_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Riqueza

El tráfico de drogas y el de seres humanos esclavizados, dado que en eso consiste básicamente la prostitución, van a elevar el Producto Interior Bruto para mejorar las cifras económicas de nuestro país

Todo lo malo puede empeorar. En el momento crítico del desprestigio institucional, cuando las prácticas corruptas implican a funcionarios públicos de todos los niveles, mientras la palabra “regeneración”, tan prestigiosa en nuestra tradición, tan imprescindible en la actualidad, se convierte en una muletilla mentirosa, un recurso para arrancar aplausos en los mítines de quienes pretenden perpetuar el sistema y perpetuarse con él, solo nos faltaba esto.

Regocijémonos, porque el tráfico de drogas y el de seres humanos esclavizados, dado que en eso consiste básicamente la prostitución, van a elevar el Producto Interior Bruto para mejorar las cifras económicas de nuestro país. Es una medida realista, dicen, y una directiva europea, dicen también. Asimismo es, por supuesto, una necesidad urgente, porque en los últimos tiempos, la urgencia define todas las decisiones que favorecen a quienes ocupan el poder o sus inmediaciones. La legislación y la justicia en causas impulsadas por reivindicaciones ciudadanas circulan, como se sabe, a otra velocidad, incomparablemente más lenta.

A toda prisa, pues, el control del déficit, el pago de la deuda, las agencias de calificación y las presiones del FMI han bendecido no solo la práctica de actividades económicas ilegales, sino a redes de delincuencia organizada que provocan muertes, e infligen torturas y sufrimiento a otros seres humanos. Lo más doloroso de todo es que la legalización de las drogas y la prostitución no se contemplan, seguramente porque, en ese caso, su impacto sobre el PIB resultaría mucho menos favorable. La mano de obra esclava es, sin lugar a dudas, más rentable que la sujeta a un contrato de trabajo, incluso después de la última reforma laboral, y si las drogas se vendieran en las farmacias, ¿cómo sería posible crear riqueza cortándolas con el yeso de las paredes?

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Almudena Grandes
Madrid 1960-2021. Escritora y columnista, publicó su primera novela en 1989. Desde entonces, mantuvo el contacto con los lectores a través de los libros y sus columnas de opinión. En 2018 recibió el Premio Nacional de Narrativa.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_