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Nadie vende yogures como Bob Dylan

La presencia del músico en dos grandes anuncios estrenados anoche durante la Super Bowl aturde y fascina en la Red

Cordon Press

 No hicieron falta tácticas como las empleadas en años anteriores. Nada parecido al estudiado destete de Janet Jackson ni a la peineta lasciva de MIA. Ni siquiera la actuación de Bruno Mars en el intermedio de esta edición, con cameo de Red Hot Chili Peppers incluido, pudo competir. Bob Dylan se convirtió ayer en protagonista de la retransmisión de la Super Bowl apareciendo nada menos que en dos anuncios (una marca de yogures y otra de coches).

“Un yogur no cambiará el mundo, pero el nuestro podría hacerlo”, apuntaba el primero. La marca Chobani anunciaba en la final de fútbol americano su delicia griega, con guiño desenfadado a otros tiempos más subversivos, al ritmo de I want you, uno de los temas estrella del legendario álbum de 1966 Blonde on Blonde. Un espot cómico en el que un oso pardo asalta un colmado para hacerse con yogur y con un pack de revistas de celebrities peludas. El verso “Honey, I want you” parecía en el anuncio una invitación a aderezar el yogur con miel.

Si Chobani optaba por el enfoque casi paródico consciente de la historia del cantante que empleaba y sin su aparición en la pieza, Chrysler intentaba apelar a la fiebre patriótica del evento. “¿Hay algo más americano que América?”, susurraba la voz nasal de Dylan. El cantante protagoniza un montaje de imágenes icónicas americanas: billares, carteles feministas, James Dean, maizales, diners, modelos a lo Tommy Hilfiger envueltas en banderas estadounidenses y gafas Wayfarer. Los coches de Detroit como inspiración al mundo. La pieza publicitaria incluye dos menciones algo peliagudas para paladares picajosos: una referencia a las autobahn (si bien los proyectos de construcción de autopistas en Europa arrancaron antes, se retomaron con fervor durante la era Hitler) y, de ponerse algo más suspicaces, una frase de dudoso gusto: “Dejad a los asiáticos que monten nuestros teléfonos móviles”.

Aunque Dylan fue uno de los artistas más nombrados y celebrados durante la retransmisión, las redes sociales quisieron, una vez más, recordar el pretérito compromiso político del cantautor. Algunos, incluso, se acordaron del recientemente fallecido Pete Seeger, que cortó con un hachazo los cables cuando Dylan abandonó el folk acústico para ofrecer un torbellino eléctrico en el festival de Newport (parte de la comunidad folk lo vio como una traición aún peor que su posterior cesión de derechos para la publicidad). Otros citaban canciones que combatían la magia publicitaria como It’s alright Ma (I’m only bleeding): “Los carteles publicitarios, te empujan a pensar que eres el mejor / Que puedes hacer lo que jamás se ha hecho / que puedes ganar lo que jamás se ha ganado / Mientras tanto, la vida continúa”. Y otros comentaristas rememoraban una rueda de prensa en San Francisco de 1965 en la que declaró que si tuviera que vender algo comercialmente sólo elegiría “ropa de mujeres”.

Algunos recordaron esa frase (de hecho, algunos afirman que lo que dijo que anunciaría era lencería) cuando, en 2004, participó en un anuncio de Victoria’s Secret. Él, a los 63 años, intercambiaba un ping-pong de miradas tiernas con una Adriana Lima de 23. El anuncio, como en esta ocasión, se programó en la Super Bowl de 2004.

Ya entonces arrugó algunas narices y otros se enfadaron con el cantante por capitalizar su leyenda. Pero desde entonces, la operación se ha ido repitiendo, como con el anuncio para Pepsi del año 2009 en el mismo escenario.

Desde 2004, Dylan ha anunciado Apple, Cadillac, Jeep, cervezas… en España, incluso, su himno contestatario The Times Are a-Changing (y mucho) se empleó para anunciar (un hombre en el paro, suplicando por una hipoteca) Bancaja. Así que la participación de Dylan en dos anuncios no cogió a nadie desprevenido ni levantó tanta polémica como en 2004, aunque no faltaron las voces críticas.

Los anuncios de la Super Bowl suelen ser casi tan comentados como el propio partido. Con un público de más de 100 millones de espectadores, a algunos analistas les parece incluso barato que se facturen unos cuatro por promocionar una marca.

De hecho, el novelista Irvine Welsh, que retransmitió la final en su cuenta de Twitter de forma insistente (estaba viendo el partido con unos amigos en EE UU), criticó (le llovió más de una crítica) que a la gente casi le importaban más los anuncios que los equipos y que la final parecía una especie de mala versión de Transformers, pero con anuncios. Sin embargo, ninguno de sus tuits pareció tan enfadado como el que le dedicó a Dylan cuando se emitió la pieza de Chrysler durante el esperado espectáculo: "Joder, ahora hasta Dylan está entrando al trapo. 'Tienes mucho cuajo por haberme vendido una mierda de coche", escribió en referencia a la primera frase de Positively 4th Street.

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