Dieciocho frases brillantes de Ana María Matute que todo el mundo debería leer
Uno de los complementos más cautivadores de la obra literaria de la escritora eran las perlas que adornaban sus entrevistas y textos
“Ahora os inventaréis citas mías que jamás pronuncié”, se lamentó en alguna ocasión la incombustible Ana María Matute. Hoy toca quitarle la razón.
En el día de la muerte de una de las escritoras más importantes de las letras españolas, sillón K de la RAE y tercera mujer en recibir el Cervantes (en 2010, tras María Zambrano y Dulce María Loynaz y seguida solo por Elena Poniatowska este año) la forma más rápida, cristalina y eficaz de rendirle homenaje es celebrando aquellas citas que sí pronunció. En sus textos, en sus entrevistas o en conversación. Esas que por inconfundibles la definieron. Que la caracterizarán, a ella y a nuestras letras, en el recuerdo. Que le salieron de esa cabeza que, como le dijo un día a a El País, “Me funciona: la tengo tan mal como siempre”.
- "Todos nos acostamos con el lobo, pero lo que no podemos hacer es confundirlo con la abuelita. Caperucita era tonta”. Esta la dijo en más de una ocasión, pero la más recordada fue en 2002, en una conferencia, titulada Mujeres: puente de igualdad, en la que reivindicaba el humor en la literatura española.
- “La infancia es el periodo más largo de la vida”.
- “Ser vieja no está tan mal, la gente te perdona todo”, decía a finales de 2011. Una variación de esa otra frase: “Para nada quisiera volver a mis 20 años. Ni a tenerlos entonces, ni a tenerlos ahora”.
- “El mundo hay que fabricárselo uno mismo, hay que crear peldaños que te suban, que te saquen del pozo. Hay que inventar la vida porque acaba siendo verdad”.
- “Nunca me he aburrido. En esta vida lo he podido pasar muy mal… y también lo he pasado muy bien. ¡Uf! Pero aburrirme, jamás”.
- “El Quijote es el primer libro con el que he llorado, con la muerte del Quijote, por todo lo que significa: El dejar que la locura desaparezca. Eso es terrible. El triunfo de la sensatez”, dijo en la rueda de prensa previa a recoger el Premio Cervantes.
- “Escribir para mí no es una profesión, ni siquiera una vocación. Es una manera de estar en el mundo, de ser, no se puede hacer otra cosa. Se es escritor. Bueno o malo, ya es otra cuestión”.
- “San Juan dijo: ‘El que no ama está muerto’ y yo me atrevo a decir: ‘El que no inventa, no vive”. Estas fueron las palabras con la que Ana María Matute comenzó su discurso de aceptación del Premio Cervantes. Y nos regaló otra joya para el recuerdo sobre su concepción de la literatura y la vida, que en ella eran la misma cosa: “En la literatura, como en la vida, se entra con dolor y lágrimas”.
- “Me parecería una autentica falta de cortesía que Dios no existiera”.
- “La ilusión por la vida nos hace soportar la proximidad de la muerte”, llegó a afirmar en 2010.
- “Un gin-tonic te da una lucidez bárbara”, dijo en otra ocasión sobre una de las costumbres que cultivó hasta sus últimos días. (En una entrevista a El País también ilustró que: “No hay cosa que más me gusta que un gin-tonic”.)
- “Siempre he creído, y sigo creyendo, que la imaginación y la fantasía son muy importantes puesto que forman parte indisoluble de la realidad de nuestra vida”.
- “El dolor es más llamativo que la felicidad”.
- “El tiempo lo cura todo, pero también lo quema todo. Lo bueno y lo malo. Te arranca de la memoria cosas que quisieras tener ahí. El tiempo se lo lleva”, comentaba este mismo año.
- “¿Qué es la felicidad? Son momentos. Lo que no existe, creo, es la desgracia continuada, pero la felicidad intensa, como lo que yo he vivido. ¿Todo el rato así? No podría soportarlo”, comentó en El País.
- “Si no hubiese podido participar en el mundo de los cuentos y si no hubiese podido inventarme mis propios mundos, me habría muerto”.
- “Escribir es siempre protestar, aunque sea de uno mismo”.
- “Nunca me he desprendido de la infancia, y eso se paga caro. La inocencia es un lujo que uno no se puede permitir y del que te quieren despertar a bofetadas”, decía en 2008 al publicar su novela Paraíso inhabitado.
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