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La vida no es esto: Gaza entonces y ahora

Un cooperante recuerda sus días en Gaza, donde llegó tras la escalada de violencia en 2008

Una joven camina a la escuela en Gaza durante el conflicto de 2009.
Una joven camina a la escuela en Gaza durante el conflicto de 2009.Paolo Pellegrin (Save the Children)

Cuando llegué por primera vez a Gaza en septiembre de 2009 era el fin del Ramadán. Los niños jugaban en las calles, me pedían que les hiciera fotos. Había columpios en los parques, la gente salía a comprarse ropa y visitar a sus familiares. La completa destrucción causada por la operación Plomo Fundido del ejército israelí en diciembre de 2008 todavía era latente. A Gaza le estaba costando recuperarse, pero el ánimo de la gente eclipsaba cualquier dificultad.

"La vida sigue", pensé. Porque es la vida lo que los niños palestinos y sus familias ansían. Eso fue lo que pensé también en noviembre de 2012 cuando volvió a crecer la violencia. Mientras mis compañeros eran evacuados escuchaba al vendedor de huevos haciendo la ronda con su burro, gritando sus reclamos para que la gente comprara huevos frescos, como si nada estuviera pasando.

Mucho estaba pasando. Las noches eran lo peor. Escuchaba el zumbido de los misiles que la marina israelí lanzaba hacia el centro de la ciudad mientras bombardeaban la franja desde el norte y con drones. A pesar del frío de noviembre, teníamos que dejar las ventanas abiertas para evitar que se rompieran los cristales dentro de casa por los ataques. El suelo se estremecía con algunas de las bombas que se detonaban bajo tierra dejando enormes cráteres. Menos de cuatro años después de la última operación militar, Gaza seguía reconstruyéndose –en gran parte gracias a la ayuda extranjera– y estaba siendo destruida de nuevo. El zumbido de los drones sobrevolando era como tener una fábrica en el piso de arriba funcionando las 24 horas.

Mientras escribo esto, ahora desde Amman, esas calles de Gaza casi no son reconocibles por televisión, arrasadas una vez más por la fuerza militar israelí. En la calle donde viví durante cuatro años ha desaparecido una familia entera. He visto fotos de los barrios de Al Shajaiya y Khuzaa gravemente dañados. No hay niños jugando en las calles en este fin de Ramadán, los que quedan vivos están aterrados. Casas, hospitales y colegios están siendo atacados. Cada hora muere un niño en Gaza. Todos los niños que tienen más de seis años están viviendo su tercera guerra ya. Aparte de los riesgos de morir o ser heridos, no se puede describir lo que esto supondrá para su bienestar físico y mental a largo plazo.

En el otro lado del conflicto, los niños israelíes tienen que huir a refugiarse cada vez que hay un ataque. Las sirenas les causan miedo y pánico, aunque al menos tienen sitios seguros donde estar protegidos.

Toda la gente con la que hablo en Gaza me cuenta que, aunque necesitan un alto el fuego desesperadamente, las cosas no pueden volver a ser como antes, cuando el bloqueo les hacía la vida imposible. A pesar de las promesas de terminar con él en 2012, Gaza sufrió más bloqueo incluso que antes del conflicto, ya que los túneles que hacen de enlace con Egipto, y por donde entran todos los artículos de primera necesidad, quedaron destruidos.

En Gaza, incluso antes de la escalada de la violencia en 2012, la vida era imposible y los cortes de electricidad de ocho horas al día la dejaban aislada del resto de Palestina. Israel no dejó entrar a la que era mi casera entonces para tratarse del cáncer de pecho que tenía. Los pescadores eran disparados si se acercaban más de las tres millas náuticas que tenían como límite, los obreros se quedaron sin material para terminar sus obras, miles de palestinos perdieron sus precarios trabajos y más del 80% de ellos dependían de la ayuda humanitaria.

La vida no es esto. La violencia debe terminar ya. Pero además de un alto el fuego inmediato, para asegurar que estos niños tengan un futuro, se necesita que las partes acuerden el fin del bloqueo y pongan los pilares de un acuerdo de paz a largo plazo.

Karl Schembri, es responsable de Comunicación de Save the Children en Oriente Medio, vivió en Gaza desde septiembre de 2009 hasta diciembre de 2013.

Save the Children trabaja de forma independiente e imparcial en todo el mundo, allí donde es necesario. El texto refleja las opiniones del personal citado y sus percepciones de la vida y el trabajo en Gaza. Save the Children trabaja actualmente en Gaza y Cisjordania. Como organización global, Save the Children se preocupa por igual por el bienestar de los niños tanto en Israel como en Gaza y Cisjordania, y pide el fin de la violencia en ambos lados.

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