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EL ACENTO

Sin capacidad de asombro

Estalla el cohete que llevaba víveres y material a la estación internacional

SOLEDAD CALÉS

Uno de los problemas de la tecnología es que dejamos de maravillarnos por las cosas que puede conseguir. Trate el lector de levantar una bolsa de 50 kilos por encima de su cabeza; es decir, a poco menos de dos metros de altura. A continuación —y antes de llamar a urgencias—, multiplique por 50 el peso de la bolsa e imagine cómo llevarla a unos 400 kilómetros de altura. Esa era precisamente la misión del cohete Antares que en la madrugada del miércoles estalló a los pocos segundos del despegue. Llevaba material y alimentos a la Estación Espacial Internacional (ISS en sus siglas en inglés) otra maravilla a la que nos hemos acostumbrado.

Desde el año 2000 esta casa construida por el hombre da vueltas a la Tierra y está habitada permanentemente. En un día despejado es observable a simple vista si se sabe dónde mirar. Pero muy pocos de los habitantes del planeta se detienen, no ya hacerlo, sino simplemente a pensar en ello. Cosas de la tecnología conquistada.

Y esta familiaridad con el hecho extraordinario de poner una gran masa en órbita queda demostrada al comprobar que la pérdida del cohete y su carga no ha supuesto una gran preocupación por la seguridad de los astronautas de la ISS. La NASA ha señalado que se trata de un contratiempo pero nada más allá. Los inquilinos de la Estación Espacial no corren ningún riesgo ni tendrán que racionar los víveres. Vamos, que se han quedado sin el turrón para Navidad, y poco más.

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Pero un aspecto del accidente plantea cuestiones peliagudas. La nave no era de la NASA, sino de una compañía privada a quien la agencia estadounidense contrató para ocho lanzamientos de este tipo. El cohete destruido era la tercera misión. Se trata de una opción más barata, elegida por la Administración Obama, para reducir costes. Y no se trata de aplicar la retórica de que lo público es mejor que lo privado, pero es que la vieja NASA ha llevado hombres a la Luna utilizando ordenadores con menos memoria de lo que pesa una foto hecha con el móvil. Ahora mismo no puede mandar astronautas a ningún sitio. La NASA, a su modo, era una maravilla a la que nos habíamos acostumbrado.

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