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LE MONDE

Hollande el diplomático

En los actos del aniversario de Normandía, ha conseguido que los presidentes ruso y ucranio hablen por primera vez

Misión cumplida. Los numerosos dirigentes reunidos en Normandía, el 6 de junio, tenían un deber con los últimos veteranos que regresaron a esas playas 70 años más tarde, tras haber sufrido un diluvio de fuego para liberar Europa: devolver la diplomacia al centro del juego. No despreciar ninguna oportunidad de resolver ese nuevo conflicto que amenaza al este de Europa, en Ucrania.

François Hollande se ha empleado con determinación. Pese a las críticas, mantuvo su invitación al presidente ruso, Vladímir Putin, lanzada antes de la crisis ucrania. Oportunamente invitó al presidente electo de Ucrania, Petro Poroshenko. Se le ocurrió el ejercicio inédito de una doble cena —amistosa con el presidente Obama, oficial con Putin— para no ofender al americano. Con la preciosa ayuda de la canciller Angela Merkel, tendió una emboscada diplomática franco-alemana a los presidentes ruso y ucranio, que se han hablado por primera vez.

(...) Tras haber expresado claramente (desde comienzos de semana en Varsovia, después en Bruselas) su firmeza frente a los rostros ocultos de la “nueva Rusia”, Obama, sin comprometerse a los ojos de su oposición republicana, podía establecer un comienzo de diálogo con Putin en Normandía. Rehusarlo hubiera sido un insulto a los muertos del Desembarco.

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Tras el cuarto de hora Putin-Poroshenko, hubo el cuarto de hora Putin-Obama. El problema es que un cuarto de hora, incluso dos, es poco. (...) Mantener la presión sobre el presidente ruso sigue siendo esencial.

París, 7 de junio

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