pero hinchas) de dos equipos de fútbol “no tienen nada que ver con el fútbol”. Puede no faltarles lógica, pero la pierden cuando uno entiende el porqué de esa tajante afirmación. Los ultras son necesarios.
Poco después de que ambos presidentes argumentaran que eso con el fútbol no va, defendían el fondo sur entonando el “no se puede generalizar” y explicando que son “gente supersana”. Por desgracia, a día de hoy, ambas posiciones no son compatibles. Si realmente les preocupa la seguridad de los aficionados, acaben con estos grupos.
Vacíen el fondo sur de todos los campos. Convénzanos a los que no disfrutamos del fútbol de por qué ese deporte es un ejemplo a seguir. Hasta entonces es poco probable que la opinión de algunos como yo cambie.— Miguel Álvarez. Barcelona.
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