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África: la cultura es la solución

Un grupo de gestores, activistas, artistas y catedráticos que se han citado en Rabat en la cuarta edición de la Conferencia Africana de Economía Creativa

Analía Iglesias
1:54 Feria de Arte Africano Contemporáneo.

“En algunas regiones de Nigeria, Ghana y Sudáfrica, el cordón umbilical de los bebés no se corta: se espera hasta que cae en la tierra y allí plantas un árbol. Ese es el vínculo entre el ser humano y el mundo natural. Es la interconexión, la interdependencia de todo lo que hay; algo como la física cuántica que ya sabían nuestros ancestros indígenas”. Así explica el poeta sudafricano Pitika Ntuli que África debe volver a ser África, sin buscar el reflejo (a veces poco nítido) del Norte.

Para bajar a tierra, para hacer del vínculo entre países una misión real y “para no seguir diciendo que África tiene patrimonio humano, cultural y artístico pero que no somos capaces de hacer fructificar, tenemos que trabajar por la formación”, afirma contundente Aadel Essaadani, portavoz marroquí de Arterial Network, una asociación internacional africana “cien por cien civil” que trabaja por el desarrollo humano, social y cultural, con sede central en Sudáfrica y cinco secretariados regionales en Marruecos, Mali, Gabón, Kenia y Senegal. “Para acceder a la calidad, debemos tener técnicos formados y administradores profesionales”, explica Essaadani, hundiendo sus pies en el terreno.

Hace unos días, Arterial Network convocó a artistas, programadores, curadores, gestores y catedráticos a la cuarta edición de la Conferencia Africana de Economía Creativa, en Rabat.

“La distancia separa o puede ser atravesada para provocar un encuentro”, dice John Berger. En este caso, el encuentro de tres días (al que antecede una distancia de un par de siglos) transcurrió con la Biblioteca Nacional de Marruecos como refugio y lanzadera. Después de Nairobi y Dakar y antes de Ciudad del Cabo, donde se desarrollará la próxima, tocaba consolidar propuestas y aceitar relaciones.

“Es tiempo de reimaginarnos, mirarnos en nuestro propio espejo en lugar de hacerlo en las fotocopias de otros”, refuerza Pitika Ntuli. “Nuestra herencia cultural original fue distorsionada por el colonialismo, que nos reseteó. Lo que hoy creemos de nosotros no es exactamente lo que somos, sino lo que otra gente cree de nosotros. Hoy estamos en condiciones de entendernos y volver a vernos, y poder ayudar a los demás a que nos comprendan de la manera en que nosotros queremos ser comprendidos”. Lo dice, con cadencia zulú, una de las voces más experimentadas de esta reunión panafricana de Rabat. Ntuli pasó 32 años de exilio entre Inglaterra y Estados Unidos

“Cuando enseñaba en la Universidad de Londres, proponía a los estudiantes una actividad que se llamaba Imagina al otro, y entonces los chicos empiezan a cuestionarse sus certezas. Hablábamos de Jacques Derrida y de Foucault, que decía aquello de que "en cuanto el poder y el conocimiento vienen juntos, la verdad resulta amenazada". Cuando el poder del colonialismo impone su lengua y sus conocimientos, ya no se sabe quién tiene la verdad. Hay que usar esas ideas desde nuestro punto de vista”, apunta Ntuli.

Desfile de Alphadi
Desfile de Alphadi

Pero, ¿de qué afinidades continentales hablamos? “El escritor senegalés Cheikh Anta Diop escribió The cultural unity –nos recomienda el poeta–. Si alguien de Camerún habla despacio su idioma y yo escucho con atención, puedo llegar a comprender sus palabras porque hablo zulú. Y con los países del Magreb y el Norte de África nos podríamos entender en bereber, el idioma de antes de la colonización árabe. Hay grandes grupos de lenguas en África, pero hemos abandonado nuestras lenguas y por lo tanto, nuestras raíces”.

El arte, propone Ntuli, a tono con el espíritu de la convocatoria, es el camino amable para diverger, y recuerda otras experiencias de búsqueda de consenso en el disenso, como las luchas políticas de los 60 y, en la escena, los grupos políticos panafricanistas como Monrovia Group o Casablanca Group.

