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ENTREVISTA | FOUZIA YASSINE Activista marroquí

“No hay discriminación pequeña. Todas son graves”

La activista marroquí, defensora de los derechos de las mujeres, denuncia que todavía hay muchas leyes discriminatorias pese al avance de su país hacia la igualdad

Alejandra Agudo
Fouzie Yassine es profesora de Biología en la Universidad de Rabat.
Fouzie Yassine es profesora de Biología en la Universidad de Rabat.

Fouzia Yassine es profesora de Biología en la Universidad de Rabat (Marruecos), pero siempre ha tenido “una vena feminista”, dice. “En mi familia no había discriminación pero me preguntaba por qué en otras sí existía. Y sobre todo, me llamaba la atención por qué tantas diferencias legales entre hombres y mujeres”. Por esa y otras razones, desde hace diez años está involucrada en la defensa de la igualdad. Hoy es miembro de la Asociación Democrática de Mujeres de Marruecos y dirige un centro de atención a víctimas de violencia de género. “Ninguna discriminación es pequeña. Todas son graves”, repite en un francés aprendido en la escuela y perfeccionado en los años que vivió en París mientras cursaba su doctorado. La activista visita Madrid para relatar la realidad de su país en el marco de la campaña Mi cuerpo, mis derechos que ha lanzado hoy la organización Amnistía Internacional.

“Yo tengo un puesto de trabajo universitario que es incluso mejor que el de muchos hombres, pero ante la ley no estoy considerada igual”, se queja. Parte de su activismo consiste precisamente en escudriñar las leyes marroquíes para encontrar y denunciar las injusticias y desigualdades de género y así presionar al Gobierno para que las cambie. Yassine recuerda que la nueva Constitución marroquí –aprobada en 2011–, reconoce la igualdad entre hombres y mujeres, pero en la práctica no se da, bien sea porque no se aplica de manera correcta o porque todavía perduran bien enraizadas algunas normas machistas.

Yassine es profesora de Biología en la Universidad, pero no se siente una ciudadana en igualdad de condiciones

Reconoce que Marruecos ha avanzado mucho hacia la igualdad en la última década, sobre todo desde que se aprobó en 2004 el Código de la Familia y la corresponsabilidad de los esposos. “Pero tiene que aplicarse y reformarse porque aún sigue sin ser igualitario”, dice Yassine que ha aprendido a ser abogada de los derechos de las mujeres a base de leer mucho entre clase y clase. “Sigue existiendo la posibilidad de que los hombres repudien a sus esposas, y aunque controlada, la poligamia está reconocida para ellos. Las herencias tampoco son igualitarias, solo los hombres tienen el derecho de heredar; y con los hijos también son ellos, los padres, los que tienen la tutela para poder decidir, aunque sean las madres las que los cuiden”, detalla.

Además de mirar con la lupa de la igualdad la legislación marroquí, Yassine dirige un centro que asiste a víctimas de la violencia de género en un país en el que, según el Alto Comisariado para la Planificación de Marruecos, en 2009 hubo 38.000 casos de violación, lo que supone una media de cien mujeres agredidas al día. “La violencia contra las mujeres está muy extendida. Hay muchas que sufren este tipo de agresiones, también dentro del matrimonio, pero la violación conyugal no está reconocida como delito”, lamenta. Aunque no intervienen en procesos legales –“precisamente porque las mujeres tienen que ser autónomas. Eso es lo que queremos”, matiza-, han tenido casos en los que sí han prestado asistencia legal. “Recuerdo a una joven que ayudamos porque había sido violada por un enfermero cuando fue al hospital porque estaba embarazada. La ayudamos a denunciar porque era un caso demasiado grave. Se trataba de un espacio público y era intolerable que esto sucediera”, sube el tono.

La joven ganó el juicio, no sin dificultades. “Tuvo que llegar al Tribunal Supremo”, relata Yassine. Que la Administración judicial aplique justicia por igual es otro de los focos de trabajo de la organización en la que está involucrada la activista. “Hay mucha corrupción y como los hombres son los que tienen los recursos económicos, les resulta fácil zafarse de las sanciones en caso de que, por ejemplo, dejen de pagar la pensión a la mujer”, asegura.

La violencia contra las mujeres está muy extendida en Marruecos"

Yassine no está casada. Ríe sonoramente al decirlo. Pero se pone inmediatamente seria al entrar en materia de nuevo. Esta vez, contra el matrimonio infantil. “Debería estar prohibido que los menores se casen. En la adolescencia deben estar en los colegios”, dice rotunda. Aunque el Código de Familia de 2004 establece la edad legal para casarse en los 18 años, en la práctica los jueces tienen un poder discrecional para enlazar a menores. “En 2011, el 12% de los matrimonios involucraba a menores. Por eso ahora se está debatiendo una reforma del Código para limitar este poder”, subraya.

La reforma del Código Penal, del Código de Familia, la presión institucional, la movilización y sensibilización ciudadana, cuidar de mujeres indefensas ante casos de malos tratos... Yassine y su organización tienen muchos frentes abiertos. “Es un trabajo extenuante, intento hacerlo todo. Pero a la vez es apasionante”, dice. “A veces la gente me dice que por qué me he metido en esto, si tengo un buen trabajo”, reconoce. “Yo les digo es que todos somos ciudadanos. Pero como mujer descubres que no eres tal por completo”, mueve sus manos remarcando sus palabras. Y termina con un mensaje de esperanza: “Aunque cuesta cambiar las cosas porque hay sectores de la población muy conservadores, creo que se puede llegar a convencer a la gente de estas cuestiones”.

Sobre la firma

Alejandra Agudo
Reportera de EL PAÍS especializada en desarrollo sostenible (derechos de las mujeres y pobreza extrema), ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Miembro de la Junta Directiva de Reporteros Sin Fronteras. Antes trabajó en la radio, revistas de información local, económica y el Tercer Sector. Licenciada en periodismo por la UCM

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