¿La niebla de Londres?
En la actualidad este espeso humo es anecdótico en la capital británica, ya que aparece poco más de unos 15 días al año
Uno de los tópicos que siempre ha envuelto a Londres es su famosa niebla. Gran parte de culpa de este estereotipo de la ciudad del Támesis tiene su origen en las obras de Arthur Conan Doyle, con el famoso Sherlock Holmes de protagonista o personajes más tenebrosos como Jack el Destripador esperando a sus víctimas tras el manto blanco de niebla. A Dr. Jekyll y Mr. Hyde,la novela de Robert Louis Stevenson, también este cegador elemento le daba una dimensión lúgubre.
En la actualidad esta espesa niebla (o thick fog) es anecdótica en la capital británica, ya que aparece poco más de unos 15 días al año, pero el estereotipo viene de lejos, puesto que ya la reina Isabel I, en el siglo XVI, se quejaba del humo que había en la ciudad a causa de la combustión del carbón. La Revolución Industrial a mediados del siglo XVIII hizo que mucha gente se trasladara de los pueblos a Londres, disparando el smog (palabra que mezcla humo —smoke— y niebla —fog—) durante los inviernos. El carbón se utilizaba como fuente de energía y para la calefacción de los hogares; Charles Dickens definió la niebla londinense como pea-souper (sopa de guisantes), por su color amarillento. En situaciones de inversión térmica ese humo se quedaba atrapado en la superficie, disparando la contaminación. Su punto álgido llegó en el invierno de 1952. Londres quedó paralizado durante cinco días por el smog. Hubo más de 4.000 víctimas por asfixia y más de 100.000 afectados. Fue entonces cuando el Gobierno británico prohibió la combustión de carbón. Desde entonces, Londres dejó de ser una ciudad con niebla.
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