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La pareja ideal

María Teresa Campos y Bigote Arrocet la felicidad del reencuentro de Tita Thyssen y Borja

Boris Izaguirre
María Teresa Campos, una de las protagonistas del verano 'rosa' el pasado julio en Madrid.
María Teresa Campos, una de las protagonistas del verano 'rosa' el pasado julio en Madrid.getty images

Si existe algún fetiche contemporáneo, ese algo que todo el mundo desea pero no siempre consigue, es tener pareja. Y qué mejor ejemplo de las infinitas posibilidades de la pareja que la revelación esta semana del amor maduro entre María Teresa Campos y el caballero y humorista Bigote Arrocet.

Campos es más que una decana de los medios de comunicación. Es un referente. Una mezcla inusual de madre y patrona, de guía y compañera. Arrocet es también una escuela, a su manera, en la virilidad relajadita y cachonda, curtida en prolongar el sentido del humor en la madurez. Un caballero con una cultura de pelo en pecho, antítesis de la metrosexualidad, que ofrece más confianza que la depilación radical propia de la burbuja inmobiliaria. “Bigote y María Teresa te hacen sentir seguro”, comentan en Málaga. “Verlos no sólo me da buen rollo, me hace pensar que de verdad estamos saliendo de la crisis. Como si todo volviera a su cauce. Como si apostáramos por la normalidad. Por el sentido común”. Y por el vello. Para otros, sin embargo, el sentido común puede ser un antídoto contra la pasión. “Despiertan envidias, encontrando el amor en un momento que ya crees que no lo tendrás”, discute una presentadora. “No es asombro lo que tiene que causarnos. Porque el amor no envejece”, sentencia la misma presentadora. “Solo la piel envejece, que es superficial”.

Campos y Bigote han agitado el verano. Han eclipsado tanto a la felicidad que nos ofrecía el reencuentro de Tita Thyssen con Borja y Blanca como cualquier tristeza que sintiéramos por el divorcio de Melanie y Antonio Banderas. Incluso hizo que la portada de Paris Match con Charlene de Mónaco pareciera intrascendente. Y no lo era. Charlene está embarazada y subida a una maquinaria de cambio de imagen, aunque la veamos avanzar en su gestación con la misma cara con la que se casó. Que es la misma cara con la que la conocimos en la Gala de la Rosa de 2009, dedicada a la movida madrileña, y que es también la misma cara con la que inaugura una exposición o encaja la muerte por asesinato de una magnate de Montecarlo. De esa misma cara y su expresión, bautizada como Charlinismo que, solo refleja apatía, aburrimiento máximo, lo que ha interesado es el proyecto de cambio de imagen implementado por la delicada y firme mano cinceladora de Corinna zu Wittgenstein, la entrañable princesa que ejerce de sabia consejera y restauradora, al menos, de la imagen pública de Charlene. Corinna no solo vive en Mónaco sino que trabaja para Mónaco. Y desde que esto se sabe, a Charlene se la ve no sólo más operativa sino también felizmente embarazada aunque sea complicado erradicar de su rostro ese serenísimo fastidio. Es probable que Corinna haya transmitido a Charlene su experiencia ante los medios de comunicación y facilitado la colaboración de la fotógrafa Vanessa Von Zitzewitz, una amiga suya de la infancia que es la esposa actual de Juan de Villalonga, expresidente de Telefónica. ¡A los ricos cuando trabajan les encanta hacerlo en equipo! ¡En confianza! Con movimientos estratégicos de profundo calado: si Corinna consigue hacer de Charlene una creíble estrella mediática, no solo revalidará su figura como consultora internacional sino que también obtendrá una merecida compensación por sus servicios. Y generará una nueva fuente de ingresos para Montecarlo, la marca Charlene. Juntas, como dos Ces entrelazadas, Charlene y Corinna son un nuevo logo que propone una nueva verdad: detrás de una princesa tonta siempre hay una princesa lista.

Tontas o no, las parejas van y vienen. Eva González y Cayetano Rivera han vuelto. Probablemente, les ha pasado lo que a muchas parejas de larga duración o a los expresidentes de la Junta de Andalucía: se han dado cuenta que es mejor negocio estar juntos que separados. González ha encontrado una reafirmación profesional importante ante el éxito de MasterChef y Cayetano ha descubierto, como buen español, después de dar la vuelta al mundo que no hay mejor menú que el jamoncito, la tortillita y el solecito. Ambos atravesaron sus nueve meses de soledad sin otras compañías. Eva se concentró en MasterChef mientras que Cayetano observaba desde la barrera las andanzas de sus otros hermanos, Francisco y Francisco (Kiko).

Francisco ha hecho este año una gira temática de bodas, una con chistera, otra con comida y decoración india, todas católicas y con reportaje. Pero Kiko, mediático también, ha dejado a todos sin habla en la emisión de Sábado Sensacional, con un dúo con su mamá, Isabel Pantoja. La pareja madre e hijo ha vuelto a reventar el trending topic con una canción, Debo hacerlo, que fusiona el tecno, la balada y el folclore con el desagarro de una mujer implorando una nueva oportunidad en el amor. “Necesito un nuevo amor, porque ya no aguanto más, quítenme esta soledad”, brama Pantoja arrancándole la máscara a la realidad: ¡Necesitamos que Pantoja tenga un nuevo amor! Esta vez sin bigotes, porque ese ya lo tiene María Teresa Campos. Quizás más joven, que es un tipo de pareja que Pantoja aún no ha probado. Hay que darle a Pantoja lo que pide. Un nuevo amor que nos haga olvidar. Que recupere esa loca alegría que todos estos amargos veranos nos han robado. O nos lleve al séptimo cielo. Debemos hacerlo.

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