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“Ayer pensé que mi hija se moría”

La Cadena SER y la ONG Acción Contra el Hambre han llevado su segunda edición de la campaña Goles Contra el Hambre hasta Malí con el objetivo de llamar la atención sobre la terrible realidad que hace que cada día mueran en el mundo casi 10.000 niños por enfermedades aparejadas a la desnutrición

Una madre abrazando a su hijo su hijo en el centro de recuperación nutricional infantil de Virimadjo, en Bamako.
Una madre abrazando a su hijo su hijo en el centro de recuperación nutricional infantil de Virimadjo, en Bamako.Ángel Colina

En la habitación hay siete camas y nueve niños, todos desnutridos severos, varios con complicaciones médicas, pero a uno de ellos le acaban de salvar la vida. Es Assana Sagara, una pequeña de tres años que hasta hace unas horas ni se movía, no comía, rechazaba cualquier alimento y ya ni abría los ojos: "Pensé que se me moría, que no llegaría al día de hoy", dice ahora un poco más aliviada Fatoumata Saye, su madre. Assana padece un cuadro de desnutrición aguda severa en forma de kwashiorkor, es decir, su cuerpo está lleno de edemas, sobre todo en los brazos, piernas y vientre. Hinchada además por los parásitos parece una niña gordita, pero en realidad ha estado a punto de morir de hambre. La encontramos, aún muy débil, al fondo del cuarto del Ureni (Centro referencial para la recuperación de niños desnutridos) de la Comuna 6 de Bamako, la más pobre de la capital maliense con más de 60.000 habitantes, que ha duplicado su población debido a que en esta zona se instalaron miles de desplazados que huían de la guerra del norte del país en 2012 y 2013, y cuyas consecuencias siguen siendo preocupantes.

Faoutama es del país Dogón, la cuna de la riqueza cultural de este país. Hasta antes de la guerra era uno de los lugares más visitados de toda la región del Sahel, pero ha pasado de recibir miles de turistas franceses a tener a soldados de ese país patrullando periódicamente sus carreteras. El problema de Fatoumata hasta que llegó al Ureni fue que no encontraba a nadie que hablara su dialecto, el del país Dogón, era incapaz de explicar con detalle lo que le pasaba a su hija Assana hasta que una mamá relé de Acción Contra el Hambre (ACH) vio el estado crítico de la pequeña y la llevó al Ureni donde el destino hizo que Fatoumata se encontrara con el único hablante del dialecto dogón que había conocido desde que llegó a Bamako; era el doctor Abdias Doueno, el responsable técnico de nutrición, natural de la misma región y que inmediatamente se puso manos a la obra para sacar a la pequeña adelante.

Esta joven tuvo que dejar el norte de Malí porque las condiciones de seguridad siguen siendo aun débiles, especialmente a partir de Gao y Kidal, y donde dos de cada tres familias carecen de alimentos suficientes para garantizar su subsistencia según ACH, que lleva trabajando en este país desde 1996. Desde que esta menuda mujer llegó con su hija moribunda al centro sanitario el pasado miércoles, cada día han seguido llegando hasta aquí pequeños menores de cinco años con problemas graves derivados de una insuficiente alimentación. La hija de Fatoumata ha salvado la vida gracias a los cuidados de los pediatras del centro que con los tratamientos a base de leches terapéuticas y papillas especiales, con la mínima cantidad de calorías que un niño necesita para vivir, van a posibilitar que se recupere de manera vertiginosa en solo una semana.

La historia de esta pequeña dejó impresionado a José Antonio Ponseti, uno de los directores de Carrusel, que conoció a Fatoumata este viernes al visitar junto a Manu Carreño este y otros dos centros donde presta ayuda la sección española de Acción Contra el Hambre. Ponseti, que tiene una larga trayectoria de viajes por todo el mundo, que vivió un período de su vida en Nairobi y que ha recorrido buena parte de África, arrancó este viernes desde Bamako la primera edición solidaria de Carrusel Deportivo desde África en los más de 60 años que tiene este programa emblemático de la radio deportiva española, contando la conversación que había tenido con Fatoumata, lo que le había impresionado su caso, y sobre todo haciendo un llamamiento a sus oyentes para que comprobaran cómo, si se presta asistencia a tiempo, hasta los niños más desahuciados por el hambre pueden volver a tener una nueva vida.

Pero en Malí cada día mueren 50 niños por enfermedades aparejadas al hambre, a la desnutrición. Hoy 500.000 niños menores de cinco años se irán a la cama con hambre. Cerca de 140.000 podrían morir durante este año, según la encuesta nutricional que realiza UNICEF, porque son los que se calcula que en todo 2014 van a caer en desnutrición aguda severa, el estadio más complicado en la escala de las enfermedades del hambre, y que en demasiados casos provoca la muerte. Abdoulaye, es uno de esos 140.000. Pesa sólo 4,2 kilos a pesar de haber cumplido ya dos años. Otra más que engrosa esa terrible cifra es Kadiya, un año de edad y sólo 3,2 kilos. A esta pequeña la encontramos el jueves en un pasillo de este centro de recuperación, justo en el momento en el que una nutricionista estaba realizándole la prueba del pumply nut, el alimento terapéutico en forma de pasta de cacahuetes, que debe aceptar y no vomitar en al menos una hora, para poder comprobar que vuelve a aceptar el alimento y que puede empezar a curarse.

