_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Mala leche

Los latidos del corazón constituyen también una forma de conocimiento

Manuel Vicent

Los latidos del corazón constituyen también una forma de conocimiento. Según los biólogos más avanzados esa bomba mecánica es la que excita y pone en estado mental al cerebro y no al revés; incluso algunos líderes espirituales la han elevado a la categoría de oráculo de nuestro propio futuro. Si a un electrocardiograma se le aplica un zoom muy potente se pueden descubrir entre sus quebradas líneas de sístole y diástole unos espasmos microscópicos cuya lectura nada tiene que ver con la medicina sino con el campo magnético que el corazón expande y que afecta a todos los seres vivos de alrededor, incluidas bacterias y personas. Se ha hecho la prueba de ese poder con un recipiente lleno de leche. Conectados a una corriente se introducen dos electrodos en el recipiente, que se coloca en el centro de la mesa en la que estás departiendo una cena agradable con amigos. Los gérmenes vivos que contiene la leche responden a las sensaciones positivas o negativas del corazón de los comensales. Sus latidos no solo elevan la sangre al cerebro de los presentes para mover el mecanismo de sus pensamientos; también desvían las descargas emocionales hacia el recipiente que son captadas por los electrodos. La placentera sensación de amistad, la armonía feliz y las risas del grupo, purifican la leche, la eximen de bacterias y la convierten en el mejor postre de sobremesa, en leche merengada. Pero si el recipiente se instala en medio de una tertulia política, en el hemiciclo del Congreso de los Diputados, en la mesa del consejo de administración de un banco, la leche concentra la codicia, el rencor, la ambición, la miseria, la estupidez, el fanatismo de su entorno y la convierte en una pócima venenosa. La mala leche que hoy se ha apoderado en nuestra sociedad responde de los latidos de un corazón colectivo devastado. Por eso el aire es irrespirable.

 

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_