“La cultura es la solución”, es el lema de esta Conferencia de Economía Creativa. Pues bien, pero, sabemos de qué hablamos cuando hablamos de cultura o cuál es el modelo de divulgación del arte para la sociedad toda y para la digna vida de sus hacedores. ¿Encontraremos la respuesta en el modelo bien conocido de marchands, museos, productoras y clientes? O, ¿hay algún atajo que pase más cerca de la vida cotidiana en esta parte del mundo? Mientras discutimos sobre casas de subastas, coleccionistas y productoras de Nollywood (así se le llama a la pujante industria de cine nigeriana), existe la sensación de que en África el arte está en las calles, en la arquitectura de las medinas, en las manos de los zocos, en las corniches con los pescadores tejiendo juntos la red.

“Creo que hay muchos nuevos Basquiat en África, pero es importante que salgan de ese camino, tienen que ser ellos mismos”, afirma al respecto la curadora rabatí Touria El Glaoui, fundadora de 1:54 Feria de Arte Contemporáneo Africano, con base en Londres.

“Nos preguntamos cómo crear riqueza y empleo a través de la cultura, y por eso trabajamos en el desarrollo humano, social y económico”, responde el portavoz de Arterial Network. Y apuntala: “es un trabajo sobre la cultura y el desarrollo, con un bagaje que tiene que ver con la democracia. No somos un lobby para la economía o la industria. Pero sí queremos que la gente de África disfrute de sus riquezas y que no sean otros quienes utilicen nuestra cultura y nuestro patrimonio en su provecho”.

Sobre las exigencias artísticas o de negocio de lo que se promueve, Essaadani contesta: “Yo me he prohibido a mí mismo hablar de cuestiones estéticas. Si atacamos la cuestión de la calidad en primera instancia, nos situamos inmediatamente en situación de derrota. La problemática para mí es que la mayoría de los africanos puedan acceder a la cultura, que tengan sentido crítico y que sean ellos mismos los que decidan lo que les parece bueno o no. La estética no me concierne. No puedo ser utópico. Partimos de nivel cero. Por eso no trabajo para que el arte visual africano entre en la historia universal del arte. Mi trabajo es cultura y desarrollo... hacer que los africanos tengan una práctica artística que vaya más allá de la televisión. La cuestión de la calidad será una discusión posterior”.

En la lista de prioridades, y reconociendo como punto de partida unos países con altísimas tasas de analfabetismo, el gestor apunta con letra clara: “queremos que los africanos actúen o interpreten música; que los Estados inviertan en conservatorios y en instituciones de formación de técnicos en artes del espectáculo; que los derechos de los artistas sean respetados. Militamos por el servicio público de los países: nada más que el Estado puede hacerse cargo de invertir en el desarrollo humano: la educación, las escuelas, las emisiones en los canales públicos sobre libros… En fin, amplificar la cultura en el espacio público y que haya libertad de creación y expresión (no solo hablo del espacio público físico, sino también de los medios de comunicación, a la radio, a la tele) para fomentar el espíritu crítico”.

“Los clientes de la industria vendrán después. Porque incluso si quisiéramos tener una industria, hoy no hay clientes”, subraya Essaadani. Y para hablar de industria creativa y de poder vivir de los oficios culturales (y que la única opción no sean los grandes conciertos promocionales que traen a su propio equipo técnico europeo), hay que respetar los derechos de autor, de expresión y de creación. Arterial Network cuenta, en este sentido, con un Observatorio desde el que trabajan en conjunto con otros organismos internacionales como FreeMuse: “hacemos ruido -somos activistas- si un artista es encarcelado o no se respetan sus derechos. Lo sabemos: nuestros gobiernos solo funcionan de esa manera”.

Por supuesto, en la conferencia es posible disentir sin confrontar. De ahí que se escuchen todas las voces, también las que pugnan por entrar en el mercado internacional del arte tal como se concibe en el mundo occidental. Dice la artista y curadora Touria El Glaoui: “Es importante que haya un mercado de arte contemporáneo africano. Hoy no hay coleccionistas de arte local que permitan a los artistas africanos hacer una carrera. Mi plataforma 1:54 Contemporary African Art Fair es un foro para facilitar. Yo trabajo para una galería, que es una iniciativa comercial; si ellos no venden, no pueden continuar con su negocio”.

Acaba de finalizar en Somerset House de Londres la segunda edición de esta feria, en la que participaron 11 galerías africanas y otras 16 europeas y norteamericanas. De las africanas, El Glaoui destaca la labor de Art21 de Nigeria, Carpe Diem de Mali, ARTLab de Nairobi, Voice Gallery de Marrakech, Marruecos, y la tunecina Selma Feriani, entre otras.

