_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Falso fervor

El crítico pone a la novela en cuestión de vuelta y media y a otra cosa, mariposa, que está el hombre también muy mal pagado y tiene que despachar reseñas a destajo para sacarse un sueldo

Juan José Millás

Imaginemos que cada vez que un crítico literario pusiera a parir una novela tuviera que declararse previamente devoto del colectivo de escritores. “Vaya por delante”, tendría que decir el crítico, “mi respeto por la Asociación Colegial de Escritores, por el Pen Club, y no solo mi respeto, sino mi admiración sin límites por esos hombres y mujeres que trabajan en unas condiciones penosas, con emolumentos que dan lástima, y cuyos libros no tienen la difusión que se merecen, menos en estos tiempos en los que la piratería hace estragos. Sin su ingenio la sociedad sería peor. ¿Somos capaces de imaginar un mundo sin El Quijote, sin Fortunata y Jacinta, sin La Regenta?”.

Bueno, no se hace, no se estila, y además no lo comprenderíamos. El crítico pone a la novela en cuestión de vuelta y media y a otra cosa, mariposa, que está el hombre también muy mal pagado y tiene que despachar reseñas a destajo para sacarse un sueldo. Viene esto a cuento de que cuando alguien, no importa quién, hace una crítica concreta a la actuación de un guardia civil o de un grupo de guardias civiles, ha de soltar antes un discurso de adhesión incondicional al cuerpo que a la propia institución debería parecerle sospechoso de algo, aunque no sabríamos decir de qué.

Hay médicos, por ejemplo, que meten la pata, que se equivocan, que acaban con el paciente. Y lo criticamos, claro, cómo no lo vamos a criticar, tal es el deber de la prensa y de la sociedad. Ahora bien, ¿es necesario lanzar una soflama de amor a la profesión médica, que tantas vidas salva y que en condiciones tan difíciles trabaja, para denunciar que uno de sus miembros no ha actuado como debería? Pues no, sería agotador y absurdo. ¿Por qué entonces no molesta a las asociaciones de la Guardia Civil ese fervor falso con el que se refieren a sus miembros?

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_