Bilis negra
La corrupción política en España se está convirtiendo en una fiesta nacional
La noticia de un nuevo escándalo de corrupción, si es muy detonante, se suele reservar para el lunes, nunca se da en el fin de semana, que está anestesiado por el fútbol o por una salida con los niños al campo. El lunes la gente se levanta de por sí muy cabreada y hay que aprovechar ese estado de ánimo para ofrecer una nueva deflagración. El periódico de turno pone a funcionar las bombas de achique y saca a la superficie en primera a cinco columnas la correspondiente descarga de basura. El efecto explosivo, acompañado de su específico hedor, obtiene réplicas sucesivas en el guirigay de radio y televisión durante unos días, pero el bombazo pierde energía a medida que el público sentado en la grada la va disolviendo con su bilis negra. El fin de semana hay que descansar. En la corrida de toros, antes de que se impusiera el peto en la suerte de varas, muchas veces la faena del diestro se realizaba mientras en la arena varios pencos agonizaban con las tripas fuera. El público gritaba: ¡más caballos! Al final la corrupción política en España se está convirtiendo en una fiesta nacional. Ahora mismo en medio de este ruedo ibérico hay decenas de políticos y financieros destripados. Llega el lunes y el público vuelve a gritar: ¡más caballos! Aristóteles dijo que el teatro servía para purificar las pasiones. De pronto, durante la representación de una tragedia se oía en lo alto la voz tronante del deus ex machina cuyo designio marcaba el destino de los tragediantes. Esa voz es hoy la de una generación de jóvenes airados, que a través de la formación Podemos ha entrado en escena como el deus ex machina para purificar este espectáculo bárbaro. Pero a su vez ellos mismos se sienten aterrorizados de su propia voz que los llevará al poder en cuyo laberinto pueden ver cómo se corrompen también todos los sueños.
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