Sin embargo, la artista marroquí reconoce que “el modelo occidental no es necesariamente viable para el arte contemporáneo africano. Hay propuestas interesantes: por ejemplo, la curadora Koyoh Kouoh, que tiene una galería en Senegal, Raw Material, que también es un centro educativo y de formación. Es un modelo que hay que considerar y respetar, y que ya existe hoy en África. Pero también hay que ocupar un lugar en el mercado de arte internacional. No quiere decir que todos los países de África deban tener un museo, pero los artistas necesitan visibilidad”.

Por lo demás, El Glaoui asegura: “no hay un único camino conceptual en el arte africano, cada escena es diferente. Hay países que tienen universidades de bellas artes, como Marruecos, Sudáfrica o Nigeria. Y hay otros países en los que hay una creatividad sin formación académica detrás; simplemente, hay diferentes maneras de llegar”.

“Puede que el modelo aquí no sea el arte del museo", Essaadani es ahora quien se explaya. "Por eso, la primera cuestión en la que queremos indagar es la de la política cultural. Estamos importando un modelo que viene del extranjero y no tenemos la misma sociedad, ni la misma antropología. Hablamos de cuestiones estructurales. Hay grandes teatros que están a punto de ser construidos en Casablanca y en Rabat, que tienen presupuestos que son tres veces el presupuesto del Ministerio de Cultura. Esto tiene más que ver con la diplomacia cultural y la imagen internacional que con la cultura local. Porque nos preocupamos por el lugar que mostramos pero no en cómo hacer venir a la gente a ese lugar”.

No importar modelos parece un buen umbral de acuerdo para el debate, aunque todavía hay más intereses y voces en este amplio mapa africano. Por caso, la del diseñador de Níger, Alphadi, con más de tres décadas de carrera en la alta costura parisina y creador de FIMA, un festival que le ha dado notoriedad a la moda africana y por cuyos desfiles fue alguna vez fue amenazado por grupos religiosos radicales en su país. El próximo año FIMA cumplirá 20 años y él lo plantea como una nueva oportunidad para acercar a todos los continentes. “Los grandes modistos, Delacroix, Dolce & Gabanna, Yves Saint Laurent, vienen al desierto de Níger. Es un evento para animar a inversores porque los políticos todavía no entienden el motor que puede significar la moda y el textil africano en la creación de empleo”, nos cuenta Alphadi, que participa por primera vez en esta conferencia.

“En el país más pobre del mundo estoy construyendo la escuela de moda más grande de África para promover la verdadera formación de profesionales: L’École de la Mode et Design en Níger, con el apoyo de la Unión Europea y de la cooperación de varios países, entre ellos, España. Porque la moda es lo opuesto a la pobreza. Por ejemplo, Hermes fabrica toda su bijou de plata en Níger y yo doy trabajo a 300 personas en mi país. Trabajo por mi pueblo y me inspiro en sus tradiciones”, se entusiasma el embajador de buena voluntad de Niamey.

El representante de Arterial Network menciona otras experiencias a tener en cuenta, como ‘Cultura Viva’ en Brasil, que integra en la música a chicos de las favelas, y algunos ensayos venezolanos. También aquí, en Salé –junto a Rabat– hay adolescentes que salen del pegamento de la calle estudiando circo. “Hay programas que han demostrado su éxito para integrar a niños y adolescentes por medio de la música, al ser valorados junto con los demás y tener que respetar al que interpreta el solo, por ejemplo”, apunta Essaadani.

El poeta sudafricano habla de una transición dinámica en el continente y culmina: “Hoy, cuando terminé mi ponencia, había unos diez jóvenes marroquíes, egipcios, libios y tunecinos. Cada uno a su manera me dijo: ‘creíamos que no pertenecíamos a África, pero cuando lo hemos escuchado, nos hemos sentido tan orgullosos".

La próxima cita será en 2015, en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, donde tiene sede la ONG que impulsa el evento ARTerial Network.

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Sobre la firma

Analía Iglesias
Colaboradora habitual en Planeta Futuro y El Viajero. Periodista y escritora argentina con dos décadas en España. Antes vivió en Alemania y en Marruecos, país que le inspiró el libro ‘Machi mushkil. Aproximaciones al destino magrebí’. Ha publicado dos ensayos en coautoría. Su primera novela es ‘Si los narcisos florecen, es revolución’.

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