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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Ya verás como

En el ámbito de la Justicia se usa tanto esta expresión que ha ayudado a deteriorar la imagen de los tribunales

Juan Cruz

Ahora que han condenado a Carlos Fabra, el misterioso millonario de Castellón, líder del PP, ciudadano ejemplar según vieja definición de Mariano Rajoy, convendría que no sólo los suyos sino los contrarios fueran a las hemerotecas y a las videotecas y a las fonotecas para ver qué dijeron sobre lo que iba a hacer la Justicia en cuanto se encontrara de frente con los últimos flecos de este traje roto.

Pues es común, en tertulias y debates, y en columnas como esta y como tantas otras, que en cuanto se pone en danza un asunto así alguien dice, escribe o lanza esta jaculatoria: “Ya verás cómo…”. Y después de esa apreciación sobre lo que incuestionablemente nos va a deparar el futuro, puede haber dos oraciones: una se referirá a los suyos: “Ya verás cómo los suyos lo sacan de esta”. Y otra, tan habitual como aquella, suele ser esta: “Ya verás cómo los jueces hacen la vista gorda”.

Luego pasa el tiempo, como ha sucedido en este caso (ha pasado demasiado tiempo, esa es la verdad), y los suyos, que lo creían ejemplar, no han podido hacer nada para salvarlo (al menos de momento) y la Justicia (de momento también) lo ha condenado. El Tribunal Supremo, en firme; el rey de las loterías anuncia que va a recurrir al Tribunal Constitucional, que es como tocar a la puerta de la lotería, por cierto, y a los suyos les queda el recurso del método que también siguió Jaume Matas: el indulto. A Matas no le funcionó; veremos qué pasa (“ya verás cómo…”, dirán algunos) con Carlos Fabra.

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Un país más justo es un país más honesto

El “ya verás cómo” es una fórmula periodística y política que, como todas las demás (“todo el mundo lo sabía”, “a mí me lo dijeron”), no tiene precio y además sale muy barata: nadie nos pide cuentas a los periodistas por haberla utilizado desmañadamente y a los políticos se les olvida pronto el carácter gratuito de su predicción; si se cumple, que a veces se cumple, unos y otros se apuntan al “mira que te lo tengo dicho”, que es la manera más infantil de sacar pecho. Lo cierto es que, en el ámbito de la Justicia, se ha usado tanto el “ya verás cómo”, y tanto se usa, que ha ayudado a deteriorar la imagen de los tribunales como si se quisiera hacerlos inservibles, vaya usted a saber para qué.

Le pedí a un experto que me refrescara la memoria prehistórica sobre los casos en los que escuchamos decir “ya verás cómo” cuando empezaron a destaparse casos de famosos o poderosos requeridos por la Justicia por sus distintas fechorías. Recuerden lo que se dijo que harían los suyos y la Justicia con Roldán, Mario Conde, Romaní, De la Rosa, Rodríguez Colorado, Rafael Vera, Barrionuevo, Prado y Colón de Carvajal… Parecía cantado (así se dice también, “eso está cantado”) que todos iban a ser tratados con guante blanco, pero no sucedió así. Todos recibieron condenas (algunas ejemplares, no tanto como su régimen penitenciario) y todas las sentencias vinieron a desmentir el “ya verás cómo”.

En tiempos más recientes, juzguen qué le pasó al “ya verás cómo” ante casos como los de los Urdangarin (Iñaki y Cristina), Bárcenas o los ya citados de Matas y Fabra… Como escribió Blas de Otero, “aquí no se salva ni Dios…”, o así tendría que ser. Un país más justo es un país más honesto; y un país en el que los ciudadanos sean menos arrogantes y más respetuosos con la honestidad ajena sería aquel en el que se desterrara de tertulias y debates juicios tan precipitados como el ya muy viejo “ya verás cómo”. 

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