Raimon, siempre referente
El cantante de Xàtiva ha ejercido de nuevo el papel que se espera de un intelectual comprometido
Si alguien simboliza en este país la lucha por la libertad, ese es sin duda el cantante Raimon. Con Al vent, una canción de solo tres acordes, y Diguem no, el más potente grito de protesta, Raimon se convirtió hace 55 años en la voz de quienes, en toda España, luchaban por las libertades, entre ellas la de expresión.
Que ahora haya que invocar esa libertad para defenderle de la intransigencia indica hasta qué punto el proceso de polarización política que se vive en Cataluña distorsiona las cosas. Bastó que Raimon declara que no era independentista y expresara sus dudas sobre la repercusión que el proceso soberanista puede tener sobre el catalán en Valencia y sobre las relaciones entre ambas comunidades, para que un griterío, muchas veces anónimo, inflamara las redes sociales.
El cantante de Xàtiva expresó sus dudas en un programa de Catalunya Ràdio, y enseguida fue denostado por el independentismo fundamentalista, para el que cualquier vacilación es un ataque. Pero, como se demostró en las muchas expresiones de apoyo que recibió y en los cuatro conciertos que ofreció en el Palau de la Música en los días posteriores, la sintonía entre Raimon y el gran público sigue siendo tan cálida como siempre.
Allí se vio que sus canciones siguen siendo un himno compartido, incluidos los independentistas que le aplaudían con cariño y que pudieron exhibir sus banderas esteladas y corear sus consignas, como ya habían hecho en conciertos anteriores, sin que el cantante se inmutara porque él sí que respeta la libertad de expresión.
Raimon ha dedicado su vida de artista a la defensa de la lengua catalana. En catalán (o en valenciano, según cada cual prefiera) ha cantado todas sus canciones y con ella se ha paseado por el mundo como el heraldo de una identidad que se resiste a desaparecer. Su autoridad moral está por encima de cualquier sectarismo y no es casualidad que el pasado 18 de marzo recibiera la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes de Madrid, y tres días después el Premi d'Honor de les Lletres Catalanes que concede Omnium Cultural.
A la postre, hay que agradecer a Raimon que haya ejercido, una vez más y con la humildad que le caracteriza, el papel de intelectual comprometido: expresar dudas y exponer preocupaciones.
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