A un año de muerto Chávez… luto por otros muertos
Los sectores populares venezolanos siguen sumidos en una telaraña de subsidios y, cuando no los alimentan, los amenazan con una retórica intimidante
Unos jóvenes llegan en moto. Otros van y bien caminando. Mujeres de todas las edades, mayormente rubias, ya están hace horas sentadas en los andenes y butacos. Familias completas con algunos niños parecen disfrutar de un festival de verano. Pero no lo es. Nadie lleva camisas rojas porque están reservadas para los sectores chavistas. En la viseras aparece la bandera de Venezuela y en algunas el nombre de Capriles. La imagen es de la Plaza Altamira en el sector este de Caracas.
Jóvenes estudiantes recorren las calles y protestan contra el sistema. Denuncian que son detenidos y regados con gas pimienta en sus genitales. Dicen que están dispuestos a marchar hasta que caiga Nicolás Maduro, para quien unos y otros no son venezolanos inconformes sino fascistas, que promueven su derrocamiento por medios mentirosos apoyados en unos periodistas con “prontuario” que inventan y reencauchan fotografías de otras plazas y otras protestas para desprestigiarlo.
Son sectores de clase media. Algunos sí. Pero también son la otra mitad del país. Ricos y pobres de un país partido en dos. Gentes que ya no soportan la devaluación del 60%, el dólar negro, la escasez real en los mercados. Y los 25.000 muertos de cada año. Que advierten que hay “colectivos armados” en los barrios, sobre los que ha perdido el control el Gobierno. Son hombres y mujeres venezolanos que cumplen ya tres semanas en las calles desde el 12 de febrero cuando Leopoldo López, hoy detenido en una cárcel a las afueras de Caracas, lideró la primera marcha, que dejó también el primero de 17 muertos.
Y esto está ocurriendo a menos de tres días de cumplirse un año de la muerte del inspirador del Socialismo del Siglo XXI, que polarizó a la sociedad venezolana y ha provocado el éxodo de miles de ciudadanos y la deportación de muchos a los países vecinos como Colombia.
Los manifestantes ya no soportan la devaluación del 60%, el dólar negro, la escasez en los mercados y los 25.000 muertos de cada año.
Los sectores populares siguen sumidos en una telaraña de subsidios y cuando no los alimentan, los llenan de retórica intimidante que amenaza y promete alguna esperanza. Esa telaraña parece no dejarse penetrar por la protesta, por la oposición que se resiste a la continuidad del sistema chavista y por lo tanto no estaría cercana la caída del régimen. Algunas protestas rojas, aparecen difusas en Anzoáteguí, Yarucui y Bolívar y se registran solo en las redes sociales, el instrumento de información y de denuncia, que les queda, porque a los periódicos se les acaba el papel y a los que quedan en pie de lucha o de letras, les meten censura por vía jurídica y los echan del país como le pasó a CNN.
Las instancias internacionales se debaten en pronunciamientos que evitan la intromisión en asuntos internos de un país sin democracia y sin respeto por el Estado de Derecho. Los gobiernos de izquierda apoyan al heredero de Hugo Chávez y no es fácil prever que pueda pasar en Venezuela porque el gobierno de Nicolas Maduro tiene también en su telaraña el control de los poderes judicial, legislativo y las fuerzas armadas en últimas, las llamadas a aplastar cualquier intento por protestar, las mismas que tienen en Venezuela la capacidad de sostener o poner fin a lo que ocurre.
Lo que resulta aún más preocupante porque ya sabemos lo que pasa cuando hay ruidos en los cuarteles. Prefiero que sean los estudiantes los que recuperen para Venezuela la democracia y les den una enseñanza incluso a la oposición que todavía no encuentra la forma de poner fin al último gobierno del chavismo.
Diana Calderón es peridoista colombiana, directora del Servicio Informativo de Caracol Radio y directora de Hota 20
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