Sólo 24 horas después, cuando Manu Carreño y Ponseti visitan el centro de Salud del barrio de Senou, cerca del aeropuerto de Bamako, en medio de decenas de madres que llevan a sus hijos a pesar y medir en los controles que realiza ACH, ambos quedan impresionados por las finas piernas y la debilidad de una pequeña. Es Kadiya, la misma que finalmente sí había superado la prueba de la papilla, que el día anterior habia recibido el alta en el Ureni, el centro de los casos más graves, y que había sido referida de nuevo al consultorio de su barrio porque estaba comenzando a recuperarse. Manu y Ponseti acercan sus manos para tocar las minúsculas piernas de Kadiya, y preguntar a la doctora sobre su estado. Impresiona comprobar cómo un solo dedo de los periodistas era más gordo que la pierna de Kadiya.

La acompaña una hermana de 12 años que con un traje rojo y amarillo envuelve la cara de la pequeña mientras hacen cola para que la doctora Couibay vuelva a medirle el perímetro braquial, que sirve como referencia para saber el grado de desnutrición que vuelve a salir marcado en rojo, es decir, que vuelve a evidenciar que Kadiya sigue siendo una niña desnutrida severa aguda pero que se está recuperando. "En una semana puede que volvamos a medirle el brazo y ya nos salga el color amarillo en la cinta con la que hacemos esta prueba, eso sería una gran señal porque ya pasaría a un nivel moderado de desnutrición que es mucho más sencillo de tratar", asegura la doctora Couibaly que nos advierte que en las últimas tres semanas se han multiplicado los casos de niños desnutridos que les están llegando al centro.

"Me temo que este año el período de soudure, que es cuando las familias agotan todos sus alimentos de la cosecha anterior hasta que empiezan a recolectar la siguiente, que suele ser en septiembre, se va a adelantar y esto es muy peligroso. Si el soudure llega a principios de mayo no nos va a quedar ni una cama libre ni aquí ni en el Ureni de la Comuna 6 para atender a tantos niños desnutridos, pero es que las familias, especialmente las que llegaron del norte, no tienen como alimentar a sus hijos", asegura la doctora, que trabaja con ACH desde hace más de una década, advirtiéndonos de que la complicada situación de Malí podría ser aun peor en solo unas semanas.

La multiplicación de crisis humanitarias en África, ya sea la de República Centroafricana o la de Sudán del Sur, han sacado del foco informativo las preocupantes cifras de desnutrición que está castigando a los niños de Malí, un país con cerca de 16 millones de habitantes y una esperanza de vida de solo 52 años, el quinto país más pobre del mundo. El hambre, la desnutrición infantil, parece también quedar desplazada de las agendas mediáticas salvo cuando se produce una gran sequía, algo cíclico en todo el Sahel, una crisis humanitaria como la de RCA o una hambruna, la última y única de este siglo la del Cuerno de África hace solo tres veranos. Para sensibilizar sobre esta realidad y conocer el trabajo de Acción Contra el Hambre en esta materia, la Cadena SER y la ONG han llevado su segunda edición de la campaña Goles Contra el Hambre hasta Malí con el objetivo de llamar la atención sobre la terrible realidad que hace que cada día mueran en el mundo casi 10.000 niños por enfermedades aparejadas a la desnutrición.

En la primera edición de Goles, Angels Barceló viajó hasta Níger para realizar un Hora 25 especial en medio de la enésima crisis nutricional del Sahel, hace ahora dos años. En esta campaña, fue Carles Francino quien se desplazó a principios de marzo de este año para abrir La Ventana desde Bamako después de visitar los proyectos de ACH en Kita, en la región de Kayes, al sur de Malí. Y como culminación, Manu Carreño (que había planteado el reto de hacer este primer Carrusel solidario desde África hace ya tres años) y Ponseti abanderaron la semana pasada la expedición de Carrusel Deportivo, que en poco más de 24 horas pudieron visitar los proyectos de ACH, jugar un partido simbólico contra el Hambre con los niños del Kouffour, en equipo del barrio de Hipodrome, y además revolucionar las calles de tierra rojiza de este barrio cuando arrancaron Carrusel desde Bamako, con una pantalla gigante que proyectaba el Atlético de Madrid-Elche y al que se acercaron centenares de vecinos. El resto lo pusieron los oyentes de la SER, marcando más de 25.000 goles contra el hambre, enviando la palabra GOL al 28010. Con sólo 1,20 euros que cuesta el SMS se puede pagar el tratamiento nutricional de un niño por un día. La campaña sigue activa, tú también puedes marcar un gol al hambre. La radio, la SER y ACH se unieron para visibilizar la situación de Malí. Un país que sigue necesitando ayuda para que Assana siga un día más con vida.

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